-Ya, Leonardo, estate quieto- gruñó el Chema desde su lugar
en la mesa de Aurelio. Ese sábado la Mónica los había invitado a desayunar y no
habían tenido de otra mas que ir.
Lo peor del caso, irónicamente, era que el
Chacorta se había llevado a sus hijos y a la abuela de los chamacos de
vacaciones esa semana, así que no estaba el Victor para entretener al Leonardo,
quien para colmo ese día estaba de mírame y no me toques.
-No estoy haciendo nada- se quejó el chamaco algo resentido
desde donde estaba sentado junto al Humbertito. El Chema había estado dando
lata y apurándolo desde en la mañana.
-Bueno, ya, tampoco seas hocicón- el huerco había estado de malas
desde que la Rutila lo había ido a despertar- Y quítame esa jeta o te la quito
yo-
Leonardo frunció el ceño y siguió jugando con el machacado
con barbacoa que Mónica le había servido, era su desayuno favorito, pero vaya
que ese día no se le antojaba ni un poco… Sentía como un nudote en el estómago,
es decir, ya sabía que no es como que el Chema y Rutila fueran a saber
mágicamente cuándo era su cumpleaños, pero a él también le daba pena andarles
diciendo, es decir, seguro a su papá la iba a valer, si le interesara ya le
hubiera preguntado. Puede que su mamá no fuera la persona más atenta ni
cariñosa ni dedicada, pero al menos sabía cuándo cumplía años, lo felicitaba y
le compraba un pastel para partir en la escuela y otro para la cena. Ahí nadie
lo había felicitado, obviamente ni iba a haber pastel de cenar ni había
festejado con sus amigos en la escuela porque era sábado y no había clases.
-Bueno, ya, no está haciendo nada- a Rutila tampoco le encantaba
que estuviera de gestudo, pero ya sabía que cuando el Chema se ponía de
hostigoso, el Leonardo con más ganas se ponía en su plan. Y esque podía tener
apenas seis años, pero vaya que era aventado el escuincle.
-¿Qué pasó, mijo? ¿No le gustó el desayuno?-
-Sí, sí me gustó- le mintió al papá de Rutila. No es que
supiera feo, es que ni siquiera lo había probado…
-Pero pos no estás comiendo, ¿te pedimos unos tacos
mañaneros o algo?-
-No, no tengo hambre- trató de sonar lo menos agüitado posible.
-Oye, Chema, ¿sí se siente bien el chamaco?- Mónica le
preguntó directamente, y esque el niño se cargaba una cara…
-Sí, Moniquita, nomás anda de castroso- repuso de malas,
había sido una semana de lo más pesada, no estaba para pedos.
-No parece, eh-
-A ver- la Rutila le tocó la frente. La verdad casi siempre
checaba ella al Leonardo porque el Chema era un vil desastre con ese niño, pero
últimamente el Humbertito andaba bastante inquieto y ella había estado bastante
ocupada con el bebé.
-Me siento bien- masculló el chamaco.
-Pos sí, temperatura no traes- pero de que andaba raro, andaba
raro.
-Está bien, nomás anda de chiflado-
-Ahí sí no sé, se ve como achicopalado el huerco- comentó Aurelio.
Leonardo rodó los ojos y mejor se fue corriendo a la recámara
de la Mónica para ver la tele. Ni siquiera sabía lo que “achicopalado” quería
decir, ahí la gente hablaba muy raro.
El Chema se pasó la mano por el rostro y prefirió hacerse de oídos sordos,
enserio que ese niño de por sí era difícil, pero a veces se ponía en un plan…
-Vato, sí veo al Leo como apachurrado- soltó Rutila cuando
estuvo segura de que ya se había ido a ver la tele.
-Ah que la fregada… Ya viste que no está enfermo-
-A lo mejor está cansado- intervino Mónica- Igual y no
durmió bien-
-Pos la verdad no sé- admitió Rutila comenzando a
preocuparse un poco- Ayer ni chance tuve de checarlo, me quedé dormida con el
Humbertito-
-Si quieres que se acueste aquí un par de horas y ya al rato…-
-No, no, no- la interrumpió el Chema- Gracias pero no, mira, ya nos
tenemos que ir, hay que comprarle ropa de frío a los plebes y aparte faltan
cosas de la despensa. Gracias por la comida y todo, pero ya nos vamos-
Cualquier otro día, Rutila lo hubiera callado con la mirada,
pero justo en ese momento el Chema tenía razón.
