-¿Estos días qué?- se escuchó a Leo desde las escaleras. Ya
se había dormido, pero había tenido que levantarse al baño y de regreso había
escuchado a la Rutila ahí.
-Humbertito y Rutila se van a quedar- dijo Chema.
-Humbertito y Rutila se van a quedar- dijo Chema.
-Ah- dijo nada contento- Bueno...-
-¿No estás contento?- Humbertito volteó a verlo con una
sonrisa de oreja a oreja. A él sí le estaba gustando muchísimo la idea, siempre
y cuando estuvieran incluidos su mamá y Pompeyo, todo bien.
-Sí- respondió- Ahorita vengo-
-Sí- respondió- Ahorita vengo-
-¿A dónde vas? Te acompaño-
-Ya me voy a regresar a dormir-
-Bueno, ahorita te vemos cuando nos vayamos a tu cuarto a
dormir- le dijo su hermanito.
-¿A mi cuarto?- preguntó Leo.
-¿A mi cuarto?- preguntó Leo.
-Sí, nos dormiremos en el
sofá cama por si necesitas algo- le explicó su papá.
-Ah ya…- respondió Leo.
-¿Te sientes bien?- Humbertito lo veía como con ganas de
vomitar- ¿Quieres ir al doctor?-
-No, sólo no me siento bien-
-No, sólo no me siento bien-
-Bueno, te acompaño- hizo que su papá lo bajara y fue a
darle la mano a su hermano.
-Bueno- le sonrió- Te puedes dormir conmigo si quieres- le
dio su mano buena.
-Sí, ¿qué te pasó en la mano?- le preguntó cuando empezaron a caminar rumbo al cuarto.
-Sí, ¿qué te pasó en la mano?- le preguntó cuando empezaron a caminar rumbo al cuarto.
Rutila le pegó al Chema en el brazo.
-¿Qué te pasa?- dijo él sorprendido.
-¿Cómo le dices eso a Leo así tan campante, Chema?-
-¿Qué?-
-¿Pues no le viste la carita cuando le dijiste que nos
íbamos a quedar o qué?-
-Ay pues luego se acostumbra, le va a hacer bien estar con
el morrito y contigo-
-Pero esque tenías que hablar con él, no decirle así como si
le dijeras qué vamos a comer. Oye, no sé si quedarme, mira que tampoco quiero
incomodar al chamaco-
-Ya mañana hablo bien con él, ya cálmate y ven, te llevo al
cuarto y me voy con los chamacos
-Pues... Te puedes quedar en el cuarto un rato, digo, para
que me lo enseñes-
-Pos arre, Ruti-
Pero rato después de "mostrarle el cuarto", cuando
la Rutila ya estaba instalada y todo, no tan sutilmente volteó con el Chema.
-Bueno, pos ya llégale con los niños, ¿no?- lo veía muy
cómodo ahí en la cama- Ábrete que ya me voy a dormir-
-No pos ya voy, ¿Cuál es la prisa? Si los morros ya han de
estar dormidos-
-Pos yo también ya quiero acostarme. Aparte, necesito que
les eches un ojo porque el Humbertito se mueve mucho y no le vaya a patear la
mano a Leo. Ahí te acuestas enmedio o no sé- ella ese día estaba oficialmente
de vacaciones.
-Ay bueno- rodó los ojos- Y yo que pensé que nos podíamos
divertir un rato-
-Pos ya nos divertimos, ya te vas- digo, ya habían hecho lo
suyo esa noche- Ay les das un beso de mi parte, vato- a ver si es cierto que
podía con los dos.
-Ta bueno- se levantó- Te mamas, Rutila- salió del cuarto
para ir a ver a sus hijos que encontró perdidamente dormidos.
Rutila se encogió de hombros. ¿Pos ella qué? Los dos habían
querido, pero nimodo que se quedaran en lo mismo toda la noche.
El Chema se echó en el mugroso sillón, pero vaya que estaba
incómodo y no podía hacerlo cama sin hacer un montonal de ruido.
-Pinche Rutila- murmuró enojado, pero se dispuso a dormir.
En casa del Chacorta, las cosas no iban mucho mejor. El
Aurelio y la Mónica se habían salido a quién sabe dónde y la Luzma y el Isidrito
ahí andaban dando lata.
