El Chacorta entró a la sala y cargó al Carlitos, quién ya estaba dormidisimo en el sillón igual que los otros niños.
-Órale, Victor, ya súbete a dormir que es bien tarde. Leonardo, si te vas a quedar, súbete también-
-Gracias, pero es que no sé si me vaya a quedar- a veces siempre si se iban a la casa del Chema u otras veces se iban con la Rutila. No es que no le gustará la idea, pero nunca se habían quedado en casa de Victor.
-No pos bueno, igual no creo que se tarden mucho la Rutila y el Chema, chamaco-
-Sí, señor Chacorta, está bien-
-Órale, Victor, te espero allá arriba-el muchacho se levantó algo confundido, el Chacorta no se veía muy contento.
-Nos vemos- se despidió de Leonardo y subió las escaleras, metiéndose a su cuarto en lo que su papá acostaba al Carlitos.
-Ahora sí, chamaco, ¿cómo está eso de que andas de listo con tus tíos?- o primo, lo que fuera el Chema.
Eso sí que sacó mucho de onda al muchacho.
-Pero si ni he hecho nada, pa-
-¿No? ¿Y cómo fregados está eso de que el Leonardo y tú andaban ahí de pediches?-
Rayos, era eso…
-Pues esque Leo dijo…-
-No, no, no, a mí ya sabes que me vale madres lo que el Leonardo diga. Si tú sabes que algo está mal, no lo haces y punto, ¿estamos?-
-Pero yo ni le pedí nada-
-Pos a mí me dijeron que los dos iban bien campantes, y tampoco te hagas el que no rompe ni un plato, escuincle, que nomás la cara tienes-
-Nomás era un solo juego y ya-
-Lo que fuera, tú ya sabes que el Chema y el Aurelio no se acuerdan ni de su nombre cuando andan pedos-
-Bueno, ya no lo vuelvo a hacer- ya que, pinche Rutila chismosa.
-Pos eso espero, porque a la otra te doy una tunda para que no se te vuelva a olvidar-
-No, ya, está bien...-
-Está bueno, ya acuéstate entonces que ya es bien tarde-
Victor, quien ya desde hace buen rato se había cambiado a los pants y la playera con la que se dormía, se metió a la cama de mala gana. Se había chutado el regaño y ni un vil videojuego habían conseguido.
-Ya mijo, que tampoco quiero que andes con tu jeta- el Chacorta se sentó junto al muchacho- Tú ya sabes que de todo me entero, no sé porqué le juegas a Don Chingón-
-Pues por pendejo- refunfuñó, ¿pues la verdad por qué más podía ser?
-Aquí no se contradice a nadie- lo acercó con el brazo y le besó el cabello- Que descanses, mijito- lo apretó.
-Buenas noches, pa-
-Ándale, te levantas tarde mañana- le volvió a besar la frente y se fue a acostar. Menos mal no había sido nada muy serio y además el Victor no se había alebrestado tampoco porque no tenía ganas de acabar el día dándole una zurra al huerco.
Al día siguiente el Chema se levantó con un dolor de cabeza de los mil demonios y en la casa de Rutila, donde al parecer había pasado la noche.
-Vaya, buenas noches- escuchó a la Rutila y le retumbó la cabeza.
-No grites, mija- se quejó, girando sobre sí para enterrar la cara en la almohada- ¿Qué hora es?- medio gruñó.
-Las tres de la tarde, pero no te apures vato que los chamacos ya desayunaron- soltó sólo por si acaso, la verdad dudaba mucho que eso lo tuviera muy preocupado que digamos.
-Mira, que bueno-
-No, eso sí- cerró el armario y se sentó en la cama- Oye, ¿te acuerdas de ayer?-
El Chema se rió con dificultad.
-Ay mija, y dale con tus preguntas. Ya sabes que no, ¿por?-
-Pos mira, te voy a preguntar algo pero necesito que te quedes tranquilo-
Ah caray, eso no le sonaba para nada bien.
-A ver...- no sabía ni cómo decirlo- Tú sabes que adoras a tus hijos...-
-Sí...- no le sonaba a que eso fuera todo.
-Pero a lo mejor a veces eres medio... secote y necio para algunas cosas- para las de Leonardo.
-¿A qué quieres llegar, Rutila?-
-Pos que no es que esté bien, pero a veces los huercos le agarran la medida a uno, y pos no estoy justificando nada, pero eso pasa por no andarles haciendo caso y ver qué necesita-
-No te entiendo ni madres, ¿qué es lo que me quieres decir?-
-Pos que... A veces el Leonardo te pide cosas...-
-Ah ya sé, si es bien pediche el plebe, siempre quiere que videojuegos y que tablets y consolas y quién sabe qué madres, ah pero yo le digo que no cuando se pasa de lanza porque...-
-Sí, pero pedo tú no niegas nada-
-... ¿Cómo?-
-Sí, a ti pedote lo que te pidan... Y pos el Leonardo ya se dio cuenta-
Hubo un incómodo momento de suspenso en el que la Rutila se le quedó viendo como esperando y rezando porque el tipo no armase un pancho mientras éste sólo la miraba con cara de estúpido.
-¿Me estás diciendo que el pinche chamaco se atrevió a pasarse de listo ayer?-
-Ayer y en algunas otras de tus pedas, pero...-
-Chingada madre... ¡LEONARDO!-
-A ver, cálmate, obvio no está bien, pero...-
-¡¿Pero qué?! Ese escuincle me ha estado viendo la cara de pendejo desde hace quién sabe cuándo-
-Pos sí, pero a lo mejor si hablas con él en lugar de gritarle te ahorres otras broncas-
-¡¿Cuáles broncas?!-
-Deja de gritar- le peló los ojos.
El Chema se obligó a sí mismo a calmarse un poco.
-¿Cuáles broncas?-
-Pos escenitas y berrinches. Digo, sí está mal, pero pos tampoco fue como que si hubiera hecho algo de lo peor... Aparte, sirve que también se te queda de lección, digo, no puedes no estar al pendiente cuando tienes chamacos en la casa, ¿O ves que yo me ponga pedota con el Humbertito ahí en la sala?-
-No, pos no-
-Pos no, porque uno siempre debe de estar bien buzo cuando hay huercos cerca. Quién sabe cuánto te habrá bajado, pero ahora sí tú sabes si te vuelves a empedar cuando ande el huerco cerca-
-Ni que fuera pendejo-
-Pos eso espero, y si lo vas a regañar nomás no te pases que no quiero que asustes al Humbertito-
-Ni que fuera un vil ogro- Rutila se encogió de hombros.
-Pos pregúntale al Leonardo-
-Mucha pinche gracia- se levantó de mala gana para cambiarse. Tenía que tener una muy seria conversación con ese chamaco aprovechado.
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miércoles, 7 de noviembre de 2018
Tomar la Medida, capitulo 3
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Jajaja hsber si la Rutila lo encamina porque ese hombre Tiene serrinen en la cabeza
ResponderBorrarAhhhhh!!!! Buenísimo capítulo !!! :-)
ResponderBorrarQué gran ayuda es Rutila la verdad. Siempre atenta a Leo y eso que no es su hijo. Me encanta!
Ay!, se le puso difícil la cosa a Leo ahora que Rutila está pendiente.
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