viernes, 12 de octubre de 2018

Chema Venegas, capítulo 3


-No me jodas, ya platicamos esto. Súbete al carro-

-Chema, déjalo hablar-

-Tú cállate, y tú ándale súbete ya- gruñó enojado.



-Que me voy a quedar aquí. Y no voy a discutirlo contigo, a mí ni siquiera me quieres allá, sólo quieres chingar-

-Chema, vamos a platicar-

-¿Que chingados vamos a platicar, eh?-

-Lo idiota que eres- le contestó frustrado el muchacho.

-¡Chema!- Rutila le agarró el brazo.

-¡Pues ya estuvo bueno! Si quieres otra paliza, tú dime- le quitó el brazo.

-¡Lo que quiero es que me dejes en paz de una pinche buena vez!- continuó el adolescente.   

-Chema, vamos adentro si quieres ver a Humbertito el próximo viernes-

-Vamos pues, pero a mí no me estés amenazando, Rutila, porque vas a ver-

-Ay sí, ya cállate- lo llevó adentro- No te puedes poner así cada que Leo se quiera quedar-

-Puedo ponerme como se me dé la chingada gana, por qué es MI HIJO y tú no eres nadie para andarte metiendo, vieja metiche-

-Pues esque a él no le gusta, con razón piensa que Humbertito te cae bien y él no-

-Ay no mames- soltó y miró a su hijo mayor.

-Es la verdad- rodó los ojos.

-Y cómo no, si me imagino cómo le ha de haber ido la vez pasada- soltó Rutila- Esque no puedes ignorarlo siempre y nada más hacerle caso cuando estés enojado-

-¡Bien! ¿Quieres que te haga caso? Pues arre, pero no te vas a quedar aquí y ya te dije-

-No le puedes hablar así- Rutila se pasó la mano por el rostro. Este idiota estaba minimizando todo.

-¡A ver, a ver! ¿Quién te crees para decirme qué puedo o qué no puedo hacer?-

-¿Pues esque cómo le preguntas si quiere que le hagas caso? Osea, tienes que, es tu hijo- ese tipo sí era un bruto.

-Bueno pues, yo hablo con él, SOLOS-

Rutila se estaba hartando del tipo. Enserio, lo que hacía por el muchacho...

-Haz lo que quieras, Leo siempre es bienvenido aquí te parezca o no- imposible hablar con ese bruto.

-Me voy a quedar le guste o no- se pasó del lado de Rutila.

-Tienes tres para estar en el carro- ya había estado bueno. Menos mal ahora no iban sus escoltas, no que la otra vez...

-¡No! Ya te dije que me quedo con ella-

-Uno-

-Vete al carajo, no me iré contigo...-

-Dos- el Chema ya no tenía casi nada de paciencia, no había sido más que problema tras problema desde la semana anterior.

El muchacho le enseño el dedo medio, no quería otra paliza, obviamente, pero tampoco quería regresar con él.

-Ya estuvo bueno- comenzó a quitarse el cinto. Al demonio el pinche "Tres".

-¡No puedes pegarme cada vez que te de la gana!- se hizo para atrás. A lo mejor si se escapaba a otro lado que no fuera con Rutila sería mejor idea.

El hombre lo agarró fuerte del brazo y levantó el cinto, pero de nuevo fue interrumpido.

-¡Ya Chema!- gritó Rutila-Ya veté con él, ya veremos qué se hace-

-No quiero- se jaló.

-Haz caso, no seas terco- le dijo Rutila. Tampoco quería que le estuvieran pegando al muchacho.

-¿No que me podía quedar?- le frunció el ceño a Rutila.

-Claro, pero tampoco quiero que este pendejo te ande pegando-

Leo vio mal a Rutila, bastante enojado, y se logró zafar del agarre del hombre y comenzó a correr, tal vez buscara otro lugar donde quedarse.
 
-Háblale al Pompeyo para que lo detengan en la entrada, ¿no?-

-No, si él no quiere estar contigo, yo no lo voy a obligar, porque estás bien pero bien pendejo- se encaminó a la puerta de su casa.

-No mames, Rutila, te estoy hablando enserio-

 -Yo también cabrón. Eres un pendejo insensible, así que si mucho interés, pues muévele que yo no lo voy a detener-

-¿Insensible por qué?-

-Porque lo que quiere es tu ATENCIÓN, y tú nada más lo quieres por qué es tuyo, así que ándale, muévele si tanto lo quieres contigo- se metió a la casa dando un portazo.

El Chema maldijo por lo bajo pero subió al auto y empezó a buscar al huerco. Mugre Rutila panchosa, ¿ella qué sabía?

Y Leonardo tampoco iba tan lejos, pero seguía corriendo esperando poder llegar a un lugar para escapar del idiota de su padre...

