-Hasta que te dignas
a contestarme- le gritó en cuanto respondió.
-¿Qué chingados pasa contigo, Chema? ¿Dónde está Leonardo?-
-¿Qué chingados pasa contigo, Chema? ¿Dónde está Leonardo?-
-¿Que chingados
contigo, eh? Que te importe un comino lo que hago con MI hijo-
-Pos no, ¿cómo no me va a importar si lo sacaste de aquí casi a trancazos?-
-¡Que te valga
madres!-
-¿Qué quieres? ¿Para qué me hablaste?-
-¿Qué quieres? ¿Para qué me hablaste?-
-¡Justo para eso!
Deja de meterte en lo que no te importa-
-¿Perdón?-
-¿Perdón?-
-Que te dejes de
meter en mis asuntos, morra-
-No sé de qué asuntos hablas-
-Deja de hacerte la tonta. No te metas en mis pinches asuntos, y hablo de Leonardo, que ya tengo bastante de tus pendejadas-
-Ah, ¿ahora Leonardo es un asunto?- tenía que ser- Mira, yo no me he metido en nada. Él vino a pedirme quedarse aquí unos días, obviamente no se lo iba a negar, es el hermano de mi hijo-
-No sé de qué asuntos hablas-
-Deja de hacerte la tonta. No te metas en mis pinches asuntos, y hablo de Leonardo, que ya tengo bastante de tus pendejadas-
-Ah, ¿ahora Leonardo es un asunto?- tenía que ser- Mira, yo no me he metido en nada. Él vino a pedirme quedarse aquí unos días, obviamente no se lo iba a negar, es el hermano de mi hijo-
-Ay me vale una
chingada, ya te lo dije-
-Pues si vuelve a venir, yo lo voy a volver a apoyar. Ah, y ni se te ocurra venir el viernes como me dijiste, que no le voy a prestar mi hijo a una bestia como tú-
-Pues si vuelve a venir, yo lo voy a volver a apoyar. Ah, y ni se te ocurra venir el viernes como me dijiste, que no le voy a prestar mi hijo a una bestia como tú-
-¡Cállate! Si no te
estoy preguntando- colgó el teléfono enojado.
Pero sorpresivamente, Rutila le devolvió la llamada.
Pero sorpresivamente, Rutila le devolvió la llamada.
-¿Y ahora qué
chingados, Rutila?
-¿Por qué no lo dejas quedarse aquí y te lo llevas el fin de semana o algo? A él no le gusta estar allá, de perdido aquí ve gente- no le encantaba la idea estarle rogando al tipo ese, pero le daba mucha pena por el muchacho.
-¿Por qué no lo dejas quedarse aquí y te lo llevas el fin de semana o algo? A él no le gusta estar allá, de perdido aquí ve gente- no le encantaba la idea estarle rogando al tipo ese, pero le daba mucha pena por el muchacho.
-No mames, claro que
no, ¿Estás loca?- gruñó indignado- Ya cállate-
-¿Por qué no? No entiendo qué tiene de malo-
-¿Por qué no? No entiendo qué tiene de malo-
-Porque no y ya, no
me vas estar cuestionando. Ni es tu pinche escuincle-
-Chema, tú ni lo
quieres ni lo cuidas, ¿en qué te afecta? Ese chamaco necesita que de perdido lo
volteen a ver-
-Ay, cállate la pinche boca , que tú ni sabes nada, tú hablas porque tienes hocico!-
-Ay, ¿y tú qué sabes? Ni siquiera se te ha ocurrido pensar en por qué no le gusta tu casa-
-Ay, cállate la pinche boca , que tú ni sabes nada, tú hablas porque tienes hocico!-
-Ay, ¿y tú qué sabes? Ni siquiera se te ha ocurrido pensar en por qué no le gusta tu casa-
-¡Claro que sí! Se
lo pregunto y el morro no me dice nada porque es un escuincle malcriado, así
que deja de meterte ya te dije-
-Pues esque también no es de mucho pensar, a nadie le gusta estar solo y encerrado, haz de cuenta que se fue a vivir a la cárcel. ¿O qué? ¿Pensabas que tener hijos era así bien fácil?-
-Pues esque también no es de mucho pensar, a nadie le gusta estar solo y encerrado, haz de cuenta que se fue a vivir a la cárcel. ¿O qué? ¿Pensabas que tener hijos era así bien fácil?-
-Ay, no me andes
sermoneando que no me vas a decir que hacer o cómo ser un padre-
-Pues no sabes-
-Pues no sabes-
-Ya cállate el
hocico, y pobre de ese escuincle si me lo encuentro otra vez fuera-
-¿Le vas a pegar otra vez o qué? ¿A poco ya se te arregló la vida con eso?-
-¿Le vas a pegar otra vez o qué? ¿A poco ya se te arregló la vida con eso?-
-PUES SI, fíjate
haré lo que se me dé la gana, y vas a ver que no le quedaron ganas de salirse
otra vez-
Rutila gruñó
exasperada.
