-Y espero que ahora sí lo traigas
firmado, Wayne- Aidan muy apenas se abstuvo de rodar los ojos ante el tonito
exasperante de la maestra. Como si su clase no fuera lo suficientemente
aburrida, y no es que se agradaran mucho tampoco el uno al otro.
-¿Mande?-
-Que sí, miss- masculló guardando el examen
reprobado en las profundidades de su mochila.
-Más vale porque sino es un cero de tarea-
gracias a Dios, antes de que la mujer pudiera decir más, sonó la campana que
indicaba el fin de la última clase.
El muchacho maldijo por lo bajo y salió del
salón tan pronto como pudo para esperar a que llegasen por él. Mientras
esperaba le echó un rápido vistazo al examen y exhaló pesadamente, ¿Pero en qué
rayos había estado pensando? Todo estaba súper fácil...
-Aidan y Edward Wayne- la maestra encargada de
la guardia los voceó a su hermanito y a él cuando el auto de su padre entró a
propiedad escolar.
El muchacho guardó el examen de mala gana y muy
a fuerzas echó a andar hacia el auto, que ya estaba pitando impacientemente.
-¿Por qué te tardaste tanto? ¿Venías de rodillas
o qué?... La maldita escuela más cara de la ciudad y ni siquiera pueden enviar
a los alumnos a tiempo-
Apenas lo escuchó, el chico se dio cuenta de qué
no era para nada el momento de que le firmaran el dichoso examen. Parecía que
ese día Damian tampoco estaba de humor, y esque su carácter no era precisamente
el mejor, pero aún menos desde que habían comenzado los trámites de divorcio...
-Esque no escuché…-
-¿Pues en qué planeta vives, Aidan? A la hora de
la salida llaman a los alumnos para que se vayan a sus casas, sabes que debes
estar atento- renegó, pero guardó silencio un momento en lo que salía de la
escuela y se integraba a la avenida.
-¿Cómo les fue?- preguntó el hombre rato después,
como recordando que era parte del protocolo.
Gracias al cielo, antes de que el muchacho se
viese obligado a responder, su hermanito de 8 años comenzó a hablar y hablar
sin parar acerca de su día desde el momento en que habían llegado a la escuela.
-Eso me da mucho gusto, Edward, que bueno que
pasaste una buena mañana- Damian se había ido tranquilizando un poco conforme
escuchaba a su hijo menor.
-Gracias, papi- sonrió de oreja a oreja y Aidan
no pudo evitar sentir una pequeña pizca de irritación ante la tranquilidad de
su hermano. Por supuesto que había tenido una excelente mañana, tenía 7 años,
todavía los exámenes eran fáciles y las clases divertidas a esa edad.
-¿Y qué me dices tú, Aidan?- Damian reparó en el
muchacho porque, aunque la mayoría de las veces eran tonterías de
preadolescentes, por lo general platicaba algo, lo que fuera, de camino a casa-
¿Qué tal estuvo tu día?-
El niño pasó saliva mientras intentaba idear la
mejor manera de decírselo, y esque de todos modos Damian se iba a enterar tarde
o temprano.
-...Papá...-
Eso inmediatamente puso en alerta al joven
hombre, ese crío casi siempre le decía papá
cuando había algún problema.
-¿Qué diablos pasa ahora? ¿Te sientes mal o algo
así?- y esque aunque aún no le habían dicho nada, justo lo que menos necesitaba
Damian en ese momento eran más situaciones desagradables con las cuales lidiar.
El muchacho no supo ni qué contestar, pero como
condenado a muerte sacó el examen de su mochila y se lo pasó en el primer
semáforo en rojo que vio.
Cuando Damian vio el examen de reojo se tranquilizó, porque, a fin de cuentas, ¿Que era un examen comparado con que el chiquillo estuviera enfermo o algo semejante?
Sin embargo, en cuanto vio la calificación, el alivio se tornó en incredulidad.
Cuando Damian vio el examen de reojo se tranquilizó, porque, a fin de cuentas, ¿Que era un examen comparado con que el chiquillo estuviera enfermo o algo semejante?
Sin embargo, en cuanto vio la calificación, el alivio se tornó en incredulidad.
-¿Qué demonios es esto?- inquirió tan calmado
como pudo después de un momento de sombrío silencio.
-...Mi exámen de historia-
Los demás autos comenzaron a pitar, pero Damian
no hizo más que poner las intermitentes y hacerles cambios de luces en
respuesta mientras inspeccionaba la horrorosa evaluación.
-...¿Un tres?- habló al fin- ¿Esta es tu
calificación? ¡¿Un tres?!-
-Esque...-
-¡¿No me dijiste que habías estudiado?!-
-Esque sí estudié, pero...-
-¡¿Pero qué, Aidan?! ¡¿Pero qué?!-
-Pues... No sé-
-No, si ya vi que no sabes... ¿Pero qué rayos es
esto?- el examen estaba lleno de respuestas incorrectas o en blanco.
-Pues esque...-
-¡Pues es que nada! ¡No los mando a la escuela
más cara de todo el estado para que me salgan con estas calificaciones
asquerosas!-
-Pero nunca las saco…-
-¡Y no quiero que empieces ahora!-
-Pero, papá, yo…-
-¡”Papá” nada! ¡Que sea la última vez que
llegas a casa con estas calificaciones que hasta vergüenza dan!-
El crío no
sabía ni para donde voltear, porque por un lado ni de chiste iba a ver al tipo
a los ojos, pero por otro si volteaba a la ventana se arriesgaba a un “Y no te
hagas el tonto que te estoy hablando.”
-¿Me escuchaste
o no, Aidan?-
-¿Eh?-
-¡Te estoy
diciendo que espero que esta sea la única vez que reciba este tipo de mugrero!-
-Sí, está bien-
Damian negó con
la cabeza mientras comenzaba a conducir de nuevo.
-Enserio,
Aidan, si en verdad a ti no te importa en lo absoluto tu educación ni el
esfuerzo que hago porque tengas lo mejor, bien puedes decírmelo y te vas a
vivir con tu mamá sin problema ni objeción de mi parte- fue lo último que dijo
antes de seguir conduciendo, ahora en silencio, hasta la casa.
¡Me encanto! Espero que escribas muy pronto el otro, me encontré este blog en tu Fanfiction y omg escribes increíble, espero que ya escribas el otro
ResponderBorrarPam
Jeje, muy bien, espero el prox. cap! :)
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