De pronto, una camioneta que conocía bien le cerró el paso y la persona de la que trataba de huír bajó del vehículo.

Leo solo se hizo para atrás y busco la manera de seguir corriendo a otro lado.

-¡Ya déjame tranquilo!-

-Ya, Leonardo- muy apenas se abstuvo de poner los ojos en blanco- Vámonos a la casa que ya mero es la hora del tráfico-

-¡No! ¡Entiende! No quiero, ya lárgate-

El Chema, bastante cansado ya de andar discute y discute, lo tomó muy fuerte de la oreja y lo subió al auto.

-¡Ay! ¡Suéltame!- le dijo bastante frustrado- ¡¿POR QUÉ NO ME DEJAS EN PAZ?!-

-¿Y para qué, eh? Digo, si no quieres estar ni conmigo ni con Rutila, ¿dónde planeas quedarte? Piensa, mijo-

-No mames, yo sí quiero estar con Rutila, pero es que tú no dejas de estar chingando-

-Sígueme hablando así y te tiro todos los dientes de una bofetada-

-¡Pues ya estoy harto!-

-¿Y? A mí no me vas a estar hablando como se te pegue la gana. Y tampoco te vas a estar yendo cada que algo no te guste-

-¿Según quién?- frunció el ceño.

-Según yo que soy tu padre-

-Pues no quiero estar contigo, entiende-

-No, pues imagínate qué sería si todos los adolescentes que no quisieran estar con sus padres se fueran- 

-No me importan los demás estúpidos adolescentes, déjame ir con Rutila-
 
-Tu familia soy yo, no Rutila. Quien te escuche va a pensar que te trato con la punta del pie, y pues no, claro que no es así-
 
-Pues tal vez no, pero ni siquiera te veo, ni siquiera pasamos tiempo juntos, por lo menos te preocupas por ver al Humberto una vez a la semana, yo nunca que te veo y eso que vivo contigo… Así que para mí Rutila es más mi familia que tú-
 
-Te veo todos los días, ¿de qué chingados hablas?- siguió manejando. Enserio que ya no sabía ni qué discutir.

-Solo nos vemos como cinco pinches minutos, pero está bien, ¿a quién chingados le importa?-

-Claro que no- lo veía todos los días cuando llegaba de sus vueltas... A veces sí llegaba noche, ¿pero pues qué quería que hiciera? Nimodo que se lo llevara con él.

-Bueno si, tú eres el padre del año y yo un pendejo-

-Ni estoy diciendo eso ni sé qué tanto reclamas. Te he dado todo lo que has pedido desde que llegaste a mi casa, no sé a qué viene tanta queja... Ahora resulta que trabajar está mal-

-Pobre de ti, soy el peor hijo, perdón porque querer más cosas que no sean materiales-

-¿Qué cosas? Te ha ido muy bien en mi casa, o dime quién te ha hecho una mala cara alguna vez-

-¡Ay olvídalo!-

-No, digo, dime. A Rutila parece que todo le platicas tan bien- repuso con sarna. Rutila ya tenía al hijo de los dos, ¿para qué quería también al de él?

-Pues porque ella no me dice que invento cosas-

-Nunca te he dicho que inventas cosas- lo miró indignado por el retrovisor.

-Cada vez que te digo algo dices "Pinche chamaco malcriado, si te he dado toooodoooo desde que llegaste”-

-¿Y es mentira? Aparte, no te he dicho que inventas cosas, nada más esa pendejada de que ni me importa verte, eso sí es mentira- qué si quería aprovechar el tiempo con el Humbertito? Nunca estaba con él, con el otro huerco se la vivía todos los días.

-Pues eso parece, solo me vienes a ver para estar molestando y decirme de cosas-

-Eso no es cierto- casi ni le decía nada, siempre llegaba bien cansado.

-Claro que sí- se cruzó de brazos- Pero está bien, tú estás bien y yo soy un pendejo-

El Chema rodó los ojos.

-Tanto drama por no salir a cada rato... Mira, ya... Da igual, a ver qué hacemos el otro viernes con tu hermano, no sé, tú escoge si quieres- no reparó en el hecho de que no necesariamente tenía que ser viernes para llevar al muchacho a algún lado.

-Ay, no quiero salir a ninguna lado, ya déjame en paz- el pendejo de su padre no entendía nada.

-No empieces, como quiera el viernes vamos a volver a salir, hay que aprovechar que viene tu hermano-

-Sí, como no, sólo porque ese día sí ahuevo tenemos que salir, pero otro día ni de chiste-

-¿Quieres salir otro día?- los demás días él trabajaba.

