El niño salió corriendo y le sacó la lengua a
Rutila burlonamente mientras corría rumbo a los demás niños.
-No, pues por eso se porta como se porta-
soltó ella cuando regresó su padre.
-Es la edad- repuso Aurelio.
-Pues Humbertito es de la edad y no se porta
así- comentó Leo muy casualmente.
-Ah, pos nadie te preguntó, chamaco- Aurelio
volteó a verlo de malas. Escuincle igualado...
Leo le volteó los ojos enojado, pues qué
carácter.
-A lo mejor es de familia- repuso sin
importarle que su padre lo estuviera viendo y Victor se rió.
-Pues no creo porque nadie más arma esas
escenitas- y no por mala onda, pero el Isidrito sí era bien castroso.
Leo se encogió de hombros.
-Pues como sea.
-¿Ya nos podemos ir o quieren seguir
platicando?- Victor se estaba muriendo de hueva ahí sentado con puro anciano-
Pa, yo ya estoy bien aburrido aquí-
-Bueno, pues váyanse-
-Sí, mejor- Aurelio no necesitaba criticones
ahí.
-Ya ni la chingas, carnal- soltó el Chacorta
cuando los dos pubertos se fueron a bobear por ahí- Yo que pensaba que el
Chemita mayor estaba mal, ahí sin ofender- volteó con el Chema- Pero qué
fregados pasa con el morrito ese tuyo?-
-Pues así es la edad- respondió Aurelio, no le iba a enseñar
después de 4 hijos.
-Pos los míos nunca tuvieron esa edad, digo-
-Sí, el Humbertito tampoco- comentó el Chema
como no queriendo.
-Pues tú ni estás todo el tiempo aquí como
para andar diciendo- soltó Aurelio.
-No, si con este rato bastó y sobró-
-Ay sí- suspiró Aurelio- No sé qué le pase,
pero pues no creo que le dure mucho-
-Pos esperemos no sea contagioso- el Chema le
tomó a su tequila- Porque pos el Humbertito siempre se porta bien-
-Porque lo ves a ratos, pero luego la Rutila
anda batalle u batalle- y no mentía.
-Ahora resulta... Si la Rutila anduviera
batallando, ya me hubiera dicho-
-Pos pregúntale, no miento-
El Chema volteó con su ex.
-Ándale, dile a tu papá que no ande de hocicón
si no sabe-
-Pos no es mentira- dijo Rutila- No hace los mismos berrinches que el otro huerco, pero pues claro que ando batallando de repente-
-Pos no es mentira- dijo Rutila- No hace los mismos berrinches que el otro huerco, pero pues claro que ando batallando de repente-
-A ver, Rutila, no mames, ¿cómo está eso?-
-Pos así, Chema, es un niño, no anda todo el
tiempo de buenas-
-Pos conmigo sí-
-Pos claro, si lo ves un día a la semana y lo
llevas a pasear. Yo pasó con él todo el día todos los días-
El Chema maldijo por lo bajo.
-¿Entonces qué propones o qué?-
-Pos que vengas a verlo más seguido, y sino
pues nada, yo estoy bien educando a mi hijo, no necesito que me ayudes-
-¿Pos no que se porta mal?-
-¿Pos no que se porta mal?-
-Pos sí, pero yo no me quejo, si no nacen
educados-
-Pos sí, pero primero me dices que nomás el
viernes, y veremos, ¿y ahora me reclamas que venga más seguido? Si se fueran a
vivir conmigo, esto no estaría pasando-
-No mames, estás loco, si no puedes con Leo… No
te ando reclamando nada, tú preguntaste que qué querías que hiciéramos, pero pos
si quieres, sino mira yo estoy agusto así-
-A ver, claro que puedo con Leonardo. Aquí
anda y sigue vivo, ¿no? Además, ¿tú qué vas a andar sabiendo de pubertos si
cuidas a un niñito de 6 años?-
-Ay ya cállate, y deja de andar de hocicón-
-Ay, no jodas... Todos aquí sabemos que los
hijos deben de estar con su padre-
-Eso sí es cierto, mija- habló el Chacorta-
¿Por qué crees que me traje al Victor conmigo en lugar de dejárselo a su mamá?
