Kai Hiwatari esperaba a su hijo en el último escalón, hoy
era su primer día de escuela.
El Niño ya lo traía mareado con el tema porque
estaba muy emocionado, pero vaya que para estar tan emocionado, el pequeño ya
se había tardado demasiado en bajar, y eso era porque por mucho que el pequeño
se viera, ese nuevo y feo uniforme no le gustaba ni un poquito. Pero Kai no
tenía mucho tiempo para vanidades, tenía una importante junta en un par de
horas y quería llegar a su oficina a preparar todo.
-¡Gou, en cinco minutos me voy con o sin ti!-
Gou se miró una vez más en el espejo, hizo una mueca y
bajó con un puchero, las cosas no
estaban saliendo como él había pensado.
Kai lo notó al instante.
-¿Qué?- le preguntó al verlo bajar las escaleras- ¿Qué
tienes?- Sólo faltaba que el niño se enfermara o algo similar justo el primer
día... Él ya no podía seguir llevándoselo a la oficina, Gou estaba cada día más
inquieto y aparte ese día no podía cuidarlo.
El pequeño negó con la cabeza y tomo su mochila sin decir
nada. No le gustaba su uniforme, pero seguro que se le iba a olvidar ya que
llegara a la escuela.
-¿A dónde vas? ¿Ya desayunaste?-
Gou negó con la cabeza, era obvio, pero no quería que su
papá se fuera sin él.
-Entonces apúrate, vamos a que desayunes para ya irnos- le
tomó la mano para ir rápido a la cocina.
El pequeño hizo una mueca, pero no discutió y fue a comer el
cereal con leche que le sirvió su padre.
-¿Por qué tienes esa cara?- ni con el cereal ese lleno de
azúcar se le quitaba la expresión de fastidio- ¿Te sientes mal? Porque si es
así mejor dime y no te llevo a la escuela- después no podría pasar por él.
-¿Y entonces? Pensé que querías ir a la escuela-
-Sí quiero...- al pequeño se le fue chueca la leche y empezó
a toser.
Kai se sorprendió un poco y le empezó a dar palmaditas en la
espalda.
-Gou, tranquilo. Te lo digo porque por tu cara pareciera que
no quieres, es todo-
Gou frunció el ceño algo enojado, su papa no podía esperar
que comiera rápido mientras le hacía tantas preguntas.
-Sí quiero- le dijo haciendo el plato para adelante- Ya no
quiero cereal-
A Kai no le gustó para nada el tonito de su hijo. ¿Pues
quien le había dicho que tenía permiso de hablarle así?
-Pues tienes que desayunar, así que anda. Come por favor-
-Ya me llené- al pequeño se le cristalizaron los ojos. Estaba
enojado, las cosas no estaban saliendo para nada como él pensaba que iban a
salir.
-No has comido nada-
-Claro que sí-
-Claro que no, y mejor no me discutas y termina de
desayunar-
-No, ya no quiero- el niño estaba a punto de soltarse a
llorar. Los cambios no le habían gustado mucho, su padre le había convencido de
que la escuela y la casa nueva eran geniales, y la casa no le había gustado
mucho, pero la escuela sí le emocionaba.
-Ugh... ¿Sabes
qué? No hay tiempo para esto. Ve a lavarte los dientes, sólo te pondré algo más
de lonche y ya-
Gou se talló los ojos y se fue a lavar los dientes. Ahora ya
no tenía ganas de ir a la escuela y su padre no ayudaba en nada.
Kai sólo negó con la cabeza algo exasperado. Sólo esperaba
que no tuviera que lidiar con ningún berrinchito a la mera hora de dejarlo en
la primaria... Gou se subió al auto aún más desanimado pero no quería decirle
nada a su papa porque se iba a enojar, así que iría a la escuela y esperaría a
que su padre fuera por él.
-¿Trajiste todo?- Kai tampoco quería discutir ya. Después de
pensar la idea cinco segundos se dio cuenta que una sola lágrima esa mañana
podría estropear el resto del día.
El pequeño asintió desde la parte trasera del auto. Aún
tenía esa expresión de que si lo tocaban iba a soltarse a llorar, pero el
pequeño estaba tranquilo a pesar de lo horrible que le estaba pareciendo esa
mañana.
Kai lo vio por el espejo retrovisor y sólo exhaló
pesadamente mientras seguía conduciendo. No tenía ni idea de qué iba a hacer
con el niño... Bueno, sabía que tenía que quedárselo porque era suyo, pero
realmente no sabía ni cómo tratarlo. Es como si todo lo que él dijera tuviera
algún tipo de código que Gou escuchaba y él no, porque en ocasiones de repente
ya estaba llorando y él no tenía ni idea de qué le había hecho.
Cuando llegaron a la escuela, el pequeño se bajó de del auto
resignado y esperó a que su papa bajara… Lo cual no fue mucho después, ya que
el hombre tenía prisa y para colmo tenía que hablar con la directora de la
escuela esa. Su idea inicial había sido faltar y llamarle después para
disculparse pero Gou estaba actuando tan extraño que decidió no tentar su
suerte.
-Bien, yo tengo que entrar...- comenzó y no pudo evitar
notar que su hijo no le estaba poniendo atención. Estaba a punto de reprenderlo
cuando se dio cuenta de que lo que tanto veía el niño era a los demás niños que
entraban con ambos padres o con sus mamás. Por no decir que casi ninguno traía
la cara que Gou llevaba-...¿Te llevo a tu salón?- Cinco minutos tarde a la
junta no eran tanto...
Gou asintió y le tomo la mano, aunque tampoco cambió su cara
desganada, lo cual en verdad sorprendía a su padre, El Niño no había parado de
hablar de la nueva escuela y ahora estaba ahí, y parecía como si lo fuera a
dejar en el peor lugar del mundo y lo peor es que no entendía porque.
-Oye, ¿y si te cargo?- eso siempre lo animaba, y además a
mil niños los llevaban cargando, muchos iban hasta dormidos.
El pequeño asintió alzando los brazos. Y cuando estuvo
arriba de su papá, se recargó en su pecho. Kai lo acomodó tan bien como pudo
con la mugrosa mochila esa y echó a andar hacia los salones.
-¿Qué pasa contigo, eh? ¿Estás nervioso o algo así?- está
bien. No siempre había pasado todo el tiempo con su hijo, de hecho, ya llevaba
casi un año divorciado cuando la madre del niño falleció, pero lo conocía lo
suficiente como para saber que estar así de callado no era normal en él.
-Nada...- le dijo con un suspiro. Sabía que si le explicaba
todo a su padre, empezaría a llorar.
Nada... Sí,
claro... Y esa cara era de pura emoción... Kai le empezó a acariciar la espalda
en lo que caminaba.
-Todo va a estar bien-
Gou abrazó fuerte a su papa, se quería quedar mejor con él.
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