domingo, 21 de octubre de 2018

Chema Venegas, capítulo 10



-¿Estos días qué?- se escuchó a Leo desde las escaleras. Ya se había dormido, pero había tenido que levantarse al baño y de regreso había escuchado a la Rutila ahí.

-Humbertito y Rutila se van a quedar- dijo Chema.


-Ah- dijo nada contento- Bueno...-

-¿No estás contento?- Humbertito volteó a verlo con una sonrisa de oreja a oreja. A él sí le estaba gustando muchísimo la idea, siempre y cuando estuvieran incluidos su mamá y Pompeyo, todo bien.

-Sí- respondió- Ahorita vengo-

-¿A dónde vas? Te acompaño-

-Ya me voy a regresar a dormir-

-Bueno, ahorita te vemos cuando nos vayamos a tu cuarto a dormir- le dijo su hermanito.

-¿A mi cuarto?- preguntó Leo.

-Sí, nos dormiremos en el  sofá cama por si necesitas algo- le explicó su papá.

-Ah ya…- respondió Leo.

-¿Te sientes bien?- Humbertito lo veía como con ganas de vomitar- ¿Quieres ir al doctor?-

-No, sólo no me siento bien-

-Bueno, te acompaño- hizo que su papá lo bajara y fue a darle la mano a su hermano.

-Bueno- le sonrió- Te puedes dormir conmigo si quieres- le dio su mano buena.

-Sí, ¿qué te pasó en la mano?- le preguntó cuando empezaron a caminar rumbo al cuarto.

Rutila le pegó al Chema en el brazo.

-¿Qué te pasa?- dijo él sorprendido.

-¿Cómo le dices eso a Leo así tan campante, Chema?-

-¿Qué?-

-¿Pues no le viste la carita cuando le dijiste que nos íbamos a quedar o qué?-

-Ay pues luego se acostumbra, le va a hacer bien estar con el morrito y contigo-

-Pero esque tenías que hablar con él, no decirle así como si le dijeras qué vamos a comer. Oye, no sé si quedarme, mira que tampoco quiero incomodar al chamaco-

-Ya mañana hablo bien con él, ya cálmate y ven, te llevo al cuarto y me voy con los chamacos

-Pues... Te puedes quedar en el cuarto un rato, digo, para que me lo enseñes-

-Pos arre, Ruti-

Pero rato después de "mostrarle el cuarto", cuando la Rutila ya estaba instalada y todo, no tan sutilmente volteó con el Chema.

-Bueno, pos ya llégale con los niños, ¿no?- lo veía muy cómodo ahí en la cama- Ábrete que ya me voy a dormir-

-No pos ya voy, ¿Cuál es la prisa? Si los morros ya han de estar dormidos-

-Pos yo también ya quiero acostarme. Aparte, necesito que les eches un ojo porque el Humbertito se mueve mucho y no le vaya a patear la mano a Leo. Ahí te acuestas enmedio o no sé- ella ese día estaba oficialmente de vacaciones. 

-Ay bueno- rodó los ojos- Y yo que pensé que nos podíamos divertir un rato-

-Pos ya nos divertimos, ya te vas- digo, ya habían hecho lo suyo esa noche- Ay les das un beso de mi parte, vato- a ver si es cierto que podía con los dos.

-Ta bueno- se levantó- Te mamas, Rutila- salió del cuarto para ir a ver a sus hijos que encontró perdidamente dormidos.

Rutila se encogió de hombros. ¿Pos ella qué? Los dos habían querido, pero nimodo que se quedaran en lo mismo toda la noche.

El Chema se echó en el mugroso sillón, pero vaya que estaba incómodo y no podía hacerlo cama sin hacer un montonal de ruido.

-Pinche Rutila- murmuró enojado, pero se dispuso a dormir.

En casa del Chacorta, las cosas no iban mucho mejor. El Aurelio y la Mónica se habían salido a quién sabe dónde y la Luzma y el Isidrito ahí andaban dando lata.

-¡Ya, Isidro, ábrete!- el chamaco latoso no dejaba de pararse enfrente de la tele, y aunque Victor intentaba soltarle un muletazo, pues no era tan fácil.