Y al Carlitos ni se diga-
-Pues yo educó bien a mi hijo, y está bien
conmigo, así que no estén chingando- se levantó- Pinches machos… Voy a ver a
los niños-
-La verdad no peca pero bien que incomoda- le soltó el Chema- No quiere, pero luego se anda quejando-
-La verdad no peca pero bien que incomoda- le soltó el Chema- No quiere, pero luego se anda quejando-
-Déjala, así son las morras de necias- respondió
Aurelio.
-Pos sí, pero después no quiero otra Rutila, o
un Isidrillo, que pinche hueva-
-Ay, ni otro Leonardito, hocicón- si le había
bastado con su discusión para saber que el morro quería estar peleando todo el
rato.
-Ay cállate, al Leonardo ni lo conoces-
-Sólo me basto ver su escenita para saber- si él
tampoco conocía al Isidro.
-Pos oye, cualquiera se harta con tanta
pregunta de vieja metiche de vecindad-
Aurelio soltó una carcajada.
-Te mamás, Chema, si lo de la camioneta y que
ni quería venir, ¿Yo qué?
-Pos tú con "¿Estás agusto, mijo?"
Sí, está muy agusto, ¿y eso qué?-
-Sólo eran preguntas, no es mi culpa que tu hijo sea un mamonsito-
-Sólo eran preguntas, no es mi culpa que tu hijo sea un mamonsito-
-Sí, y los tuyos muy agradables-
-Pos tienes un hijo con una, ¿no? Entonces ni
digas-
-Sí, pero no fue por simpática-
Aurelio negó con la cabeza.
-Pues ahí sí no sé-
El Chema dio otro trago. Pinche Casillas...
Mientras tanto Victor y Leo planeaban algo que
hacer.
-¿Estás seguro, wey?- preguntó Leo.
-¿Estás seguro, wey?- preguntó Leo.
-Te digo que nadie las usa nunca, ¿te quieres
subir o no? Digo, igual puedes esperarte aquí si te da miedo- Rutila tenía
varias motos y demasiado terreno, nadie los iba a ver.
-No mames, no me da miedo, wey, pero pues
tampoco quiero problemas-
-¿Con quién? Nadie se va a enterar-
-Bueno…-
-Pos órale, pa luego es tarde-
Y aunque manejar las motos no era lo difícil,
ninguno se puso a considerar lo mucho que había llovido por la zona esos últimos
días.
Y esque además las motos no estaban muy bien que digamos, tenían mucho sin usarse.
Y esque además las motos no estaban muy bien que digamos, tenían mucho sin usarse.
Todo seguía relativamente en control hasta que
en una bajada la moto de Victor derrapó… Y luego Leonardo por esquivar a Victor.
Aunque no pasó ninguna tragedia, los muchachos tampoco terminaron ilesos. Leonardo no podía mover la muñeca y Victor había apoyado el pie estúpidamente tan sólo para maldecir por lo bajo.
Aunque no pasó ninguna tragedia, los muchachos tampoco terminaron ilesos. Leonardo no podía mover la muñeca y Victor había apoyado el pie estúpidamente tan sólo para maldecir por lo bajo.
-No mames, Victor, hay que ver cómo poner
estas cosas en su lugar-
Victor lo volteó a ver estupefacto.
-Wey, ¿y cómo? No puedo ni caminar, ¿te las
llevas cargando con la mano así o qué?-
-Bueno, ¿y entonces qué hacemos? No quiero más
problemas, no mames-
-Cálmate, pos no sé... Te apuesto que si las
dejamos aquí, nadie lo va a notar-
-Pues vámonos ya, wey- le dolía muchísimo la
muñeca.
-Ya voy- estaba cojeando, pero nimodo que se
fuera brincando en un pie.
-Te ayudo- se le acercó- Wey, le vas a tener
que decir al Chacorta-
-¿Estás loco? Claro que no-
-¿Y cómo planeas disimular? Si ni puedes
caminar-
-No sé, ¿y tú qué?-
-Es más fácil-
-No puedes ni mover la mano-
-Pues sí, pero la escondo y ya-
-Se te va a caer la mano-
-No mames, obvio no-
-Pinches motos, wey-
-Ya sé…-
-¡Victor!- escuchó que le gritaban de pronto.
-Puta madre, ¿Y ahora qué hacemos?-
Victor se tragó la mueca de dolor y se sostuvo
en pie como Dios le dio a entender.
-¡¿Qué?!-
-¿Dónde están, que no contestan?- dijo su
padre- Ya le andamos cantando las mañanitas al Humbertito, muévanse-
-Sí, ya vamos- hizo lo mejor que pudo por
caminar.