-¡Ya, Isidro, ábrete!- el chamaco latoso no dejaba de
pararse enfrente de la tele, y aunque Victor intentaba soltarle un muletazo,
pues no era tan fácil.
-¡No quiero!- gritaba Isidro bastante contento de molestar a
su primo.
-Pinche escuincle castroso... ¡Deja ver la tele agusto!-
-No quiero- le sacó la lengua.
Victor aprovechó la distracción del huerco y le metió la
muleta entre los pies, logrando que cayera de sentón. El pequeño comenzó a
llorar a grito pelado enseguida.
-Me vale, me vale- si se había caído de sentón no de cabeza.
Isidro agarro el zapato de Victor que estaba al alcance y se
lo lanzó a su primo.
-¡Chamaco baboso!- sí le había dado en la mejilla.
-¡Déjame en paz!
-¡Déjame en paz!
-Tú empezaste- le sacó la lengua justo cuando llegó el
Chacorta por tanto berrido.
-¡Victor me pegó con eso y me caí!- lo acusó el niño.
-El escuincle me aventó un zapato-
-Porque él me pegó primero-
-No es cierto- sí, ¿y qué? El chamaco había estado de
hostigoso.
-¡Sí es cierto, Victor!
-No, no es cierto- le sacó la lengua.
Isidro soltó un chillido de nuevo.
-Ya, Victor, pídele una disculpa a tu primo-
-¿Es enserio?-
-Bueno, haz caso. Estás muy grandecito para estar peleando
con Isidrito, y tú también porque si no vas a ver-
-Pero yo no fui- se quejó el niño
-Ya, perdón pero vete-
-Bájale- le advirtió su padre- Ven acá, Isidro, te pongo la
tele acá-
El niño obedeció.
-Adiós, latoso- el Isidrito le sacó la lengua y él hizo lo
mismo
-Síguele- le advirtió su padre mientras salía con su
sobrino.
No mucho rato después, el niño escuchó la puerta y la voz de
su papá y se fue corriendo a que ya se lo llevaran a su casa.
-Papi, ya me quiero ir, Victor es un grosero y me tiró-
Aurelio lo cargó.
-¿Y cómo estuvo eso, hijo?- le preguntó.
-Me tiró con la cosa esa que trae para caminar-
-Ay, mijo, no le hagas caso, ¿te lastimaste?-
-Poquito, ya vámonos, esto está de hueva- su papá siempre
decía eso.
A Aurelio le dio risa que el niño repitiera su frase, pero a
Chacorta y a Mónica nos les agrado mucho.
-No repitas eso, mijo-
-Pues es la verdad, que hueva, ya me quiero ir-
-Ya- le dijo su padre- Gracias por cuidarme un rato a los
chamacos- le agradeció al Chacorta.
-No pasa nada, carnal, la Luzma se portó bien tranquila-
-¿Y este?- preguntó aun cargando a su hijo menor.
-Pos mira, está simpático el chamaco... Medio castrosito,
pero pos bueno-
-Bueno, al menos no te dio tanta lata. Me despides de todos.
-Sí, ándale... Nos vemos, Mónica. ¿No se llevan a Luzma?-
-Sí, voy por ella- dijo Mónica entrando por la niña.
-Ya que se quede Luzma aquí- Isidro ya se quería dormir.
-No seas maleducado, chamaco- lo regañó su padre.
-Se tarda mucho, yo ya tengo sueño- se recargó en el pecho
del tipo.
-Pos ya duérmete- le empezó a acariciar la espalda.
-Ni siquiera me han dado beso de buenas noches-
-Ahorita te lo damos en casa, mijo, pero mientras intenta
dormirte ya-
-No quiero soñar feo-
-¿Y por qué soñarías feo?
-Porque nadie me dio las buenas noches, y si no tienes
buenas noches, tienes malas noches - el
Chacorta se le quedó viendo con una
cara de estupefacción inigualable, pero a Aurelio le dio risa la ocurrencia de su hijo y le
dio un beso en frente.
-Ahí está por si te duermes en la camioneta, ahorita en la
casa te doy otro-
El Chacorta rodó los ojos. También el Aurelio veía que el
chango era chiflado y todavía le aplaudía.
