domingo, 7 de abril de 2019

Aidan Wayne, capítulo 1


-Y espero que ahora sí lo traigas firmado, Wayne- Aidan muy apenas se abstuvo de rodar los ojos ante el tonito exasperante de la maestra. Como si su clase no fuera lo suficientemente aburrida, y no es que se agradaran mucho tampoco el uno al otro.


-¿Mande?-

-Que sí, miss- masculló guardando el examen reprobado en las profundidades de su mochila.

-Más vale porque sino es un cero de tarea- gracias a Dios, antes de que la mujer pudiera decir más, sonó la campana que indicaba el fin de la última clase.

El muchacho maldijo por lo bajo y salió del salón tan pronto como pudo para esperar a que llegasen por él. Mientras esperaba le echó un rápido vistazo al examen y exhaló pesadamente, ¿Pero en qué rayos había estado pensando? Todo estaba súper fácil...

-Aidan y Edward Wayne- la maestra encargada de la guardia los voceó a su hermanito y a él cuando el auto de su padre entró a propiedad escolar.

El muchacho guardó el examen de mala gana y muy a fuerzas echó a andar hacia el auto, que ya estaba pitando impacientemente.

-¿Por qué te tardaste tanto? ¿Venías de rodillas o qué?... La maldita escuela más cara de la ciudad y ni siquiera pueden enviar a los alumnos a tiempo-

Apenas lo escuchó, el chico se dio cuenta de qué no era para nada el momento de que le firmaran el dichoso examen. Parecía que ese día Damian tampoco estaba de humor, y esque su carácter no era precisamente el mejor, pero aún menos desde que habían comenzado los trámites de divorcio...

-Esque no escuché…-

-¿Pues en qué planeta vives, Aidan? A la hora de la salida llaman a los alumnos para que se vayan a sus casas, sabes que debes estar atento- renegó, pero guardó silencio un momento en lo que salía de la escuela y se integraba a la avenida.

-¿Cómo les fue?- preguntó el hombre rato después, como recordando que era parte del protocolo.

Gracias al cielo, antes de que el muchacho se viese obligado a responder, su hermanito de 8 años comenzó a hablar y hablar sin parar acerca de su día desde el momento en que habían llegado a la escuela.

-Eso me da mucho gusto, Edward, que bueno que pasaste una buena mañana- Damian se había ido tranquilizando un poco conforme escuchaba a su hijo menor.

-Gracias, papi- sonrió de oreja a oreja y Aidan no pudo evitar sentir una pequeña pizca de irritación ante la tranquilidad de su hermano. Por supuesto que había tenido una excelente mañana, tenía 7 años, todavía los exámenes eran fáciles y las clases divertidas a esa edad.

-¿Y qué me dices tú, Aidan?- Damian reparó en el muchacho porque, aunque la mayoría de las veces eran tonterías de preadolescentes, por lo general platicaba algo, lo que fuera, de camino a casa- ¿Qué tal estuvo tu día?-

El niño pasó saliva mientras intentaba idear la mejor manera de decírselo, y esque de todos modos Damian se iba a enterar tarde o temprano.

-...Papá...-

Eso inmediatamente puso en alerta al joven hombre, ese crío casi siempre le decía papá 
cuando había algún problema.

-¿Qué diablos pasa ahora? ¿Te sientes mal o algo así?- y esque aunque aún no le habían dicho nada, justo lo que menos necesitaba Damian en ese momento eran más situaciones desagradables con las cuales lidiar.

El muchacho no supo ni qué contestar, pero como condenado a muerte sacó el examen de su mochila y se lo pasó en el primer semáforo en rojo que vio.
Cuando Damian vio el examen de reojo se tranquilizó, porque, a fin de cuentas, ¿Que era un examen comparado con que el chiquillo estuviera enfermo o algo semejante?
Sin embargo, en cuanto vio la calificación, el alivio se tornó en incredulidad.

-¿Qué demonios es esto?- inquirió tan calmado como pudo después de un momento de sombrío silencio.

-...Mi exámen de historia-

Los demás autos comenzaron a pitar, pero Damian no hizo más que poner las intermitentes y hacerles cambios de luces en respuesta mientras inspeccionaba la horrorosa evaluación.

-...¿Un tres?- habló al fin- ¿Esta es tu calificación? ¡¿Un tres?!-

-Esque...-

-¡¿No me dijiste que habías estudiado?!-

-Esque sí estudié, pero...-

-¡¿Pero qué, Aidan?! ¡¿Pero qué?!-

-Pues... No sé-

-No, si ya vi que no sabes... ¿Pero qué rayos es esto?- el examen estaba lleno de respuestas incorrectas o en blanco.

-Pues esque...-

-¡Pues es que nada! ¡No los mando a la escuela más cara de todo el estado para que me salgan con estas calificaciones asquerosas!-

-Pero nunca las saco…-

-¡Y no quiero que empieces ahora!-

-Pero, papá, yo…-

-¡”Papá” nada! ¡Que sea la última vez que llegas a casa con estas calificaciones que hasta vergüenza dan!-

El crío no sabía ni para donde voltear, porque por un lado ni de chiste iba a ver al tipo a los ojos, pero por otro si volteaba a la ventana se arriesgaba a un “Y no te hagas el tonto que te estoy hablando.”

-¿Me escuchaste o no, Aidan?-

-¿Eh?-

-¡Te estoy diciendo que espero que esta sea la única vez que reciba este tipo de mugrero!-

-Sí, está bien-

Damian negó con la cabeza mientras comenzaba a conducir de nuevo.

-Enserio, Aidan, si en verdad a ti no te importa en lo absoluto tu educación ni el esfuerzo que hago porque tengas lo mejor, bien puedes decírmelo y te vas a vivir con tu mamá sin problema ni objeción de mi parte- fue lo último que dijo antes de seguir conduciendo, ahora en silencio, hasta la casa.

2 comentarios:

  1. ¡Me encanto! Espero que escribas muy pronto el otro, me encontré este blog en tu Fanfiction y omg escribes increíble, espero que ya escribas el otro

    Pam

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  2. Jeje, muy bien, espero el prox. cap! :)

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