sábado, 8 de febrero de 2020

Adaptándonos, capítulo 2


Mikael había escuchado muchísimas estupideces a lo largo de su vida, pero ninguna le había provocado tantas ganas de reír, gritar y enfurecerse al mismo tiempo...


-Disculpe, pero no creo estar comprendiendo del todo lo que intenta decirme- le dirigió a la estúpida qué se hacía llamar maestra una mirada de profundo desdén.

La mujer, en cambio, le dirigió una amable y solidaria sonrisa.

-Por favor tómelo de la mejor manera- le pidió- Lo único que la escuela busca es poder apoyar a su familia tanto como le sea posible-

-¿Insinuar que tengo hijos estúpidos le parece una manera pertinente de demostrar apoyo?-

-Por favor no lo vea de ese modo, señor Mikaelson...-

-¿Y cómo demonios quiere que lo vea? Usted me está diciendo que prácticamente van a solicitar una maestra extra en el salón porque no pueden con mi hijo. ¿Qué clase de maestros son ustedes si no pueden con un niño de 8 años?-

-Por favor, señor, la mujer insistió con una calma exasperante- Tranquilícese. En ningún momento se ha dicho que no podamos con él, lo que nos gustaría es contar temporalmente con una persona más en el salón que nos apoye observando y realizando recomendaciones para poder trabajar de mejor manera con Niklaus, de modo que funcione tanto para él como para nosotros-

-Si lo que quieren es que lo saque de la escuela...-

-Eso no es en lo absoluto lo que buscamos, señor-

-¿Entonces qué demonios pretenden? Si lo que necesitan es que se comporte o que estudie más, sólo digan eso y yo me encargo en casa-

-Precisamente porque conocemos bien cómo es por el momento la situación en casa es que queremos intervenir. Niklaus es un alumno de este colegio qué está pasando por un momento complicado y lo único que buscamos es contar con el apoyo de una persona que nos ayude a todos a sobrellevar esta dificultad-

-¿Y cuál es la dificultad según ustedes?-

-Niklaus jamás entrega las tareas completas, no hay un solo día en que no olvide algún trabajo, libro cuaderno o material, todo pierde, se pasa el día jugando o dibujando...-

-Bueno, basta con que eso digan y en la casa arreglo el asunto-

-Señor Mikaelson, le repito, no se trata de abrumar más al niño, se trata de que nosotros podamos encontrar la manera de que él se interese por las clases, por la escuela…- la maestra exhaló pesadamente- Mire, no es al único alumno de la escuela al que se le aplicará esta medida… Usted está en todo el derecho de negarse, pero en caso de que la situación persista, nos veremos en la obligación de canalizar el caso al departamento de psicología y muy seguramente el colegio solicitará se realicen evaluaciones-

-…¿Evaluaciones de qué?- ahora estaba viendo rojo. Justo lo que le faltaba…

-Evaluaciones psicológicas, es decir, que descarten o señalen distintas condiciones como déficit de atención, distorsiones sensoriales, si el niño está de algún modo dentro del espectro…-

Ahora sí el hombre se levantó y se dirigió a la salida. Eso era más que suficiente.

-Que tenga un buen día- ojala no- ¡Niklaus! ¡Vámonos ya!-

El niño, quien había estado sentado en el pasillo dibujando en su iPad, levantó la vista y se puso de pie de inmediato. Conocía bastante bien a su padre como para saber que no le convenía en lo absoluto presionar en ese momento.

El hombre se pasó una mano por el rostro y exhaló pesadamente mientras el crío se acercaba.

-…Regrésate por tu mochila, pero ya- el mocoso la había dejado ahí tirada al levantarse.

-…Sí, papá-

-“Sí, papá”… Apúrate, quiero irme a la casa ya- negó con la cabeza maldiciendo eternamente. No, el niño ese sólo necesitaba comenzar a poner atención y los pies sobre la tierra. Ninguna estúpida evaluación era necesaria…

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