Después de unos minutos llegaron Luzma y Mónica y por fin se
fueron.
Al día siguiente, el Chema amaneció no muy de buenas. Había
pasado malas noches antes, pero no en su casa y menos para levantarse a cuidar
niños, porque hasta eso que la Rutila no estaba moviendo un dedo.
-Pinche Rutila- masculló cuando fue a buscar la ropa del
Humbertito para que se cambiara porque saldrían ellos dos, Rutila y Leo se
quedarían.
-¿Me hablabas?- la había invocado.
-No, estás loca-
-No, si ni loca ni sorda. Aparte, ¿pa qué repelas si nomás
vas a salir con el Humbertito? Ponte a repelar cuando te toque llevarte a los
dos y andar al pendiente-
-Sí estás loca y sorda, así que ya no me fastidies que yo no
dije nada-
Rutila rodó los ojos.
-Pos mira, no creo pero igual ahí le echas un ojo al
chamaco, ¿no? Nosotros vamos a estar en el centro, por si pasa cualquier cosa
me hablas al celular- al principio había pensado en quedarse en la casa con el
muchacho, pero pos a lo mejor le faltaba a salir y distraerse.
-Sí, sí- gruñó el Chema- Que se tape bien Leonardo porque ya
ves que está enfermo-
-Bueno, le dices- ese día ella no iba a tener ni una sola
responsabilidad.
El Chema rodó los ojos.
-Bien. Voy con el Humbertito- pinche vieja.
-Ándale, te lo encargo-
-Sí, como si fuera tan difícil-
-No, de seguro para ti no porque eres bien chingón-
-Pos aunque te duela, morrita-
-No, pos pa mi mejor, digo, ahí tú te encargas de los
chamacos-
-Lo dices como si fuera tan difícil-
-Pues nunca lo has hecho, y la única vez que lo intentaste
se te cayeron al río los dos, tú dime qué tan difícil se te habrá hecho-
-No fue mi culpa, así que no me estés chingando, ¿O apoco a
ti jamás te ha pasado un accidente? Y eso que tú sólo tienes al Humbertito-
-No, si yo nomás digo, no te pongas de intenso-
-Pos no estés chingando-
-No estés de malas desde ahorita, que acabamos de llegar-
-Pos si hubiera dormido en mi cama, tal vez hubiera
amanecido de buenas-
-Tú dijiste que ibas a cuidar a los niños-
-Como sea, ya no me quites el tiempo-
-No pos con ese humor ni ganas... ¿Cómo amanecieron?- vio a
los muchachos bajando a la cocina.
-Bien- contestó sin
muchos ánimos Leo.
-¿Seguro?- el muchacho se sentó junto a ella- No te ves muy
bien-
-Pues sí, no me siento tan bien-
-¿Qué sientes?-
-Me duele mucho la mano-
-Sí me imagino... Oye, y si te tomas las pastillas para el
dolor y nos vamos a dar la vuelta? Podemos salirnos al centro o a algún otro
lado, así plan tranqui nomás a distraernos-
No quería.
-Sí, estaría bien, ¿no?-
-Pero nomás si quieres, Leo, sino nos podemos quedar aquí y
no pasa nada-
-Pues sí podríamos salir, ¿ustedes a dónde van?- le preguntó
a su padre.
-A Real del Monte, ¿quieres ir?-
-¡Sí! -Se emocionó el pequeño.
-Sí, mijo, pero le pregunto a tu hermano- ya sabía que
Humbertito sí quería ir.
-No... no tengo ganas-
-¿Pero no acabas de decir que podrías salir?- sólo le
faltaba que con Rutila sí, pero nada más.
-Bueno pues... entonces vamos los cuatro, sino mejor me
quedo con Rutila-
-¿Pero cuál es el problema con que Rutila se quede?-
-¡Yo también quiero que vayamos los cuatro!- saltó de
emoción Humbertito.- ¿Sí, mami?-
-¿Ya ves?- dijo Leo- Es buena idea-
-Pero…- era su día de vacaciones- Pos pueden ir con su papá
y va a estar muy divertido-
-No- Humbertito la vio triste- Yo quiero que vayas tú
también-
-Pero su papá quiere ir nomás con ustedes-
-Achis, achis, no por mi encantado de que vayamos todos. Nombre,
por mí no hay problema, mijito- pinche Rutila, le quería echar la bronca.