-Córranle-
Victor rodó los ojos. Si le chocaba que lo
apuraran, en ese momento más.
-Pero ya- le gruñó Chacorta caminando adelante de ellos, ya llevaba rato hablándoles.
-Pero ya- le gruñó Chacorta caminando adelante de ellos, ya llevaba rato hablándoles.
Los muchachos se miraron entre sí y Victor a
leguas se notaba que estaba maldiciendo una y otra vez en su cabeza.
Cuando por fin llegaron, el Chema y Chacorta los fulminaron con la mirada porque ya habían acabado.
Cuando por fin llegaron, el Chema y Chacorta los fulminaron con la mirada porque ya habían acabado.
Victor sólo se sentó a esperar a que le dieran
el bendito pastel y a hacer un esfuerzo por pretender que no le dolía el
tobillo como el infierno.
-¿Que tienes?- le dijo Chacorta, si la cara de
su hijo se veía rara- ¿Te sientes mal?-
-No, todo bien- agarró el pastel que le dio
Rutila mientras dejaba la pata extendida.
-¿Seguro, mijo?-
-Sí, estoy…- en ese justo momento al Carlitos
se le ocurrió tropezarse con su pie- ¡#$%&/(), Carlos! ¡¿No te fijas o
qué?!- estaba casi llorando... casi.
-Oye no le hables así- lo regañó su papá- Ni
fue para tanto, ¿o sí?- ¿qué le podía haber hecho su hijo pequeño?- ¿Estás
bien, Carlitos?-
-Sí, ya, como sea- Victor se estaba
conteniendo.
-Fue accidente- Carlitos lo volteo a ver más
extrañado que nada. Si casi ni lo había tocado.
-Ya no le hagas caso, y tú ya deja de estar de
jeta. Si no tienes nada, bájale- ya le había preguntado bien.
-No estoy haciendo nada-
-Pues no estés de grosero con tu hermano, que no fue a propósito-
-Pues no estés de grosero con tu hermano, que no fue a propósito-
-Ya te dije que está bien- trató de ver el
pastel para no echarle jetas a nadie.
-Ya me quiero ir- se acercó Leo al Chema-
Enserio-
-¿Por qué? ¿Te sientes peor o qué?-
-¿Por qué? ¿Te sientes peor o qué?-
-Sí, ya vámonos- respondió Leo.
-¿Qué tienes?-
-Pues me siento mal- con el dolor de la mano,
todo lo demás parecían cosquillas.
-Está bueno, pues- ya que- Nomás nos
despedimos de tu hermano y ya... ¡Mijito!-
Humbertito fue con ellos.
-¿Mande?-
-Mijo, ya nos tenemos que ir a la casa porque
tu hermano no se siente bien- esperaba que el chamaco no se pusiera de necio.
-Pero... - miró enojado a su hermano- Yo quiero que te quedes-
-Pero... - miró enojado a su hermano- Yo quiero que te quedes-
-Pues sí, pero me siento muy mal. Mejor luego
nos vemos- la mano lo estaba matando.
Humbertito vio a su padre.
-Pero no quiero-
-Pero no es de que quieras- se desesperó
Leonardo.
-Oye oye, bájale que tampoco le vas a estar
hablando así a tu hermanito, escuincle grosero-
-Pues ya me quiero ir- gruñó
-¡Pues vete tú!- le gritó su hermanito
empezando a llorar- ¡Mamá!-
-¿Qué pasó, Chema?- Rutila se acercó
fulminando al hombre con la mirada.
-Nada, Rutila, es que ya nos vamos porque Leo
se siente mal- le explicó de mal humor.
-¡Pero yo no quiero!- se abrazó a ella.
El Chema ya iba a abrir la bocota, pero por un
lado uno de sus hijos estaba llorando y el otro traía una cara...
-Mira, ¿por qué no te vas a la casa en la
noche y te quedas ahí toda la semana?- le soltó al niño.
-No- una cosa era ir uno o dos días, pero él adoraba a su mamá por sobre todas las cosas y no sé iba a ir una semana.
-No- una cosa era ir uno o dos días, pero él adoraba a su mamá por sobre todas las cosas y no sé iba a ir una semana.
-Pues esque entonces no sé qué hacer, ahorita
ya nos tenemos que ir-
El niño vio a su mamá y luego regresó a él.
-Pues ya vete-
El Chema volteó a ver a la mamá del huerco con
una expresión de "Haz algo".