-¡No quiero!- gritaba Isidro bastante contento de molestar a su primo.

-Pinche escuincle castroso... ¡Deja ver la tele agusto!-

-No quiero- le sacó la lengua.

Victor aprovechó la distracción del huerco y le metió la muleta entre los pies, logrando que cayera de sentón. El pequeño comenzó a llorar a grito pelado enseguida.

-Me vale, me vale- si se había caído de sentón no de cabeza.

Isidro agarro el zapato de Victor que estaba al alcance y se lo lanzó a su primo.

-¡Chamaco baboso!- sí le había dado en la mejilla.

-¡Déjame en paz!

-Tú empezaste- le sacó la lengua justo cuando llegó el Chacorta por tanto berrido.

-¡Victor me pegó con eso y me caí!- lo acusó el niño.

-El escuincle me aventó un zapato-

-Porque él me pegó primero-

-No es cierto- sí, ¿y qué? El chamaco había estado de hostigoso.

-¡Sí es cierto, Victor!

-No, no es cierto- le sacó la lengua.

Isidro soltó un chillido de nuevo.

-Ya, Victor, pídele una disculpa a tu primo-

-¿Es enserio?-

-Bueno, haz caso. Estás muy grandecito para estar peleando con Isidrito, y tú también porque si no vas a ver-

-Pero yo no fui- se quejó el niño

-Ya, perdón pero vete-

-Bájale- le advirtió su padre- Ven acá, Isidro, te pongo la tele acá-

El niño obedeció.

-Adiós, latoso- el Isidrito le sacó la lengua y él hizo lo mismo

-Síguele- le advirtió su padre mientras salía con su sobrino.

No mucho rato después, el niño escuchó la puerta y la voz de su papá y se fue corriendo a que ya se lo llevaran a su casa.

-Papi, ya me quiero ir, Victor es un grosero y me tiró-

Aurelio lo cargó.

-¿Y cómo estuvo eso, hijo?- le preguntó.

-Me tiró con la cosa esa que trae para caminar-

-Ay, mijo, no le hagas caso, ¿te lastimaste?-

-Poquito, ya vámonos, esto está de hueva- su papá siempre decía eso.

A Aurelio le dio risa que el niño repitiera su frase, pero a Chacorta y a Mónica nos les agrado mucho.

-No repitas eso, mijo-

-Pues es la verdad, que hueva, ya me quiero ir-

-Ya- le dijo su padre- Gracias por cuidarme un rato a los chamacos- le agradeció al Chacorta.

-No pasa nada, carnal, la Luzma se portó bien tranquila-

-¿Y este?- preguntó aun cargando a su hijo menor.

-Pos mira, está simpático el chamaco... Medio castrosito, pero pos bueno-

-Bueno, al menos no te dio tanta lata. Me despides de todos.

-Sí, ándale... Nos vemos, Mónica. ¿No se llevan a Luzma?-

-Sí, voy por ella- dijo Mónica entrando por la niña.    

-Ya que se quede Luzma aquí- Isidro ya se quería dormir.

-No seas maleducado, chamaco- lo regañó su padre.

-Se tarda mucho, yo ya tengo sueño- se recargó en el pecho del tipo.

-Pos ya duérmete- le empezó a acariciar la espalda.

-Ni siquiera me han dado beso de buenas noches-

-Ahorita te lo damos en casa, mijo, pero mientras intenta dormirte ya-

-No quiero soñar feo-

-¿Y por qué soñarías feo?

-Porque nadie me dio las buenas noches, y si no tienes buenas noches, tienes malas noches - el 

Chacorta se le quedó viendo con una cara de estupefacción inigualable, pero a Aurelio le dio risa la ocurrencia de su hijo y le dio un beso en frente.

-Ahí está por si te duermes en la camioneta, ahorita en la casa te doy otro-

El Chacorta rodó los ojos. También el Aurelio veía que el chango era chiflado y todavía le aplaudía.

Después de unos minutos llegaron Luzma y Mónica y por fin se fueron.