-Sí, muchas gracias- Rutila empezó a juntar las cosas del
Humbertito y lo cargó al levantarse- ¿Los vemos en la noche para cenar,
Monica?-
-A las 8 ahí estaremos- se levantó para despedirse, cargando
al Isidrito- Lo que necesites me hablas-
-Sí, gracias- se despidió de ella- ¡Leo, ya nos vamos!- lo
llamó tan sólo para ser ignorada.
-Si quieres voy por él- se ofreció el Chema con más ganas
que nada de que dijera que no.
-Sí, mejor, ahí los espero en la camioneta- se acomodó al
Humbertito en los brazos- Y nomás no vayas a gritarle, ya ves que anda medio
sensible-
Si sensible era sinónimo de chiflado, entonces sí, el huerco
estaba sensibilísimo, eso que ni qué.
-Sí, no te apures- echó a andar escaleras arriba como Juan
por su casa- ¡Leonardo, ya nos vamos!- pero lo único que obtuvo en respuesta
fue un portazo- ¡Leonardo!- abrió la puerta tan pronto como la tuvo enfrente-
Te estoy hablando, mijo, ya nos vamos-
-No tengo ganas- contestó desde donde estaba tirado en la cama.
-Bueno, esque no es de que tengas ganas, hay que ir por
chamarras y calcetines, órale- sí tenían ropa de frío los huercos, pero no
tanta y había que aprovechar que ese día tanto Rutila como él tenían chance.
-Ni hace frío- mintió.
-Mira, no voy a andar batallando. Una…-
-¡No cuentes!-
El Chema hizo un esfuerzo enorme por no enojarse. Le exigía
las cosas con unos pantalones…
-Dos…-
Leonardo se sentó de muy molesto y aventó el control remoto
al otro lado de la cama.
-Ya que- se bajó renuente y el Chema aprovechó para
agarrarlo de la mano. A veces el Leonardo y el Chacortita se agarraban
corriendo por la casa en lugar de irse a despedir como Dios mandaba… Justo en
ese momento el Leo no se veía tan animado como para intentarlo, pero tampoco se
iba a arriesgar, no traía ganas de andar persiguiendo chamacos o perdiendo el
tiempo. Sin embargo, sí se sorprendió un poco cuando el chiquillo le jaló la mano.
-¿Me cargas?- fue ahí cuando el Chema se sacó bastante de
onda y supo que algo andaba definitivamente fuera de lugar, el huerco nunca le
pedía eso… Y lo que tampoco lo dejó nada tranquilo fue que el escuincle se veía
como con ganas de ponerse a chillar, y esque nuevo o no, todo papá en el mundo
reconoce y teme el aterrador momento en que algún hijo se puede poner a llorar
de repente- Esque estoy muy cansado-
-Sí, mijito, véngase- lo cargó casi por inercia y sintió
como luego luego el huerquito le enredaba los brazos en el cuello y se le
recargaba en el hombro. Igual y siempre sí se sentía mal el chamaco.
El Chema se lo acomodó más cerca y notó que al menos se
sentía que el Leo respiraba más tranquilo… A lo mejor se podía ahorrar problemas si lo
traía cargado ese día es decir, tampoco es como que pesara mucho el escuincle.
Chema
Rutila
Humbertito
Leonardo
Oh pobre Leo que mal se tiene que sentir que nadie lo felicité estando tan chico,pero por lo menos el Chema esta vez está siendo cariñoso con el niño , sigue pronto me gustan todas sus historias
ResponderBorrarTerry
Ahí si vi mal al Chema, cómo es eso de no saber cuándo sus hijos cumplen años. Antes Leo no armó pataleta.
ResponderBorrarHola, me encantan tus historias, la mayoría las he leído varias veces, escribes muyy bien, vos eres una excelente escritora... pero recientemente siento que tus historias del Chema, estan faltas de algo, siento como si las hicieras muy rapido, y no son tan consistentes y buenas como otras...
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