-Oye, no le hables así a tu papá- le dijo Rutila.
-Oye, no le hables así a tu papá- le dijo Rutila.
-Pues esque no es justo- puso un puchero.
-Pero podemos venir mañana. Si tu hermano está
enfermo, tiene que descansar-
-No quiero-
-Ay ya vámonos- dijo Leo.
-Bueno, ve a despedirte de los demás y
espérame en la camioneta-
Leonardo rodó los ojos enojado y se fue a
despedir, él quería mucho a su hermanito pero el dolor en su mano lo estaba
matando.
-Mijito, mañana venimos a verte, pero Leonardo
se siente muy mal- se le veía- No puedo traerlo de aquí para allá todo enfermo-
El pequeño puso un puchero.
-Ya que- respondió sin soltarse de su mamá.
-No pongas esa cara- lo acercó para abrazarlo-
Vengo mañana para llevarte a donde tú quieras-
-¿Y si Leo sigue enfermo?-
Pero que pinches pesimistas eran los niños
esos días.
-Te invitamos a la casa a ver películas-
-Mejor si no se siente Leo bien, lo dejan para
otro día- interrumpió Rutila- Humbertito, no aguanta más de dos películas sin
aburrirse –y era cierto, tenía seis años, ¿en qué pensaba el bruto del Chema?
-Sí, o jugamos o nadamos en la casa-
-Está bien- dijo el niño nada convencido.
-Como tú veas, mijito. Si nos queremos quedar,
pero ahorita no se puede-
-Bueno, adiós- respondió el pequeño
El Chema lo abrazó fuerte y le besó la
mejilla.
-Felicidades, mijito-
-Gracias, te quiero, papá-
-Yo más, chamaco- lo apretó fuerte.
-¿Ya nos podemos ir?- Leo llegó a apurarlos.
Él que quería casi arrancarse la mano y los otros dos puros besos y abrazos.
-Si, ya vámonos pues- le dio un último beso a
su hijo, quien se veía un poco menos triste.
-Pues ya- Se despidió de Rutila y de su
hermanito muy apenas con la mano, y se fue a la camioneta
-¿Qué tienes, mijo?- le preguntó ya en la
camioneta. Había regresado al pastel todo sucio, raro y de malas.
-Me siento mal...-
-Sí, ¿pero de qué? Necesito saber para que el doctor
te revise al rato que vaya a la casa-
-No necesito al estúpido doctor- se quejó
-No lo voy a discutir- decidió ir el resto de
camino en silencio y dejarlo descansar.
Mientras Victor traía una cara...
Mientras Victor traía una cara...
-¿Ya nos vamos?- le preguntó Chacorta. Ya que
no le decía nada, mejor le preguntaba en la casa.
-Sí, ya-
-Pues ándale, voy por Carlitos-
-Pues ándale, voy por Carlitos-
Victor fue a treparse a la camioneta sin
despedirse.
Cuando llegaron su papá y su hermano, Chacorta
no le dijo nada porque traía una carita que no necesitaba verlo más de dos
veces para saber que el morro se sentía mal.
-¿Que tienes, eh?-
-Nada- se recargó en la puerta.
-Yo creo que algo traes y no me estás diciendo,
pero mejor le hablo a un doctor y dejo de batallar, o si sólo andas de jeta
pues ya me la quitas-
-Sí, ya voy- trató de no voltearlo a ver de
ahí a su casa. Con lo que no contaba era con espantarse a la hora de bajar de
la camioneta... no se había puesto a pensar en que su casa era grandísima y
aparte su cuarto estaba en el segundo piso. Cada maldito paso le dolía como el
infierno, prefería dormir afuera que siquiera intentar subir.
-Ya métete, ¿qué te pasa?- le preguntó su
padre- Y ya, Victor, deja de decirme que nada, que andas bien raro-
-Esque- Chacorta lo quiso jalar para que se
bajara, pero Victor se zafó. Ni loco, se la estaba pasando muy mal. De por sí
habían caminado de regreso a la piñata, que a decir verdad les había quedado
bastante lejecitos después de derrapar y caer colina abajo.
-¿Es que, qué? Ya deja de hacerte y dime qué
te pasa o te voy a bajar a cuerazos de la camioneta-
Y eso fue todo. Ahora sí al chamaco se le
salieron las lágrimas porque ni de chiste iba a aguantar el dolor del pie más
el de los cintarazos.