-No- a fuerza ni los zapatos, tenía como cien hombres a su disposición y negocios que todo el mundo se moría hacer con él y no podía posponerlo más que para ver al Humbertito, no pos bueno…

-¿Entonces cuál es el bendito problema con que sea el viernes?-

-Ya olvídalo-

-Te estoy diciendo bien, Leonardo-

-Pues es que te lo digo bien y me tiras de a loco, así déjalo ya mejor-

El Chema hizo un esfuerzo titánico por no gruñir exasperado.

-Mira ya, te juro que no voy a tirarte a nada, pero explícame cuál es el bendito problema. Enserio sí quiero saber qué tiene de insoportable vivir en mi casa-

-Nada. Tu casa está bien, sólo pues me aburro y casi ni te veo- básicamente era eso- Te quería conocer no vivir encerrado-

Demonios... No que el chamaco no estuviera medio tirándole al drama, pero el Chema podía darle el beneficio de la duda con tal de no seguir discutiendo cada diez palabras que cruzaran.

-Puedo tratar de llegar más temprano-

-Bueno- ver para creer.

-O no sé, igual y puedes ir conmigo- no es tampoco que se lo fuera a llevar a las balaceras- Digo, si quieres- tampoco podía estarse saliendo temprano todos los días.

-Si, algunos días estaría bien- respondió el mocoso.

Ugh...
 
-Qué días?-

-Pues los que quieras- tampoco iba a demostrar su emoción.

-Tú dime, mijo- pues tenía que saber para irse organizando y dejar las cosas más tranquilas para esos días.

-Pues... los días que tengas algo tranquilo, tú eres el que le sabe-

-Bueno, mañana te aviso, pero te tienes que cuadrar, eh Leonardo. Ya no quiero estar con que te sales, te vas o te la pasas con gestos, mijo, pues así ni vamos a aprovechar ni tú ni yo. Si vamos a estar tanto tiempo pegados, pues hay que llevar la fiesta en paz-

-Esta bien- dijo tranquilo, aunque por dentro vaya que estaba contento

El Chema, aunque no lo estaba tanto, al menos estaba más tranquilo que cuando habían salido de casa de Rutila. No sabía cómo había hecho el Chacorta para aguantar tantos años con hijos.

Igual Leo estaba bastante satisfecho de salirse con la suya, porque la verdad es que ya estaba harto de pasársela tan mal ahí.

***

En menos de tres días, el Chema ya se había llevado al muchacho con él por primera vez. Al principio había valido la pena verle la cara de emoción al chamaco, pero con el paso de la mañana las cosas se habían puesto bastante lentas y ya no se le veía tan contento.

-¡No, pues no sé, Toro, pero esto me lo arreglan porque me lo arreglan! ¡Y ya, órale!- el Chema se la había pasado casi la mitad del día gritándole a los ineptos que trabajaban para él.

Y a pesar de las advertencias de su padre, Leonardo ese día estaba algo fastidiado y para nada de buen humor.

-Leonardo!- le gritó desde donde estaba para que el muchacho se apurara, tenían que pasar a otra casa de seguridad a revisar unos asuntos.

-Ya voyyy- dijo el muchacho inmerso en su celular. Ni era tan tarde. 

-¡Rápido que tengo prisa!-
 
-Ya vooyyy- repitió bastante harto.

-Pues como vas- le tronó los dedos.

-Ay dios, ya voy- siguió caminando sin prestar demasiada atención.

El hombre se abstuvo de ir por él y llevarlo de la oreja hasta la camioneta. Al menos no había estado de hocicón ese día.

El muchacho se tardó aún pero se subió a la camioneta, quién sabe que andaba viendo en el chingado teléfono que en realidad no iba haciendo demasiado caso

-Guarda eso ya- el hombre le quitó su aparatejo y se lo guardó en el bolsillo.

-¿Qué te pasa? Dámelo- gruñó el muchacho enojado.

-Estás todo embobado, aquí no puedes andar así-

-Ay pero- se quejó enojado- Bueno, como sea...-

-O si no te parece, dime y te llevo a la casa-

-Pues sí llévame- la verdad es que sólo quería fastidiar a su padre, no había ningún motivo en específico pero tampoco tenía sentido que le quitara su celular nada más porque se le antojaba.

El Chema maldijo por lo bajo. De haber sabido ni lo llevaba.

-Pues bueno, terminando esto te dejo allá-

-Bueno, devuélveme el celular

-Sí, en la casa-

-Ay dios- suspiró de mal humor.

-¿Qué? ¿Ahora qué?-

-Nada...- rodó los ojos-¿Puedo salir hoy?-

-No- respondió más por inercia que por nada.

-¿Por qué no?- gruñó enojado.