Al día siguiente, el Chema amaneció no muy de buenas. Había pasado malas noches antes, pero no en su casa y menos para levantarse a cuidar niños, porque hasta eso que la Rutila no estaba moviendo un dedo.

-Pinche Rutila- masculló cuando fue a buscar la ropa del Humbertito para que se cambiara porque saldrían ellos dos, Rutila y Leo se quedarían.

-¿Me hablabas?- la había invocado.

-No, estás loca-

-No, si ni loca ni sorda. Aparte, ¿pa qué repelas si nomás vas a salir con el Humbertito? Ponte a repelar cuando te toque llevarte a los dos y andar al pendiente-

-Sí estás loca y sorda, así que ya no me fastidies que yo no dije nada-
Rutila rodó los ojos.

-Pos mira, no creo pero igual ahí le echas un ojo al chamaco, ¿no? Nosotros vamos a estar en el centro, por si pasa cualquier cosa me hablas al celular- al principio había pensado en quedarse en la casa con el muchacho, pero pos a lo mejor le faltaba a salir y distraerse.

-Sí, sí- gruñó el Chema- Que se tape bien Leonardo porque ya ves que está enfermo-

-Bueno, le dices- ese día ella no iba a tener ni una sola responsabilidad.

El Chema rodó los ojos.

-Bien. Voy con el Humbertito- pinche vieja.

-Ándale, te lo encargo-

-Sí, como si fuera tan difícil-

-No, de seguro para ti no porque eres bien chingón-

-Pos aunque te duela, morrita-

-No, pos pa mi mejor, digo, ahí tú te encargas de los chamacos-

-Lo dices como si fuera tan difícil-

-Pues nunca lo has hecho, y la única vez que lo intentaste se te cayeron al río los dos, tú dime qué tan difícil se te habrá hecho-

-No fue mi culpa, así que no me estés chingando, ¿O apoco a ti jamás te ha pasado un accidente? Y eso que tú sólo tienes al Humbertito-

-No, si yo nomás digo, no te pongas de intenso-

-Pos no estés chingando-

-No estés de malas desde ahorita, que acabamos de llegar-

-Pos si hubiera dormido en mi cama, tal vez hubiera amanecido de buenas-

-Tú dijiste que ibas a cuidar a los niños-

-Como sea, ya no me quites el tiempo-

-No pos con ese humor ni ganas... ¿Cómo amanecieron?- vio a los muchachos bajando a la cocina.

-Bien-  contestó sin muchos ánimos Leo.

-¿Seguro?- el muchacho se sentó junto a ella- No te ves muy bien-

-Pues sí, no me siento tan bien-

-¿Qué sientes?-

-Me duele mucho la mano-

-Sí me imagino... Oye, y si te tomas las pastillas para el dolor y nos vamos a dar la vuelta? Podemos salirnos al centro o a algún otro lado, así plan tranqui nomás a distraernos-

No quería.

-Sí, estaría bien, ¿no?-

-Pero nomás si quieres, Leo, sino nos podemos quedar aquí y no pasa nada-

-Pues sí podríamos salir, ¿ustedes a dónde van?- le preguntó a su padre.

-A Real del Monte, ¿quieres ir?-

-¡Sí! -Se emocionó el pequeño.

-Sí, mijo, pero le pregunto a tu hermano- ya sabía que Humbertito sí quería ir.

-No... no tengo ganas-

-¿Pero no acabas de decir que podrías salir?- sólo le faltaba que con Rutila sí, pero nada más.

-Bueno pues... entonces vamos los cuatro, sino mejor me quedo con Rutila-

-¿Pero cuál es el problema con que Rutila se quede?-

-¡Yo también quiero que vayamos los cuatro!- saltó de emoción Humbertito.- ¿Sí, mami?-

-¿Ya ves?- dijo Leo- Es buena idea-

-Pero…- era su día de vacaciones- Pos pueden ir con su papá y va a estar muy divertido-

-No- Humbertito la vio triste- Yo quiero que vayas tú también-

-Pero su papá quiere ir nomás con ustedes-

-Achis, achis, no por mi encantado de que vayamos todos. Nombre, por mí no hay problema, mijito- pinche Rutila, le quería echar la bronca.