Chacorta se sacó mucho de onda, ¿qué le pasaba
a su escuincle?
-A ver, a ver, ya deja de llorar y dime qué te
pasa-
-Perdón, papá- se trató de malaguantar los
sollozos. Ya no podía con el pie.
-Victor, no mames, ya dime qué te pasa, si ni
te he hecho nada-
-No te vayas a enojar- en lugar de calmarse
estaba llorando más. Enserio tenía miedo, ni de chiste estaba para unos
cuerazos.
-¡Victor, chinga! Ya dime-
-¡Victor, chinga! Ya dime-
Pero el escuincle sólo se alteró más. Chinga
la que le iban a meter a él. Si el Chacorta ya estaba así de molesto y todavía
ni le decía...
-¡Victor, carajo!- soltó frustrado- Deja de
llorar y dime, que sólo me estoy preocupando más, ya dime que tienes-
-Pero esque- tosió con lágrimas y mocos en la
cara- Cálmate primero-
-Me voy a calmar cuando me digas- repuso
enojado, pero le alzó la cara para limpiarle las lágrimas- Ya cálmate-
En lugar de calmarse, Victor le aventó los
brazos alrededor del cuello. Enserio le dolía bastante ya.
-Ya, Victor- le acaricio la espalda- Dime qué te pasa-
-Me duele muchísimo- chilló ya cansado.
-Ya, Victor- le acaricio la espalda- Dime qué te pasa-
-Me duele muchísimo- chilló ya cansado.
-¿Qué te duele?- preguntó muy confundido.
-El pie-
-¿El pie?- frunció el ceño- ¿Y por qué te duele?
-Porque... Me caí-
-Achis, achis, ¿de dónde?- lo bajo de la camioneta cargando- Y la verdad-
-...De la moto de la Ruti- trató de ver para cualquier otro lado para no espantarse más.
-A ver, dime las cosas completas- pinche chamaco.
-Pos me caí y me dolió el pie- eso había pasado.
-¿Y qué chingados estabas haciendo en la moto de Rutila, eh?-
-Pos me subí y ya, no sabía qué me iba a caer- tampoco era estúpido.
-Te mamas, Victor- le reclamó enojado entrando a la casa, puso al muchacho en el sofá y le quitó el zapato. El muchacho tenía hinchadísimo el pie- No mames, Victor…-
-Fue un accidente- había empezado a llorar más. El tobillo le estaba punzando... Hasta para quitar zapatos el Chacorta era bien bestia.
Chacorta negó con la cabeza pero mejor se intentó tranquilizar.
-Bueno, ya le voy a hablar al doctor para que
te revise- ya luego hablaría con él.
-Sí- y seguro sí le dolía, porque a Victor le zurraban los doctores.
-Voy por hielo- Chacorta fue a la cocina y mandó llamar a un doctor.
-Perdón- lo volteó a ver lo más lastimero posible cuando regresó con la bolsa de hielo.
-Ya cálmate, que cuando ya tengas bien el pie arreglamos cuentas- le puso la bolsa en el tobillo- ¿Y Leonardo también se subió o cómo estuvo, eh?-
-¡Au!- pinche Chacorta animal- Sí-
Chacorta negó con la cabeza, pero ya no le dijo nada. Al rato le avisaría al Chema por si su mocoso también estaba lastimado.
-No te enojes- al fin se había medio calmado sólo un poco.
-No me digas mamadas, ¿cómo no me voy a enojar? Aparte de qué haces pendejadas, me las ocultas, ¿qué pensabas? ¿aguantarte toda la vida o cómo? Si haces pendejadas, me las dices, porque luego me ando enterando por otro lado y es peor para ti-
Al muchacho le empezó a temblar el labio otra vez. Eran en ese tipo de ocasiones en las que preferiría seguir con su mamá... Ya se sentía lo bastante estúpido y adolorido sin que el tipo se lo anduviera recordando, muchas gracias.
Chacorta suspiró y se sintió muy mal por su hijo.
-Sí- y seguro sí le dolía, porque a Victor le zurraban los doctores.
-Voy por hielo- Chacorta fue a la cocina y mandó llamar a un doctor.
-Perdón- lo volteó a ver lo más lastimero posible cuando regresó con la bolsa de hielo.
