Mientras tanto, en el rancho de a lado, los muchachos
estaban más bien más cómodos con la idea de tener vecinos como de su edad
,
aunque Ian más bien los veía como muy diferentes a los que frecuentaban en
casa, pero no necesariamente desagradables.
-Menos mal viven aquí a lado, porque estamos bastante lejos
de cualquier otro tipo de civilización- comentó Reed mientras su padre
terminaba de arreglar unas cosas de su estudio. Easton, Jo y él se habían
quedado acompañándolo después de despedirse de Victor y Leo, Henry se había
salido con ellos a seguir fumando- Al menos no va a estar tan aburrido- se
sentó en la silla del escritorio. Ellos estaban más que nada platicando, la
niña lo estaba ayudando.
-Pues sí, parecen buenos muchachos, la verdad es que no creo
que estemos tan lejos, a lo mejor podemos ir a comer mañana a la ciudad, a
menos que ya tengan planes- dijo Ian.
-¿Podemos decirle a los vecinos?- preguntó Easton
-Sí, claro, yo no tengo problema-
-Bien, ¿Vamos a decirles?- Reed volteó con su hermanito- No
creo que se hayan dormido todavía, y ya nos dijeron por dónde se saltaron la
barda-
-¿Se saltaron la barda?- preguntó Ian-Mejor espérense a
mañana, ya es tarde, y ustedes no conocen por aquí. Mejor díganle a Henry que
ya se meta-
-Está bien, jefe- rodó los ojos Reed. Había aprendido
algunas palabras y todo.
-¿Jefe?- preguntó confundido.
-Así dicen los
vecinos- se rió de la mueca de confusión.
-Los vecinos hablan muy raro- dijo Josephine.
-¿Todos hablan así español?-
-No creo, yo fui a España y no hablaban así..- miró a Ian.
-No, son diferentes acentos. En cada región y país hablan
distinto, y tienen modismos- respondió Ian.
-Pues ellos hablan chistoso- se encogió de hombros Easton.
-Sí, carnal- sonrió Reed con la mueca de su papá.
Josephine rodó los ojos, pero al final se rió.
-Supongo que ya tienen amigos.
- Me caen bien-
-Bueno, me parece que ya es tarde y deberían irse a
descansar-
-No es tan tarde..- rodó los ojos Easton- Aparte son
vacaciones-
-Pues sí, pero fue un viaje muy largo-
-Pero el que está cansado eres tú...-
-Ya, Easton, vamos a que se acuesten-
-Pero no tenemos cinco años, Ian, no es tan tarde..- se quejó.
-¿Cómo me llamaste, perdón?-
-Papá ya...- rodó los ojos
-Vamos a que ya se acuesten- insistió, cerrando la caja que
estaba acomodando.
-No... mejor tú acuéstate-
-¿Vamos a discutir?-
-Papá, esque que hueva... ni es tan tarde y son vacaciones,
tampoco tenemos cinco años-
-Siempre vas a ser mi bebé- lo acercó a él.
-Ya papá... no me digas así- se quejó enojado.
Reed y Jo se rieron por lo bajo.
-Yo sí me voy a dormir, que descansen- se despidió Jo.
-Que descanses- se despidió el hombre.
Easton rodó los ojos y se zafó del abrazo.
-Voy con Henry-
Easton se dispuso a salir de ahí antes de que su padre le
dijera de nuevo que se fuera a dormir.
-Yo sí me voy a ir a acostar- Reed no había dormido en todo
el viaje.
Antes de que su hermanito pudiera replicar y justo cuando
salía su papá, comenzó a sonar un teléfono...
-Me parece que sus amigos olvidaron algo- bajó a recuperar
el objeto de la mesa del comedor.
-Pues mañana se los llevamos- el más chico se encogió de
hombros saliendo al patio.
-Sí, no quieres que nos brinquemos la barda-
-No, no se van a saltar ninguna barda, Reed-
-Ni está tan alta, pero bueno. Buenas noches-
-Descansa, hijo-
-¡Easton, Henry!- les llamó para que entraran a dormir.
Henry había prendido un cigarro para quitarse el olor de la
marihuana.
-Vamooooos..- gritó.
-Esque ya es tarde- ¿No entendían esos niños que ya era ya y
no después?
Henry se apresuró a fumar un poco más, tan sólo un poco para
después poder pisar el cigarro, pero no se esperaba que la puerta del patio se
abriera de nuevo.
-Ya vamos...- repitió Easton, callándose en seco al ver a su
papá.
-Ven aquí, Easton- el hombre le pidió muy serio una vez que
reaccionó.
-¿Para qué?- preguntó- Ya vamos...-
-¡Que vengas!-
-Papá...-
Ian lo jaló del brazo y le soltó varias palmadas bastante
punzantes.
-Te estoy hablando-
-¡AUUUU!- se quejó-Yaaa-
-¿Tú también estabas fumando?- se agachó para que lo viera a
los ojos.
-No, papá- gimoteó intentando soltarse.
