-Oye vato, voy a salir con la Mónica, ahí
te encargo a los niños- Rutila se paró enfrente de la televisión para que el
Chema la oyera.
-¿Qué? ¿Por?- el tipo apagó la tele
bastante sacado de onda.
-Pos porque es mi amiga, ¿por qué más?-
-Pero ni me dijiste ni nada-
-Ay, ¿es que le tenía que pedir permiso al señor? No, pos perdón, se me había olvidado que traigo el grillete en la pata-
-Tampoco va por ahí, pero pos no mames, ¿qué se supone que voy a hacer con los chamacos?-
-Pos a lo mejor puedes encerrarlos en el sótano o mandarlos a vivir a la cochera- soltó sarcástica.
-¿Es neta?- se le quedó viendo descolocado.
-Claro que no, Chema, ¿qué te pasa? Pos nada, hoy el Humbertito tiene la tarde libre y Leonardo no va a tener entrenamiento, lo cancelaron porque disque entra un frente frío-
-Más frío que ahorita?- de por sí estaba para usar chaqueta.
-Dicen. Bueno, entonces nomás te fijas ahí que no se maten, les das de cenar y que tengan listas sus cosas para ir a la escuela mañana-
-¿Cómo? ¿Cuánto planeas tardarte o qué?
-Pos con decirte de que no creo llegar a dormir-
-No mames, claro que no me voy a quedar a cargo de los huercos toda la noche-
-¿Ah no? ¿Y quién crees tú que los cuida cuando tú te vas a tus vueltas o a armar tu desmadre?-
-Pues sí, pero es diferente, digo, de eso comemos-
-Dirás “de eso como,” porque yo tengo mi negocio y no me pongo de mamona cuando te tienes que andar desapareciendo-
-Puos sí, ¿pero apoco tiene que ser toda la noche? ¿No me pudiste haber dicho antes para de perdido encargárselos a tu papá o a alguien?-
-Es un viajecito corto, tampoco exageres-
-A ver pérate, ¿entonces no vas a andar aquí en la ciudad?-
-No pero pos nos vamos a ir en su avión, es una hora de ida y una hora de vuelta-
-No chingues...-
-No, tú no chingues. Tengo derecho a descansar y tú tienes la obligación de hacerte cargo de los chamacos al menos de vez en cuando-
-Pos sí, pero...-
-Ahí te encargo que los mantengas vivos, les des de cenar y los lleves a la escuela mañana...- echó a andar hacia la puerta- Ah, y que traigan chaqueta si enfría-
-Pero no te vayas, morra…- fue lo último que alcanzó a decir antes de que ella cerrase la puerta. Bueno, menos mal de perdido el Humbertito acababa de comer…
Unas cuantas horas después, el Chema se dio cuenta que la morra tenía razón, estaba tan helado que hasta había tenido que ir por una chamarra.
-Ya estate, mijo- se quejó por milésima vez mientras trataba de ponerle un suéter y más calcetines al Humbertito. Enserio que cómo se movía ese huerco.
-Esque me cala, no lo quiero- empezó a jalarse para intentar quitarse el suéter.
-No seas cabezón y déjate eso en paz- ya se estaba desesperando. Pinche Rutila, sí se la imaginaba justo en ese momento en Cancún.
-No me hables así- frunció el ceño, él todo aburrido y empalmado de suéteres y su papá hablándole así de feo.
-Pos ya déjate eso en paz, ¿No ves que está helado? Aunque bueno, si quieres enfermarte y que te inyecten...-
-¡No!-
-¿Ves? Entonces ya déjate el suéter-
-Pero no es justo, yo traigo como mil y Leo trae manga corta-
-¿Cómo?- ¿Pos ese huerco no tenía frío o qué?
-Sí, él sí puede y yo no, y no es justo-
El Chema exhaló fastidiado y echó a andar rumbo al cuarto del chamaco con Humbertito pisándole los talones.
-No chingues, escuincle- entró y se dio cuenta que sí andaba el otro ahí muy primaveral- ¿Te pescó el verano a ti o qué?- ignoró la mirada de muerte que le aventó el chamaco y comenzó a abrir los cajones y sacar calcetines y suéteres- Ándale, vete poniendo esto- era de sentido común que si hacía frío uno se tapaba.
-Déjame en paz- le aventó el suéter que había caído en la cama.
-¿Perdón?- lo volteó a ver sin esperarse eso, ¿A poco seguía enojado por la chinga que le había dado hace horas? Huerco rencoroso ese, pos si se la había ganado a pulso.
-Que me dejes en paz y te salgas de mi cuarto-
El Chema se le quedó viendo estupefacto. Chamaco igualado...