-Ya cálmate, que cuando ya tengas bien el pie arreglamos cuentas- le puso la bolsa en el tobillo- ¿Y Leonardo también se subió o cómo estuvo, eh?-
-¡Au!- pinche Chacorta animal- Sí-
Chacorta negó con la cabeza, pero ya no le dijo nada. Al rato le avisaría al Chema por si su mocoso también estaba lastimado.
-No te enojes- al fin se había medio calmado sólo un poco.
-No me digas mamadas, ¿cómo no me voy a enojar? Aparte de qué haces pendejadas, me las ocultas, ¿qué pensabas? ¿aguantarte toda la vida o cómo? Si haces pendejadas, me las dices, porque luego me ando enterando por otro lado y es peor para ti-
Al muchacho le empezó a temblar el labio otra vez. Eran en ese tipo de ocasiones en las que preferiría seguir con su mamá... Ya se sentía lo bastante estúpido y adolorido sin que el tipo se lo anduviera recordando, muchas gracias.
Chacorta suspiró y se sintió muy mal por su hijo.
-Ya perdón- le dijo, acariciándole el cabello-
Pero hijo, no mames, ¿y si te pasaba otra cosa qué hago, eh?- lo atrajo hacia él-
Ya tranquilo, ahorita a ver que nos dice el Doc-
El muchacho se le abrazó muy triste.
-Esque me duele mucho, yo no pensé que fuera a pasar- siguió sollozando. Enserio no sabía qué era peor, traer el pie así de fregado o a su papá tan cagado con él.
-Ya, ya- lo intentó calmar su padre- Ya, ¿esperamos aquí al doctor o subimos a tu cuarto?-
-No quiero subir- no había escuchado que le
dolía el pie o qué?
-Yo te voy a cargar, pos como te metí a la casa, ¿eh?-
-Como sea-
Al final Chacorta lo dejó ahí y siguió intentando que el mocoso se calmara. Por fin llego el doctor y lo revisó:
-Pues la buena noticia, Don Chacorta, es que no tiene roto el pie, sólo es un esguince, se lo voy a vendar pero necesito que lo deje lo más quieto posible, sino tendré que ponerle una férula, y le daré medicamentos algo fuertes para que pueda dormir-
-Bueno, ¿y pos estuvo muy fea la cosa o qué?- le preguntó al doctor, como Victor ni decía nada....
-Pues un poco. No es tan grave como un esguince de segundo grado, pero tendrá que pasar unos quince días en cama o con muletas para que no se agrave la situación
-¿Y eso de que anduvo camine y camine toda la tarde puede afectar?-
-Pues al parecer no, pero de igual manera para estar totalmente seguros, lo estaré revisando cada tres o cuatro días-
-Listo- lo acompañó a la salida- Y oiga- aprovechando que ya estaban lo bastante lejos como para que los escuchara el chamaco- Así como está le puedo soltar unos cuerazos bien dados?- porque de que se los merecía, se los merecía, pero tampoco quería echarle a perder más el pie.
El doctor lo pensó un rato.
-Yo te voy a cargar, pos como te metí a la casa, ¿eh?-
-Como sea-
Al final Chacorta lo dejó ahí y siguió intentando que el mocoso se calmara. Por fin llego el doctor y lo revisó:
-Pues la buena noticia, Don Chacorta, es que no tiene roto el pie, sólo es un esguince, se lo voy a vendar pero necesito que lo deje lo más quieto posible, sino tendré que ponerle una férula, y le daré medicamentos algo fuertes para que pueda dormir-
-Bueno, ¿y pos estuvo muy fea la cosa o qué?- le preguntó al doctor, como Victor ni decía nada....
-Pues un poco. No es tan grave como un esguince de segundo grado, pero tendrá que pasar unos quince días en cama o con muletas para que no se agrave la situación
-¿Y eso de que anduvo camine y camine toda la tarde puede afectar?-
-Pues al parecer no, pero de igual manera para estar totalmente seguros, lo estaré revisando cada tres o cuatro días-
-Listo- lo acompañó a la salida- Y oiga- aprovechando que ya estaban lo bastante lejos como para que los escuchara el chamaco- Así como está le puedo soltar unos cuerazos bien dados?- porque de que se los merecía, se los merecía, pero tampoco quería echarle a perder más el pie.
El doctor lo pensó un rato.
-Yo pienso que sí, Don Chacorta, la cosa es que si mueve mucho el pie o lo recarga, puede agravar, pero a lo mejor en unos días podría ser mejor idea-
No pos con lo escandalosos que eran esos escuincles...