-Esque ni él entiende para que lo quieres ahí si ni lo pelas-
-Ay ya, chinga, a ti
que te VALGA-
-Pues no, digo, el muchacho se siente solo y como que no le importa a nadie ahí, es decir, no puedo nada más hacerme la que le vale-
-Pues no, digo, el muchacho se siente solo y como que no le importa a nadie ahí, es decir, no puedo nada más hacerme la que le vale-
-Ay ya. es una
pendejada, tengo que cosas que hacer, morra-Colgó de nuevo
-Pinche ojete- Rutila maldijo por lo bajo, ¿quién iba a decir que se iba a encariñar con el otro huerco?
-Pinche ojete- Rutila maldijo por lo bajo, ¿quién iba a decir que se iba a encariñar con el otro huerco?
Para fortuna del
Chemaa, el viernes llegó sin sorpresitas de su hijo mayor, y aunque lo que la
Rutila le había dicho se le quedó, tampoco es que se pudiera hablar con el
mocoso.
Lo único bueno para Leonardo es que vería a su hermanito, y se podría distraer... o eso pensó hasta que al parecer su padre parecía menos ojete con el Humberto.
-Ay es una mamada- soltó cuando le dijeron el plan del día- Mejor me quedo en la casa-
El hombre muy apenas se abstuvo de rodar los ojos. No sabía por qué, pero no le sorprendía, y se estaba cansando de las actitudes de puberto odioso que se cargaba el huerco.
Lo único bueno para Leonardo es que vería a su hermanito, y se podría distraer... o eso pensó hasta que al parecer su padre parecía menos ojete con el Humberto.
-Ay es una mamada- soltó cuando le dijeron el plan del día- Mejor me quedo en la casa-
El hombre muy apenas se abstuvo de rodar los ojos. No sabía por qué, pero no le sorprendía, y se estaba cansando de las actitudes de puberto odioso que se cargaba el huerco.
-Si no te estoy preguntando, vamos a ir y ya-
-No, ya te dije que
me quedo en la casa- repitió- Mejor vete con el Humberto-
-Nos vamos los tres y ya, no voy a andar discutiendo-
-Nos vamos los tres y ya, no voy a andar discutiendo-
-Ya te dije que no,
es una mamada de niños-
-Y yo ya te dije que sí vas, y nimodo- sacó ropa de los cajones del muchacho y agarró la mochila de su hijo pequeño. Iban al río y ya, no es como si el muchacho se fuera a morir por acompañarlos.
-Y yo ya te dije que sí vas, y nimodo- sacó ropa de los cajones del muchacho y agarró la mochila de su hijo pequeño. Iban al río y ya, no es como si el muchacho se fuera a morir por acompañarlos.
Leonardo gruñó.
-Ya te dije que no
El hombre no le respondió, pero el más pequeño entró bastante emocionado, él sí quería ir al río y nadar, casi nunca iba a los ríos con su mamá.
-¡Ya casi nos vamos!- jaló el brazo de su hermano más grande.
-Ya te dije que no
El hombre no le respondió, pero el más pequeño entró bastante emocionado, él sí quería ir al río y nadar, casi nunca iba a los ríos con su mamá.
-¡Ya casi nos vamos!- jaló el brazo de su hermano más grande.
-Hazte para allá,
Humberto, yo no voy- se lo quitó quizás un poco más fuerte de lo que era su
intención, porque su hermanito casi se cae.
-Oye bájale, que vas
a ver- le advirtió el Chema.
