Tomar la Medida, capítulo 2

Las cosas transcurrieron relativamente tranquilas, todos pudieron cenar sin imprevistos y además los niños tuvieron un buen rato para jugar mientras los más grandes se tomaban algunas cervezas más.

Mientras que El Chacorta y Rutila se medio moderaron un poco porque todavía tenían que acostar niños más al rato, el Aurelio y el Chema no se veían tan preocupados al respecto, uno porque sus hijos pequeños se iban a quedar a dormir en casa de Rutila y el otro porque simplemente el único niño que se iba a llevar a su casa era perfectamente capaz de irse a acostar sin ayuda, es decir, ni que fuera algo tan difícil tampoco. Además, ellos eran de carrera larga y no iba a estarse limitando ni yendo temprano por tonteras. 

Ya rato después, cuando ya casi no había ni una cerveza y ya casi era más de día que de noche, el Victor y Leonardo bajaron de la recámara y salieron al patio.

-Oye...- Leonardo se acercó cuando el Chacorta se metió por algo a la casa y le tocó el brazo al Chema.

-¿Qué pasó, mijo?- lo acercó con un brazo, cuando estaba de lo más pedo era cuando con más gusto lo saludaba- Si está bien grande el plebe, que no- lo presumió con la Rutila y el Aurelio, que ese sí estaba cayéndose de pedo- ¿Qué quería, mijito?-

-Esque quería saber si tienes dinero para un juego- 

-Sí, sí como no- sacó su billetera y como pudo tomó un fajo y se lo dejó en la mano- Es más, pérate... ¡TORO! ¡ARRÁNCATE A LA TIENDA Y COMPRAS LOS JUEGOS QUE EL CHAMACO TE DIGA!- 

-Oye oye, espérate- la Rutila sabía que el Chema no era el más responsable del mundo, pero que tampoco se pasara- ¿Cómo le vas a dar todo ese dinero a un niño?- le tronó los dedos cuando notó que el tipo estaba viendo todo menos a ella- Chema, hey, que no le puedes dar tanta lana a un niño, ¿Pos qué te pasa? A ver, chamaco, regrésale el dinero a tu papá, órale-

El muchacho maldijo por lo bajo y dejó el dinero en la billetera abierta, sí había procurado que El Chacorta no estuviera ahí pero jamás se imaginó que Rutila se fuera a meter. 

-Y gracias, Toro, pero ni vengas. Mañana el Chema y yo pedimos el dichoso juego ese- si tampoco se trataba de que el niño tuviera china libre y comprara media tienda. una cosa era no estar tan al pendiente y otra muy distinta no ponerle ningún tipo de límite- Hay que ver que sea para niños y todo-

Leonardo puso una cara que hasta el Toro se burló a espaldas de Rutila. 

-¿Y eso por qué o qué?-

-Pues porque está muy bien que ahorres y tengas tu dinero guardado, pero tampoco se le puede soltar tanto a un huerco de tu edad...- se puso contar el dinero que le había dado el Chema- ¡¿10 mil pesos?!-

El hombre estaba tan pedo que ni caso estaba haciéndoles.

-Pues si mi papá me lo dio es porque está bien, ¿no?-

-Si tu papá te lo dio es porque que está borracho-

El muchacho pateó de mala gana una lata de cerveza que estaba ahí en el zacate.

-¿Y el juego qué? ¿Cuál es la diferencia entre que lo compré el Toro o que lo compren ustedes?-

-¿Cómo que cual? Alguien tiene que estar al pendiente de lo que juegas y andas viendo-

El muchacho gruñó por lo bajo. 

-Está bueno- ya que.

-Epa, ¿y ustedes qué hacen aquí?- regresó el pesado del Chacorta a terminar de arruinar la transacción frustrada- ¿No se habían metido ya?- como a la una los escuincles se habían metido a ver películas a la casa y jugar a los videojuegos esos- ¿No se habían metido ya?-

-Sí, pa, pero… Leo venía a preguntarle algo al Chema-

-¿Qué cosa?-

-Pues algo… pero ya le dijo que no-

-Bueno, pos entonces ya métanse, al rato voy a darles las buenas noches-

-Sí, ya está- miró insistente al otro muchacho hasta que éste rodó los ojos y lo siguió adentro de la casa.

-Pero andar preguntando cosas a esta hora…- el Chacorta negó con la cabeza y se sentó de nuevo.

-No pos sí, si nada tontos, ya saben que a esta hora con unas cervezas les llega Santa Claus-

-¿Cómo?- esa Rutila nomás se entendía ella sola.

-Pos resulta que los chamacos vinieron a pedir lana para un jueguito de esos con los que se la pasan embobados e iban a salir con una millonada y toda la juguetería, ya ves a Don Espléndido aquí- señaló al Chema ¿ahora sí casi cayéndose de pedo.  

-Mira, si de burros nomás tienen la cara-

-No, y si se vio que tampoco es la primera vez, eh-

-Pos nomás hay una manera de saber… ¡Toro!-

-Dime, Chacorta-

-Mira, Toro- habló Rutila- Tú sabes que tu patrón ya pedo regala hasta las estrellas, ¿verdad?-

-Sí, pos sí-

-Pos el Leonardo ya se dio cuenta, parece, ¿no? Digo, porque ahorita vino bien campante como si ya se supiera la rutina-

-No pos la verdad que sí, Rutila, el chamaco es todo menos menso-

-Mira nomás- soltó el Chacorta- ¿Y dices que a eso vinieron ahorita él y el Victor?- volteó de nuevo a ver a la Rutila.

-Sí, tío, ni cortos ni perezosos, eh, bien buzos esos huercos-

-No, pero pos también el Chema que no le pone un hasta aquí, yo al Victor al rato le voy a dar un jalón de orejas por gandalla, si él sabe que cuando alguien está pedo no se le pide nada-

-La neta no creo que el Chema sepa. Ya ves que cuando se pone hasta atrás ya lo perdimos y pos el Leo ya le tomó la medida-

-Ah, mira nomás, pero que bonito- Rutila sabía que el Chema no estaba ni cerca de ser el mejor papá y el más cariñoso, pero pos el Leo tampoco podía agarrarlo de cajero, si no era una cosa por otra- Pos gracias entonces, Toro, esto lo arreglamos con Leonardo mañana mismo- cuando el Chema estuviera… consciente.

-Eso que ni que- se levantó el Chacorta- Ahí si me disculpan, voy a ajustar cuentas con el Victor-


Espero les guste el capítulo, dejen comentarios porfis :)