-Pos muchas gracias, doctor- le entregó un fajo de billetes- Por la molestia de que lo hayan traído a esta hora- si ya era de noche.
-No se preocupe, cuando lo necesite- se despidió el doctor.
Chacorta regresó con Victor, que ya lucía más calmado.
-¿Y Leonardo también se lastimó, o qué?
-Sí-
-¿Dónde?
-Creo que la mano... Esque nosotros pensamos que nos dolía por la caída pero se nos iba a pasar-
-Pos ya viste que no. Ahorita vengo, le voy a hablar al Chema-
-Sí- pues ya que.
-¿Bueno?- contestó el Chema de mal humor, Leonardo no había dejado de llorar desde que el doctor lo había inyectado. Pinche escuincle dramático.
-Mira Chema, voy a ser muy directo- no sabía ni cómo decirle que a lo mejor su chamaco estaba lastimado por culpa de las brillantes ideas del Victor.
-¿Qué pasó, Chacorta?- dijo impaciente
-Los chamacos, pos Leonardo y el Victor- comenzó- Pos resulta que se treparon a las motos de la Rutila-
-No mames, pinches escuincles- gruñó Chema de mal humor- Ahorita va a ver ese chamaco-
-Pérate, pérate... Mira, la cosa es que se cayeron y el Victor trae un esguince. Me dice que el tuyo parece que se fregó la mano-
El Chema nada más se enojó más, pinche Leonardo.
-Sí-
-¿Dónde?
-Creo que la mano... Esque nosotros pensamos que nos dolía por la caída pero se nos iba a pasar-
-Pos ya viste que no. Ahorita vengo, le voy a hablar al Chema-
-Sí- pues ya que.
-¿Bueno?- contestó el Chema de mal humor, Leonardo no había dejado de llorar desde que el doctor lo había inyectado. Pinche escuincle dramático.
-Mira Chema, voy a ser muy directo- no sabía ni cómo decirle que a lo mejor su chamaco estaba lastimado por culpa de las brillantes ideas del Victor.
-¿Qué pasó, Chacorta?- dijo impaciente
-Los chamacos, pos Leonardo y el Victor- comenzó- Pos resulta que se treparon a las motos de la Rutila-
-No mames, pinches escuincles- gruñó Chema de mal humor- Ahorita va a ver ese chamaco-
-Pérate, pérate... Mira, la cosa es que se cayeron y el Victor trae un esguince. Me dice que el tuyo parece que se fregó la mano-
El Chema nada más se enojó más, pinche Leonardo.
-Chinga... Gracias Chacorta, déjame voy a
revisarlo-
-Pero pos cálmate primero, hombre, que yo me puse a regañar al Victor así como estaba y nada más se me armó un dramón de esos que mejor ni te cuento- si antes nadie le dio un letrero que dijera "Pendejo insensible".
-Pero pos cálmate primero, hombre, que yo me puse a regañar al Victor así como estaba y nada más se me armó un dramón de esos que mejor ni te cuento- si antes nadie le dio un letrero que dijera "Pendejo insensible".
-Pos si vieras el que me está armando Leonardo,
pero pinche escuincle no me dice nada-
-No, ya sé, si el Victor confesó nomás porque lo iba a bajar a cuerazos del carro-
-Escuincles babosos-
-Pos mucha suerte-
-Nombre gracias- soltó Chema no tan de buenas .
El Chacorta colgó con mucha pena, ya eran varias en las que el Victor se ponía de imprudente.
-No, ya sé, si el Victor confesó nomás porque lo iba a bajar a cuerazos del carro-
-Escuincles babosos-
-Pos mucha suerte-
-Nombre gracias- soltó Chema no tan de buenas .
El Chacorta colgó con mucha pena, ya eran varias en las que el Victor se ponía de imprudente.
Ay, Dios!! Pobres chicos!!! No terminan de salir de una que ya se están metiendo en otra!
ResponderBorrarMe gustó un montón el capítulo Fue excelente!!!!
Espero que el Chema este a la altura y aunque le de un castigo pero por lo menos que sea amable y cariñoso con el niño
ResponderBorrarMe encanta que publiquéis tasguido
JAJAJAJA que buen capítulo que risa con ese par, pa eso no andaba dizque enfermo el leonardo jajajaj. pobres los dos que se lastimaron y el miedo de contar la verdad. El Humbertito como le contestó al Chema jajajaja.
ResponderBorrar