-Tú me dijiste que querías disfrutar a los niños- le dirigió una mirada penetrante.

-Pos sí,¿ pero que mejor disfrutarte a ti también con los huercos?-

-Ya, está bien- ya que- Nos vamos en mi camioneta, vayan por sus cosas- le  dijo a los niños.

Los chamacos obedecieron y el Chema le dedicó una sonrisa a Rutila.

-Que mejor que un día en familia, ¿que no?-

-Eres un huevón, Chema, hoy te tocaba cuidarlos a ti- sacó las llaves.

El Chema rodó los ojos.

-No dramatices, Ruti, si yo no fui el de la idea-

-Ya que... Yo nada más voy de acompañante, el que los va a cuidar eres tú- a ver si no se le mataban.

-Ay ya relájate que ni es tan difícil- 

-Te apuesto a que no los cuidas un día sin que alguno termine llorando o con un accidente-

-Ni tú, así que ya deja de estar chingando-

-Por qué le hablas así a mi mamá?- el más chiquito ya había bajado.

-Perdón, hijo- se disculpó- Perdón, Ruti, me alteré-

Humbertito fue y le dio la mano a su mamá en lo que llegaba Leo.

-Mi mamá no tiene la culpa de que estés de malas. Si no te gusta dormirte con nosotros, pues vete a otro cuarto-

-No es eso, mijo, fue un accidente- 

El niño se encogió de hombros, pero se quedó ahí con su mamá.

-Mejor me quedo con Rutila- Leonardo bajó con su teléfono en la mano. La idea de salir con el Humbertito y Rutila estaba buena, pero de lejos se veía que el hombre no había amanecido del mejor humor, y pos el Humbertito tenía razón.

El Chema rodó los ojos.

-Pos como quieran-

-Yo también- al más chiquito tampoco le gustaba que le anduvieran gritando a su mamá.

-No, chamacos, ya no se pongan de dramáticos. Vámonos mejor que se hace tarde- Rutila se levantó con las llaves en la mano, nomás le faltaba que el Chema le armara una escenita de celos después.

-Bueno- soltó Leo nada contento- Como sea-

-No, mija, pos gracias, pero a fuerzas ni los zapatos- le dijo a Rutila- Y si no quieren ir está bueno, yo me voy a dormir y pos ahí a ver los huercos en qué se entretienen-

-No mames, Chema, tú también no empieces con tus cosas, por eso estos dos son así- rodó los ojos Rutila.

-¿Así cómo?-

-Berrinchudos y sentidos, si tú eres así. Ya vamos a ir todos y dejen de estar con sus tonterías-

-Nosotros no somos así- se defendió el muchacho.

-Que grosera- masculló el chiquito.

Rutila le dirigió una mirada de muerte al Chema.

-¿Sabes qué? Por eso estamos como estamos, el Humbertito y yo por nuestro lado y tú aquí, y mejor ni le movemos, así que bueno, yo me regreso pa mi casa, al rato vengo por hijo y como si nada-  

-No, no, no, espérate, Rutila- le agarró el brazo.

-¿Que espérate ni que nada? Contigo todo es un rollo y yo ya no pienso batallar más con tus tonterías-

-Te juro que no va a ser así-

-No mames, si no ha pasado un día y ve...-

-Pero ya no va a pasar. Vamos a salir hoy, tú manejas y escoges que comer y lo que quieras, pero vamos- nomás le faltaba ponérsele de rodillas... otra vez- Me duermo en el sillón todos los días si quieres, pero quédate-

El Chema negaría por siempre el haberse puesto a rogar, pero era su oportunidad de volver con Rutila y no estaba dispuesto a dejarla ir.

Rutila negó con la cabeza, y esque tampoco quería hacer una escenita frente a los niños. 

-Bueno, pues... Ya mejor agarren sus cosas para irnos- decidió al fin. 

1 comentario:

  1. Excelente capítulo!!!!! Ay, Dios ! La que le espera al Chema ! Muy lindo leerlas tan pronto !! ��������

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