-Tú me dijiste que querías disfrutar a los niños- le dirigió
una mirada penetrante.
-Pos sí,¿ pero que mejor disfrutarte a ti también con los
huercos?-
-Ya, está bien- ya que- Nos vamos en mi camioneta, vayan por
sus cosas- le dijo a los niños.
Los chamacos obedecieron y el Chema le dedicó una sonrisa a
Rutila.
-Que mejor que un día en familia, ¿que no?-
-Eres un huevón, Chema, hoy te tocaba cuidarlos a ti- sacó
las llaves.
El Chema rodó los ojos.
-No dramatices, Ruti, si yo no fui el de la idea-
-Ya que... Yo nada más voy de acompañante, el que los va a
cuidar eres tú- a ver si no se le mataban.
-Ay ya relájate que ni es tan difícil-
-Te apuesto a que no los cuidas un día sin que alguno termine
llorando o con un accidente-
-Ni tú, así que ya deja de estar chingando-
-Por qué le hablas así a mi mamá?- el más chiquito ya había
bajado.
-Perdón, hijo- se disculpó- Perdón, Ruti, me alteré-
Humbertito fue y le dio la mano a su mamá en lo que llegaba
Leo.
-Mi mamá no tiene la culpa de que estés de malas. Si no te
gusta dormirte con nosotros, pues vete a otro cuarto-
-No es eso, mijo, fue un accidente-
El niño se encogió de hombros, pero se quedó ahí con su
mamá.
-Mejor me quedo con Rutila- Leonardo bajó con su teléfono en
la mano. La idea de salir con el Humbertito y Rutila estaba buena, pero de
lejos se veía que el hombre no había amanecido del mejor humor, y pos el
Humbertito tenía razón.
El Chema rodó los ojos.
-Pos como quieran-
-Yo también- al más chiquito tampoco le gustaba que le
anduvieran gritando a su mamá.
-No, chamacos, ya no se pongan de dramáticos. Vámonos mejor
que se hace tarde- Rutila se levantó con las llaves en la mano, nomás le
faltaba que el Chema le armara una escenita de celos después.
-Bueno- soltó Leo nada contento- Como sea-
-No, mija, pos gracias, pero a fuerzas ni los zapatos- le dijo
a Rutila- Y si no quieren ir está bueno, yo me voy a dormir y pos ahí a ver los
huercos en qué se entretienen-
-No mames, Chema, tú también no empieces con tus cosas, por
eso estos dos son así- rodó los ojos Rutila.
-¿Así cómo?-
-Berrinchudos y sentidos, si tú eres así. Ya vamos a ir
todos y dejen de estar con sus tonterías-
-Nosotros no somos así- se defendió el muchacho.
-Que grosera- masculló el chiquito.
Rutila le dirigió una mirada de muerte al Chema.
-¿Sabes qué? Por eso estamos como estamos, el Humbertito y
yo por nuestro lado y tú aquí, y mejor ni le movemos, así que bueno, yo me
regreso pa mi casa, al rato vengo por hijo y como si nada-
-No, no, no, espérate, Rutila- le agarró el brazo.
-¿Que espérate ni que nada? Contigo todo es un rollo y yo ya
no pienso batallar más con tus tonterías-
-Te juro que no va a ser así-
-No mames, si no ha pasado un día y ve...-
-Pero ya no va a pasar. Vamos a salir hoy, tú manejas y
escoges que comer y lo que quieras, pero vamos- nomás le faltaba ponérsele de
rodillas... otra vez- Me duermo en el sillón todos los días si quieres, pero
quédate-
El Chema negaría por siempre el haberse puesto a rogar, pero
era su oportunidad de volver con Rutila y no estaba dispuesto a dejarla ir.
Rutila negó con la cabeza, y esque tampoco quería hacer una
escenita frente a los niños.
-Bueno, pues... Ya mejor agarren sus cosas para irnos- decidió
al fin.
Excelente capítulo!!!!! Ay, Dios ! La que le espera al Chema ! Muy lindo leerlas tan pronto !! ��������
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