Ian se acercó y le olió el cabello... No apestaba a
cigarro...
-Sube a tu cuarto, ya Easton- dejó caer una nalgada aún más
fuerte y le soltó el brazo.
-Pero, papá...- se llevó la mano al trasero.
-¿Quieres que te lleve a nalgadas?-
-Nooo...ya voy..- se soltó y se metió a la casa.
Henry se había quedado helado... No sabía cuál era peor
idea, si moverse y tirar el cigarrillo o quedárselo en la mano, pero Ian se lo
tiro del manazo que le dio y lo pisó.
-¿Que rayos te pasa, Henry?-
-¡Au!- sí le había dolido- Nada, fue un malentendido-
-¿Un malentendido?- inquirió enojado y lo tomó de la oreja.
-¡Ay! ¡No!- trató de agarrarse la oreja.
-¿No qué? ¿Eh, Henry?- comenzó a soltarle duras palmadas- Aparte
de qué haces cosas que no debes, le das a tus hermanos-
-¡No, no me pegues!- trató de soltar su oreja. No sabía si
le dolía más eso o los golpes.
Ian le soltó la oreja, pero continuó con las palmadas.
-¡Tienes dieciséis años, no tendrías que estar fumando!- continuó
con palmadas aún más fuertes- ¡Y menos dejar que tu hermano de catorce lo
haga!-
-¡Yaaaaa!- sí le estaba doliendo mucho- No le di nada- se
estaba jalando.
Ian le dio otra ráfaga de palmadas.
-Dame los que tienes pero YA, Henry, porque sino yo voy a
revisar tus cosas y vas a ver-
-Ya voy- sorbió mocos.
-Pero ya, Henry- le dijo muy molesto, y esque podía tolerar
cualquier cosa (bueno, dentro de ciertos límites), ¿pero cigarros?
-No te tienes que enojar- masculló entrando.
Ian le dio otra palmada.
-¿No tengo que enojarme?- gruñó- Ándale, sigue contestándome
y me voy a quitar el cinturón-
-¡No!- tampoco era tonto.
-Pues ya apúrate y dame los otros Henry, córrele-
El muchacho fue a su cuarto y le entregó la cajetilla. Ian
se la guardó en la chamarra.
-Y pobre de ti donde te vea fumando otra vez, ¿está claro?-
preguntó.
-Era sólo uno...-
-Te pregunte si está claro-
-Sí... Perdón-
Ian negó con la cabeza, y le limpió las lágrimas.
-Ya duérmete- le besó la frente- Descansa-
-Hasta mañana- se sentía mal de que el tipo lo hubiera
visto, no estaba precisamente arrepentido, pero no había querido que se enojara
su padre con él.
-Hasta mañana, hijo- respondió- Te quiero-
-Yo también- se limpió la cara. Al menos no habían revisado
sus cosas.
Ian salió del cuarto de su hijo y se dirigió al del menor.
-Easton- entró muy serio.
-Papá, yo no fumé, enserio-
-¿Y antes?-
-Que no...-
-¿Por qué no me dijiste que tu hermano fumaba?-
-Porque no soy un chismoso-
-Ah, ¿No está bien chismear pero está bien dañar a tus
hermanos?-
-Papá, pues no quería que se enojara conmigo-
-¿Prefieres que le dé cáncer o algo por el estilo?-
-Ay, papá, no dramatices-
-¡¿Qué dijiste, Easton?!-
-Que ya no te enojes-
-Donde yo me vuelva a enterar que fumas o que sabes que tus
hermanos fuman y no me dices, te voy a soltar una paliza que no se te va a
olvidar-
-¿Pero por qué? Yo no hice nada- replicó.
-¡Porque sí! Porque necesito confiar en ustedes, y vuélvete
a quejar...-
-Ya, papá- se hizo para atrás asustado.
-Ya duérmete, y pobre de ti donde me sigas diciendo que es
muy temprano-
-Papá…- se quejó de nuevo- Ya no te enojes-
-Pues ya no salgan con estas estupideces-
-Bieeeen..- que humor- Buenas noches-
-¿Y mi beso?-
-¿Pues qué tal si me sigues regañando?-
-¿Vas a seguir desobedeciendo?-
-Pues no...-
-Entonces ya dame mi beso y a dormir-
Easton rodó los ojos y le besó la mejilla.
-Descansa-
-Hasta mañana- le besó la mejilla.
-Como sea- puso un puchero y se fue a su cama.
-¿Mande? No escuché-
-Que como sea- se tapó, él no tenía sueño.
Ian le soltó otra palmada.
-Síguele y vamos a tener problemas tú y yo- se levantó y
salió de la recámara.
-¡AU!-Se quejó Easton.
El hombre sólo rodó los ojos y se fue a acostar, que al día
siguiente tenía que madrugar para terminar de arreglar algunas cosas.
Sin embargo, Ian no era el único padre que tenía que
madrugar, Rutila y el Chema también se habían levantado temprano por culpa del Humbertito
que le habían dado ganas de jugar al Smash en el Wii... Había aguantado un par
de rondas antes de quedarse dormido otra vez, pero a ellos ya se les había ido
el sueño.
