miércoles, 4 de septiembre de 2019

Se acabaron los permisitos, capítulo 1 Gabriel


-Papá- el niño al fin se animó y entró a la sala de televisión para pedir permiso de una vez. Sin embargo, que su mamá le frunciera el ceño de inmediato no formaba parte de su plan.

-¿Qué quiere, Gabriel? ¿No ve que estamos viendo la tele?- y esque los pocos días que el Titi tenía libres últimamente sus papás los aprovechaban para ponerse a ver una serie que les había gustado mucho en Netflix.
Su papá, por otro lado, le sonrió y le abrió el brazo libre para que fuera a sentarse con él. Gabriel, ni tonto ni perezoso, no se hizo del rogar. Se sentó junto a su papá, pero el hombre lo acomodó más bien medio en su regazo.
-¿Qué pasó, mijito? ¿Qué dice o qué?- le sonrió como bobo, la verdad es que ese niño lo tenía enredado alrededor de un dedo. Aunque al principio el Titi y el crío no se habían entendido para nada, después de un tiempo de conocerse y acostumbrarse el uno al otro, el hombre había quedado completamente idiotizado con ese niño que, aunque tenía lo más exasperante de Catalina y él juntos, también era la viva imagen de ambos, físicamente muy parecido a ella pero con una personalidad idéntica a la de él...
Por supuesto, Gabriel había ajustado bastante su actitud desde que descubrió que con un simple "Por favor, papá" el tipo le bajaba la luna y las estrellas.
Catalina, por su parte, simplemente rodó los ojos.
-Si van a estar hablando, por lo menos no hagan tanto ruido-
Gabriel miró feo a su mamá por el rabillo del ojo, pero el Titi le agarró la carita y le dio un beso en la frente que lo hizo ignorar a la mujer magistralmente.
-Tan grande que se está poniendo usted, ¿Ah? ¿Sí o no, Cata?-
-Sí, sí, pero que no hagan ruido-
-¿Qué pasó, Gabrielito? ¿Qué quería decirme?-
-Esque Victor nos invitó a quedarnos a dormir en su casa el día de la carne asada a Leo, Sebas y a mí-
-No, Gabriel, y ni esté dando lata- negó Catalina sin necesidad de escuchar más.
-¿Pero por qué no?- el niño la fulminó con la mirada descaradamente.
-Porque no, ya le dije. Usted y sus amigos son más cansones...-
-Papá- volteó con el tipo en busca de su intercesión.
El hombre exhaló pesadamente mientras pensaba su respuesta muy pero muy bien.
-A ver, mijo, ¿Y usted por qué mejor no los invita a jugar a la finca otro día en la tarde y ya?- el Chacorta era muy "especial" y su hijo y los otros niños vaya que sí cansaban.
-Porque él nos invitó y ya tiene permiso. Por favor, papá- soltó con su carita y vocecita de súplica.
-...-
-Titi, ni se le ocurra- Catalina le advirtió en cuanto le vio la expresión a su "esposo", ella no quería pasar la madrugada recibiendo llamadas del Chacorta de que los niños esto, de que los niños lo otro... Pero qué pereza.
-A ver, ¿pero cuál es el problema?-
-¿Cómo me pregunta que cuál?-
-Sí, nosotros vamos a estar ahí hasta tarde también. Dejamos al niño dormido, venimos a la casa y cuando nos levantemos pasamos por él- porque incluso si no le podía decir que no al crío, tampoco le encantaba la idea de que su bebé estuviera lejos de él por tanto tiempo.
-El problema es que estos pelados son unos latosos desobedientes que siempre se andan metiendo en líos-
-Pero esta vez se van a portar bien, o al menos mi niño sí, ¿Verdad, Gabrielito?-
Catalina rodó los ojos al ver cómo el niño sonreía de oreja a oreja y asentía con la cabeza un par de veces.
-Bueno, usted sabe entonces, pero cualquier cosa se arregla directamente entre usted y el Chacorta, porque yo no quiero que ese maldito teléfono esté suene y suene durante la noche cada dos minutos- le aclaró al hombre antes de regresar su atención al mocoso- ¿Ya nos puede dejar ver la televisión o acaso necesita algo más?-
Gabriel frunció el ceño y la miró feo por un instante, pero luego su papá le movió un poco hasta que tuvo la mejilla del niño recargada en su hombro, distrayéndolo por completo de la pesadéz de su mamá.
-Mi bebé... Está igualito a mí, ¿Sí o no, Cata?-
-Sí, ajá-
Pero muy a pesar de la actitud de Catalina, el hombre seguía sonriendo como bobo.

-Quédese a ver la tele con nosotros-
-Titi, ese programa ni es para niños, después Gabriel va a andar ahí molestando en la noche que no se puede dormir- explicó la joven mujer con cierto fastidio- Mejor váyase a jugar- le "recomendó" al pequeño.
-O más bien mejor ponemos otra cosa y ya, que voy a ver la tele con mi hijo- aclaró sin dejar lugar a discusiones.
Catalina exhaló pesadamente y se levantó molesta.
-Enserio Gabriel que usted siempre tan oportuno, ¿Ah?- renegó antes de salir de ahí para terminar de ver su serie en otro lado.
El niño apenas le iba a fruncir el ceño, pero su papá lo acercó más contra su pecho y le besó la frente.
-¿Cuál quiere ver, hijo?- dicho y hecho, el Titi tomó el control y empezó a buscar alguna caricatura o algo.


2 comentarios: