El Toro se quedó boquiabierto, y no supo si por
la amenaza tan suicida del chamaco o por lo que pasó después…
Y esque el huerco
ni bien había terminado de hablar cuando le cayó en el hocico semejante manazo
que de haber llevado un poco más de fuerza igual y le podría haber tirado el
diente flojo que traía.
-En tu vida me vuelvas a hablar así,
¿entendiste?-
Pero eso había sido lo último que Leo
necesitaba, estaba siendo uno de los peores días del mundo y ese manazo había
sido el colmo.
El Chema puso los ojos en blanco y se llevó casi
arrastrando al huerco mientras trataba de ignorar las miradas que los berridos
de ese chamaco atraían.
-Y sin rezongar, escuincle- le advirtió una vez
que llegaron con la Rutila.
-¿A dónde se habían ido? Los estaba…- Rutila
reparó en el niño e inmediatamente cambió su expresión a una preocupada- ¿Qué
pasó, chaparrito? ¿Por qué lloras?-
-Pues por desobediente, por eso- respondió el
Chema en su lugar, tan sólo para ganarse una mirada reprobatoria por parte de
la chica.
-¿Sabes qué? Eso luego mejor lo platicamos tú y
yo solos- Rutila veía al Leo raro desde en la mañana, era obvio que algo traía
y prefería no empeorar las cosas- Ya no estés triste, chamaco. Mira, ven, te
encontré esta chamarra- le pasó el bebé al Chema y agarró al niño de la mano a
ver si trayéndolo con ella un rato se calmaba un poco- Ahí cuidas al
Humbertito, vato-
Antes de que el Chema pudiera siquiera pensar en
repelar, la Rutila ya había desaparecido entre la bola de señoras yendo de un
lado a otro en la tienda y se había llevado al Leonardo con ella.
Bueno, mínimo ahora nomás tenía que andar cuidando a un chamaco y no a dos…
Bueno, mínimo ahora nomás tenía que andar cuidando a un chamaco y no a dos…
*
Mientras que la Rutila había cometido DEMASIADOS
errores en su vida, usualmente no estaba tan desorientada cuando se trataba de
la vida de los huerquitos. Obviamente tenía siempre muchísimas dudas con el
Humbertito, tampoco había nacido sabiendo cómo cuidar un bebé ni lo que
implicaba, era difícil… Pero con el Leonardo era otra cosa, quizás no era el
niño más estudioso u obediente como el Victor, pero era también bien bueno y, a
pesar de ser medio inquieto, no era ni malcriado ni pesado.
-Listo, yo creo que con esto ya la hicimos para
el invierno, ¿verdad?- le preguntó al niño ya más relajada una vez que salieron
de la última tienda.
-Yo creo que sí- Leonardo también se sentía
mucho menos peor que hace algunas horas.
A pesar de que se había pasado un buen
rato en las tiendas con al Rutila, ella había estado platicando con él,
preguntándole cosas y jugando con él de repente.
-Esque ya ni calcetines tenías, huerco- Rutila
salió de la tienda cargando al niño en un brazo y a las bolsas en el otro, y
tampoco es como que le molestara, es decir, Leonardo casi ni pesaba y además
cualquier chamaco estaría cansadísimo de andar todo el día atrás de ella
buscando ropa- ¿Sí te gustó la chamarra?-
-Sí, gracias- se le acostó en el hombro. Ese
ratito con Rutila había sido lo menos feo de su cumpleaños hasta ese momento.
-No, de nada, huerco- pero era irresistiblemente
adorable ese plebe- Como quiera la paga tu papá, entonces ni te apures-
-Bueno, está bien- sonrió más agusto, a lo mejor
ya podían irse a su casa.
-Súper bien, ya nada más vamos a hacer la
despensa por unas cosas que necesitamos y ya-
El niño enseguida hizo una mueca… Lo único que quería era
irse a jugar.
-Es nomás un rato, ya después nos vamos a la casa y en lo
que llega Mónica a cenar si quieres te pones a jugar videojuegos con tu papá-
Leonardo negó con la cabeza, el tipo de seguro no iba a
querer...
-No, es malísimo para eso, ¿verdad?-
-Sí, eso sí- le sonrió- ¿Juegas tú conmigo?-
-Llegando, pero por eso hay que apurarnos, ¿sí?- no se
aguantó y le besó el cabello antes de bajarlo- Te toca caminar un rato, ¿va? En
lo que descanso poquito-
-Ya era hora, ¿se fueron a cocer la ropa o qué?- el Chema ya
llevaba rato desesperado, el Humbertito había estado bien necio y esos dos
tomándose su tiempo.
-Ay no, que exagerado-
Rutila se abstuvo de rodar los ojos- A ver, pásame al Humbertito- que
para colmo estaba llorando- Y mejor llévate esto al carro- dejó las bolsas
junto al Chema y tomó al bebé.
-A la otra te vienes con la Mónica, me cae- levantó las
bolsas de mala gana. Ya hasta la cabeza le dolía de escuchar puro berrido ese
día.
-No seas pesado y mejor apúrale, que todavía tenemos que
llegar al súper-
-Sí, me muero de gusto- se las arregló para agarrar el brazo
del Leonardo, pero el chamaco se zafó luego luego- ¿Y ahora tú qué traes?-
-Yo quiero darle la mano a Rutila-
-Pos yo también, pero no estamos para complacencias ahorita-
-Leo, yo traigo a tu hermanito, dale la mano a tu papá
mientras- el niño le dirigió una mirada de incredulidad.
-¡No quiero!- el Chema no era muy simpático ni divertido, y
Leonardo ya estaba de lo más acostumbrado, pero una cosa era topárselo de malas
un día normal y otra muy diferente que le hubieran soltado una tunda en su mero
cumpleaños.
-Bájale, chamaco- ¿otra vez con escenitas?
-Oye, Leo, sí, no seas grosero, es nomás un ratito- Leonardo
volteó a verla completamente traicionado.
-¡No!- se hizo para atrás cuando el Chema le quiso agarrar
la mano.
-¿Cómo fregados no?- el chamaco se volvió a quitar y hasta
se alejó algunos pasos- Vuélvete a arrancar corriendo y te suelto unos cuerazos
bien dados, Leonardo-
-¡Ya!-
-Bueno, ya estuvo de chingaderas…- ese era el peor día del
mundo para querer probar su paciencia- Tienes tres para venir para acá,
escuincle. Una…-
-¡Deja de contar!-
-Dos…-
El niño soltó un berrido de frustración y se sentó a llorar
en el piso, logrando captar la atención de los que andaban cerca y hasta de los
que iban pasando.
-Leo, cálmate- a Rutila no le encantaba toda esa atención
tampoco. Vamos que nadie la estaba buscando ni persiguiendo como al Chema, pero
igual no podía evitar sentirse algo nerviosa…
El niño negó con la cabeza y siguió chillando, él quería
irse a su casa ya, no darle la mano al aburrido de su papá.
-Nomás esto me faltaba- el Chema
intentó acercarse, pero el chamaco empezó a patear y arrastrarse para otro
lado- ¿Sabes qué? Como sea, no voy a andar batallando tampoco- sacó su teléfono
y “marcó”- Sí, qué pedo, Santa Claus-
El Chema se sentía el más pendejo
del mundo en ese momento, si bien traía una cara de lo más seria, no podía
creer que hubiera caído así de bajo… Si estuvieran en su casa, ya se hubiera
sacado el cinto, pero nimodo que ahí mismo le soltara al chamaco la cueriza que
se estaba buscando, si lo que menos quería era atraer más atención. Teniendo
eso en cuenta, no le quedaba más que recurrir a esas pendejadas de “marcarle a
Santa”… No era su primera opción, pero ya no sabía cómo hacerle para callar al
escuincle, y pos había visto al Chacorta aplicarla varias veces antes.
-¿Qué?- el Leonardo masculló,
dejando de berrear para intentar oír mientras sorbía mocos.
-Sí, pos mira, tengo aquí un
huerco que se está portando de la fregada, ahí nomás para que lo anotes en la
lista del carbón-
-¡NO!-
-Entonces- el Chema bajó el
teléfono y lo miró furioso- Te levantas, pero ya- le tronó los dedos- Y te
aplacas de una buena vez, que me tienes hartísimo…. Y ni empieces- se le
adelantó cuando lo volvió a ver a punto de ponerse a chillar- Que te doy una
buena para que llores de verdad-
-Pero esque…- trató de defenderse,
aún sorbiendo mocos.
-Sí, mira- se llevó el teléfono a
la oreja- Anótale, se llama Leonardo Venegas y…-
-¡NO, YA!- el chamaco se puso de
pie tan rápido como pudo, pero se abrazó a Rutila, quien no estaba muy segura
de si debía ponerse estricta o preocupada. Leonardo no era un ángelito, ningún
niño lo era, pero tampoco era de aventarse estas escenitas en público.
-Pues ya tú- el Chema guardó el
teléfono y le agarró fuerte el brazo, aprovechando que estaba medio distraído-
Ya te va a ir bastante mal llegando a la casa, no lo hagas peor-
-¡No! ¡No es jus…!-
-¡Cállate!- ignoró la mirada de
desaprobación de la Rutila, ese morrito lo tenía cansado- Cállate, estoy hasta
la madre de tus jetas, escenitas y berrinches, así que párale- lo cortó en
seco. A ver si así entendía.
Ay noooo!!! Que ni piense hacerle nada el Chema a Leo. Que bien mal está ya que no sepa la fecha del cumple de Leo, para que encima le vaya a pegar sin siquiera preguntarle qué le pasa.
ResponderBorrarSi vaya chemita ni sabe cuidar a leo ni de grande ni de chico
ResponderBorrarTerry
No puedo esperar el momento por el que le pidan disculpas y lo hagan sentir amado en compensación por todo lo que está sufriendo el pequeño :/
ResponderBorrarSuper capitulo! Me encanto leer a Rutila y Leo juntos---espero que le den pronto una fiesta de cumple. pobre baby.
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