-Órale, puñetas, si te ganó esta te sales tú a regar- Rutila
por algo casi no jugaba, siempre terminaba bien emocionada.
-Ay no mames, Rutila- se quejó el Chema- Ya mejor vámonos a
dormir otra vez-
-¿Culo o qué?- ya sabía que al Chema le zurraba regar. Le
soltó un fregadazo al monito que había escogido el vato para enfatizar su
punto.
-No mames, obvio no- se negó -Pero es bien temprano-
-¡Oye, Toro!- se acercó el escolta- ¿Sabías que tu patrón es
un culote?-
El Chema rodó los ojos.
-Que pesada eres, morra, te mamas-
-¿Te tiemblan las patas o qué? Sobres vato-
-No mames, que no, morra, ya deja de estar de pesada-
-Súper culoooo-
-Vas morraaaaa- no se le daba muy bien el aparatejo ese,
pero pos a ver.
-Quiubo, compa..- Rutila, siguió muy campante hasta que...
-Ajaaa, ya ves, morra, qué tal- chocó la mano con el Toro- Ándale,
vete a regar- celebró su victoria el Chema.
-¿Mucha pinche risa o qué? Eres un tramposo de a madre,
Chema- se levantó molesta- Ya ni chingas-
-Ay pero que chillona, si te dije que dejaras de estar de
castrosa y no quisiste-
-Pos una no se imagina que le vayan a jugar chueco, pero pos
ya vi que así está la vuelta contigo- se puso las chanclas para salir.
-Ay ahora resulta, pinche chilloonaaa-
-Ya cállate, que en la tarde vamos a tener la revancha y vas
a llorar- se fue al patio y se puso a regar antes de que se fuera el agua. Como
siempre, empezó por las orillas...
Poco tiempo después un tipo de cabello castaño claro y ojos
verdes se le acercó.
-Hola, buenos días- saludó con cierto acento medio raro.
-¿Y qué tienen de buenos?- volteó ella, pensando que era
algún tipo del Chema y muriéndose de pena al darse cuenta de su error,
encontrándose más bien con un tipo guapísimo al otro lado de la barda- Perdón-
se le caía la cara de vergüenza- Buenos días, ¿Cómo está?- debía ser el vecino
nuevo, ¿Quién más? No tenía pinta de ser ni escolta ni sicario... La Rutila se
abofeteó mentalmente por haber salido en pijama, y más por haberse puesto la más
fodonga que tenía... Pinche vergüenza.
-Muy bien, gracias- sonrió Ian como si nada- Soy su nuevo
vecino-
-Que pena con usted... Soy su vecina, bienvenido- se acercó
a darle la mano.
-Gracias- le extendió la mano para dársela- Ayer sus hijos
conocieron a los míos, y me da gusto, sólo que se les olvidó su celular en
nuestra casa y quise traérselo- le extendió el celular.
Pinches chamacos...
-Mil gracias- tomó el teléfono- Y una disculpa, de seguro
fue en la noche. No estaba enterada, no me hubiera gustado importunarlo-
-Ah no, no se preocupe, son buenos chicos, no nos
importunaron. De hecho nuestra casa siempre está abierta para usted y su
familia-
-Muy amable- Rutila estaba en verdad encantada, casi no
trataba con caballeros esos días- Igualmente, aquí tiene su casa- al fin
comenzaron a platicar. Rutila se enteró que venían de Estados Unidos y continuó
platicando en inglés, lo cual volvió la conversación mucho más llevadera para
el hombre y con mayor desenvolvimiento, hasta pudo hablarle un poco más de él y
de su familia. Al final terminaron hablando de negocios, y esque Ian buscaba
siempre socios, así que luego de varias conversaciones quedaron para cenar en
familia y hablar de negocios más que nada.
-Ya te tardaste regando, ¿Sigues chillando o qué pedo?-
salió el Chema muy confiadote hasta que se encontró con el vecino- Ah...
¿Buenos días?- lo saludó en inglés al escucharlo hablar.
-Buenos días, Ian Archer, soy su nuevo vecino- se presentó.
-Mucho gusto- no sabía ni cómo presentarse.
-Él es mi ex novio- Rutila intervino, aún medio embobada con
el vecino guapísimo.
-¿Puedes dejar de decirle eso a la gente?- el Chema volteó
de nuevo con el vecino- Soy su marido, José María, ¿Cómo le va?- no sabía ni qué pedo
con ese señor como para soltarle su apellido.
Justo en eso iban saliendo el Leonardo y el Victor para
buscar el teléfono. Ian los saludo de lejos y Rutila comenzó a explicarle al
Chema todo lo que pasaba con el señor y los chamacos.
¡Ay Dios! Aunque del todo bien no me caen, compadezco a Chacorta, Chema e Ian. Esos adolescentes juntos son una bomba. La que les espera a esos pobres padres.
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