“...Espero que estés muy consciente que esta ocasión es muy distinta a las visitas anteriores.” Daniel se negaba a responder, ni siquiera él sabía cómo explicarlo sin hacerse sonar a sí mismo como un idiota. “Si vamos a vivir juntos, vamos a tener reglas muy claras. Tu mamá y yo somos más distintos que el agua y el aceite…”
“Y a la vez tan parecidos,” no pudo evitar añadir el crío.