-¿A dónde y con quién?- preguntó fastidiado.

-A una fiesta con un amigo- tenía mucho de no salir tranquilo, y tampoco es que salir a las vueltas con el Chema fuera súper divertido.

-¿Qué amigo y dónde es la fiesta?-

-Un amigo... no lo conoces- puso los ojos en blanco- En casa de uno de sus amigos, está ahí por el centro-

-Quiero el nombre y ubicación- obviamente no conocía al amiguito ese, lo que quería era investigar.

-Ay, ¿para qué?-

-Para lo que sea, ¿quieres ir o no?-

-Si, pero que hueva tenerte que dar explicaciones para todo,  no soy un escuincle-

-Pues lástima, sin explicaciones no hay permisos- lo que le faltaba.

-Pues me voy sin permiso, me vale-

Le cayó un manazo en la boca por hocicón.

-Ya bájale que te voy a castigar-

-¡Auuu!- gritó el mocoso- ¡Pues es que no es justo! ¡Solo es una maldita fiesta!-

-Síguele y te suelto unas nalgadas. Yo ya te dije qué necesitas para tener permiso- tampoco le estaba pidiendo las perlas de la virgen, sólo quería saber con quién salía y a dónde iba- Si no quieres decirme, pues no vas y se acabó el pedo-

-Pues sí voy a ir- se volteó a mirar la ventana.

-Tú sabes si quieres que, además de que te saque de la oreja de esa fiesta, aparte quieres una zurra- y luego le preguntaba que por qué con el Humbertito no tenía broncas y con él sí.

-Pues si me encuentras- soltó enojado, tampoco iba a dejar que lo estuviera amenazando.

El Chema le soltó un zape.

-Luego no vayas a estar chillando, chamaco- huerco grosero igualado.

-¡Ya deja de pegarme!- le reclamó enojado.

-Pues ya deja de andar de respondón, y luego todavía reclamas que tu hermano no se qué-

-Ay, ya déjame en paz-

-Ya duérmete o algo mejor, te despierto en la casa- podía bajarlo él, pero la verdad que ni ganas con esa actitud.

-Pues dame mi celular-

-Cuando lleguemos-

-¿Por qué? No te afecta en nada que lo use-

-Porque no, Leonardo. Si te digo que no, es no-

-¿Por qué no? Que ganas de estar chingándome-

-No, pues lo mismo digo- ¿no habría alguna manera de cambiarle el chamaco a Rutila?

-Dame ya el celular- gruñó, estirándose para quitárselo de la bolsa.

El Chema, ya bastante cansado de tanto pedo, agarró el brazo del muchacho y le soltó tres pesadas y punzantes palmadas en los muslos.

-Síguele con lo mismo y aviento el aparatejo ese por la ventana-

-¡Ayyyy!- gritó el muchacho enojado- Eres un fastidio-

El hombre se puso aún más serio. Con razón el Chacorta siempre andaba de malas, si él cuidando a un huerco ya lo andaba queriendo matar, no se imaginaba al Chacorta cuidando dos.   
    
-Qué me dijiste?-

-Lo que escuchaste- se cruzó de brazos.

-Ven para acá-

Ay si de pendejo...

-No-

-Pues entonces te callas el hocico, que bien que mal soy tu padre, y si no te gusta pues no sé para qué quieres que andemos pegados todo el día-

-Pues no es mi culpa que a los dos días te comportes como un- se detuvo- Fastidio-

El Chema negó con la cabeza, casi casi poniendo los ojos en blanco. Pero que idiotas eran los adolescentes.

-Última vez que te traigo al trabajo-

-Me vale- refunfuñó recargándose en la ventana del carro, a lo mejor podía escaparse a la fiesta.

-Y pobre de ti donde te salgas- si ese niño era más fácil de leer que un libro- Te dejo encargado si es necesario-

-Ya déjame en paz...- si ya se había salido muchas veces de ahí, con o sin los hombres del Chema.

-Tú sabes-

El muchacho no le contestó, vaya que ahora estaba de mal humor y muy enojado.

Lo que Leonardo no sabía era que no era el único hijo de matón que se aparecería en esa fiesta. No habían pasado ni dos horas ahí cuando se empezaron a escuchar balazos, y no uno, sino demasiados para su gusto.



3 comentarios:

  1. Me encanta!!!! Continúa pronto, por fis !!

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  2. Se quedó interesante espero no le pase nada

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  3. JAJAJAJAJA Que risa con el Chema y leo en el carro, casi me parto con la discusión jajajajaja me imagine como pretendió lanzar el teléfono son geniales niñas como le hacen para crear está historia tan más chévere, pero que terquedad de niño, mira tu que hablarle así al papá y tener la osadía, la que le espera si escapo.

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