-Primero que nada, bájale a tu pedo- se acercó mientras el Humbertito, completamente ajeno a la situación, se sentaba en la cama junto a su hermano- Que si estás encabronado por lo de en la tarde, eso te lo buscaste tú. Segundo, tú a mí no me corres, que nomás vine a ver si traías suéter porque está bien helado, así que órale, ponte eso-
-Ni que estuviéramos en el polo norte- vio despectivo los 1000 calcetines y el montón de suéteres que había sacado el Chema.
-Pos como si sí fuera. Ándale, ya vístete-
El muchacho comenzó a ponerse un suéter muy a fuerzas, ese tipo era odioso.
-Y calcetines también. Ah, y deja de verme como si fuera el pinche diablo que es bien temprano y no te voy a andar aguantando las jetas toda la cena-
-Pero ni me dijiste ni nada-
-Ay, ¿es que le tenía que pedir permiso al señor? No, pos perdón, se me había olvidado que traigo el grillete en la pata-
-Tampoco va por ahí, pero pos no mames, ¿qué se supone que voy a hacer con los chamacos?-
-Pos a lo mejor puedes encerrarlos en el sótano o mandarlos a vivir a la cochera- soltó sarcástica.
-¿Es neta?- se le quedó viendo descolocado.
-Claro que no, Chema, ¿qué te pasa? Pos nada, hoy el Humbertito tiene la tarde libre y Leonardo no va a tener entrenamiento, lo cancelaron porque disque entra un frente frío-
-Más frío que ahorita?- de por sí estaba para usar chaqueta.
-Dicen. Bueno, entonces nomás te fijas ahí que no se maten, les das de cenar y que tengan listas sus cosas para ir a la escuela mañana-
-¿Cómo? ¿Cuánto planeas tardarte o qué?
-Pos con decirte de que no creo llegar a dormir-
-No mames, claro que no me voy a quedar a cargo de los huercos toda la noche-
-¿Ah no? ¿Y quién crees tú que los cuida cuando tú te vas a tus vueltas o a armar tu desmadre?-
-Pues sí, pero es diferente, digo, de eso comemos-
-Dirás “de eso como,” porque yo tengo mi negocio y no me pongo de mamona cuando te tienes que andar desapareciendo-
-Puos sí, ¿pero apoco tiene que ser toda la noche? ¿No me pudiste haber dicho antes para de perdido encargárselos a tu papá o a alguien?-
-Es un viajecito corto, tampoco exageres-
-A ver pérate, ¿entonces no vas a andar aquí en la ciudad?-
-No pero pos nos vamos a ir en su avión, es una hora de ida y una hora de vuelta-
-No chingues...-
-No, tú no chingues. Tengo derecho a descansar y tú tienes la obligación de hacerte cargo de los chamacos al menos de vez en cuando-
-Pos sí, pero...-
-Ahí te encargo que los mantengas vivos, les des de cenar y los lleves a la escuela mañana...- echó a andar hacia la puerta- Ah, y que traigan chaqueta si enfría-
-Pero no te vayas, morra…- fue lo último que alcanzó a decir antes de que ella cerrase la puerta. Bueno, menos mal de perdido el Humbertito acababa de comer…
Unas cuantas horas después, el Chema se dio cuenta que la morra tenía razón, estaba tan helado que hasta había tenido que ir por una chamarra.
-Ya estate, mijo- se quejó por milésima vez mientras trataba de ponerle un suéter y más calcetines al Humbertito. Enserio que cómo se movía ese huerco.
-Esque me cala, no lo quiero- empezó a jalarse para intentar quitarse el suéter.
-No seas cabezón y déjate eso en paz- ya se estaba desesperando. Pinche Rutila, sí se la imaginaba justo en ese momento en Cancún.
-No me hables así- frunció el ceño, él todo aburrido y empalmado de suéteres y su papá hablándole así de feo.
-Pos ya déjate eso en paz, ¿No ves que está helado? Aunque bueno, si quieres enfermarte y que te inyecten...-
-¡No!-
-¿Ves? Entonces ya déjate el suéter-
-Pero no es justo, yo traigo como mil y Leo trae manga corta-
-¿Cómo?- ¿Pos ese huerco no tenía frío o qué?
-Sí, él sí puede y yo no, y no es justo-
El Chema exhaló fastidiado y echó a andar rumbo al cuarto del chamaco con Humbertito pisándole los talones.
-No chingues, escuincle- entró y se dio cuenta que sí andaba el otro ahí muy primaveral- ¿Te pescó el verano a ti o qué?- ignoró la mirada de muerte que le aventó el chamaco y comenzó a abrir los cajones y sacar calcetines y suéteres- Ándale, vete poniendo esto- era de sentido común que si hacía frío uno se tapaba.
-Déjame en paz- le aventó el suéter que había caído en la cama.
-¿Perdón?- lo volteó a ver sin esperarse eso, ¿A poco seguía enojado por la chinga que le había dado hace horas? Huerco rencoroso ese, pos si se la había ganado a pulso.
-Que me dejes en paz y te salgas de mi cuarto-
El Chema se le quedó viendo estupefacto. Chamaco igualado...
-Primero que nada, bájale a tu pedo- se acercó mientras el Humbertito, completamente ajeno a la situación, se sentaba en la cama junto a su hermano- Que si estás encabronado por lo de en la tarde, eso te lo buscaste tú. Segundo, tú a mí no me corres, que nomás vine a ver si traías suéter porque está bien helado, así que órale, ponte eso-
-Ni que estuviéramos en el polo norte- vio despectivo los 1000 calcetines y el montón de suéteres que había sacado el Chema.
-Pos como si sí fuera. Ándale, ya vístete-
El muchacho comenzó a ponerse un suéter muy a fuerzas, ese tipo era odioso.
-Y calcetines también. Ah, y deja de verme como si fuera el pinche diablo que es bien temprano y no te voy a andar aguantando las jetas toda la cena-
-No, ni eso puedes tú-
-Bueno, mijo, ya- se desesperó- Mira, de eso luego
hablamos, ahorita lo importante es ver qué les voy a dar de cenar- masculló lo
último para sí.
-¿Cómo? ¿No has hecho nada?- Leonardo le dirigió una
mirada de incredulidad.
-Yo ya tengo hambre- al Humbertito ya le estaba rugiendo
la panza desde hace rato.
-¿Crees que comemos aire o qué?-
-A ver, bájenle, nomás le pedimos ahorita a la Chayo que
prepare algo y ya-
-Chayo no trabaja hoy- señaló el Humbertito, su nana tenía
una semana de vacaciones libre al mes.
El hombre maldijo por lo bajo.
-Pos pedimos algo o no sé-
-¿A dónde fue mi mamá?-
-Sí oye, ¿Rutila dónde está?-
-No sé, salió-
-¿Y nos dejó contigo?-
-¡No, yo no quiero!- a Humbertito sí le gustaba estar con
su papá, pero tampoco quería pasar hambre y frío.
-Oigan ya, tampoco es como que quedarse conmigo esté de la
fregada-
-Pues pareciera que sí-
-A ver, ya- sólo eso le faltaba, él podía hacer un buen
trabajo también, es decir, si el Chacorta podía, él también y se lo iba a
demostrar esos chamacos, ya era más cuestión de orgullo- Ahorita consigo algo
para que traguen, se quedan en mi cuarto viendo la tele y ya- ver la tele
adentro era de lo más seguro, imposible que la cagara, y además estando en su
cuarto podía prender la calefacción y nadie se iba a enfermar. Era un plan a
prueba de pendejos.
.
-No puedo creerlo, primera cosa que te pido y no pudiste hacerlo- Rutila había regresado de lo más relajada la mañana siguiente tan sólo para encontrar al Chema y a los dos escuincles tirados en su cama a pata tendida en lugar de en la escuela.
-¿Cómo que no? Pos si míralos, están vivos y con chamarra-
-Pero… ¿No te levantaste o qué?-
-Sí, al baño como a las cinco-
-¿Y luego?-
-Pos les eché encima dos cobijas más- contestó bastante satisfecho consigo mismo.
-Pendejo-
-…¿Ah?- repuso de lo más confundido.
-¿Cómo que te levantaste y no los llevaste a la escuela?-
-No mames morra, ¿pos no dijiste que iba a hacer frío?-
-Sí, ¿pero eso qué tiene que ver con que no los llevaras a la escuela?-
-Pero pos cuando hace frío nadie va a la escuela-
-¿Y a ti quién te dijo eso?-
-Pos cuando yo era un chamaco no me despertaban si estaba frío-
-Pero es que ahora eso sí se hace-
-¿Cómo? ¿Aunque esté bajo cero?-
-Pos sí, como esquimales los mandas si es necesario, pero de que van van-
-...No, pos no sabía-
-Ya me di cuenta- se pasó la mano por el rostro- No mames…-
Muy bello el capítulo. Me re encantó jejeje.... Tan familiar y entretenido!!! =)
ResponderBorrarSigan pronto por fis !!!
Por fin!!! Pero quiero saber qué pasó en la tarde con Leo y quiero saber cómo se las apañó el Chema con sus hijos. Actualízala pronto.
ResponderBorrar