-¡Pues es que no quiero ir, entiende!-
-Pues te aguantas-
-¡Pues es que no quiero ir, entiende!-
-Pues te aguantas-
-Ya vámonos, pa- el
más chico sí tenía ganas de estar con su papá, y con su hermano también, pero
como que él estaba de mal humor.
-¡Pues no! - gruñó
Leonardo.
-Vamos pues- le dijo
a su hijo pequeño dándole la mano y luego volteo con el mayor- Tú tienes dos
minutos para alcanzarnos en el carro, porque sino vengo de la greña por ti-
Leonardo resopló enojado cuando su hermano y su padre salieron.
-Maldito ranchero
pendejo- dijo para él.
Ese día precisamente el Chema le había pedido a su gente que pusiera varios anillos de seguridad por la zona donde iban a estar, pero no llevaba escoltas con él. Quería pasar el día con el Humbertito él, no como la Rutila que se llevaba las mil nanas a todos lados.
-¿Y luego qué pasó, mijito?- el niño le iba contando quién sabe qué tanto de la escuelilla esa para ricos donde lo había metido la tonta de su madre.
-Pues le dije que a mí me gustaban más los rojos- le contó atento, aunque se le vino otra cosa a la cabeza-Oye pa-
-¿Qué pasó, mijito?-
Ese día precisamente el Chema le había pedido a su gente que pusiera varios anillos de seguridad por la zona donde iban a estar, pero no llevaba escoltas con él. Quería pasar el día con el Humbertito él, no como la Rutila que se llevaba las mil nanas a todos lados.
-¿Y luego qué pasó, mijito?- el niño le iba contando quién sabe qué tanto de la escuelilla esa para ricos donde lo había metido la tonta de su madre.
-Pues le dije que a mí me gustaban más los rojos- le contó atento, aunque se le vino otra cosa a la cabeza-Oye pa-
-¿Qué pasó, mijito?-
-¿Por qué Leo está
enojado con nosotros?- él no le había hecho nada.
-No, no está enojado, está de malcriado- le valió que el huerco fuera en el asiento de atrás, que escuchara de una vez lo mal que le quedaba esa actitud.
-No, no está enojado, está de malcriado- le valió que el huerco fuera en el asiento de atrás, que escuchara de una vez lo mal que le quedaba esa actitud.
Leonardo rodó los
ojos enojado, pero no dijo nada porque tampoco quería desgastarse.
Cuando llegaron al , la situación no mejoro, de hecho Leo se empezó a enojar más de ver lo bien que se la estaban pasando sin él.
-Vamos a nadar- Humbertito fue de nuevo a insistir, y esque se la estaban pasando muy bien él y su papá, pero él había esperado varios días para volver a jugar con su hermano más grande también.
Cuando llegaron al , la situación no mejoro, de hecho Leo se empezó a enojar más de ver lo bien que se la estaban pasando sin él.
-Vamos a nadar- Humbertito fue de nuevo a insistir, y esque se la estaban pasando muy bien él y su papá, pero él había esperado varios días para volver a jugar con su hermano más grande también.
-Ya te dije que no
quiero- dijo muy cortante al niño, sabía que no era su culpa pero tampoco era
justo.
-Pero ándale, ni has hecho nada conmigo- le jaló el brazo, estaban en la mera orilla, no le costaba nada meterse.
-¡Que no quiero!- le arrebató la mano
-Eres un amargado- el más chico le frunció el ceño.
-Pero ándale, ni has hecho nada conmigo- le jaló el brazo, estaban en la mera orilla, no le costaba nada meterse.
-¡Que no quiero!- le arrebató la mano
-Eres un amargado- el más chico le frunció el ceño.
-No me interesa-
-Ándale, ¿qué te cuesta?- lo jaló de nuevo.
-Ándale, ¿qué te cuesta?- lo jaló de nuevo.
-O chinga, pues es
que no quiero-
-¿Pero por qué no?- se hizo para atrás para jalarlo más fuerte.
-¡Porque no!- se volvió a soltar enojado.
Pero para mala suerte de los muchachos, ambos estaban demasiado cerca de la orilla del río y Humbertito se tropezó con la raíz de un árbol, entonces en lugar de casi caerse ahora sí se cayó y directo al agua.
Leonardo tampoco lo pensó demasiado y se echó por su hermanito.
El río estaba lo bastante hondo como para tapar al más pequeño, pero no tanto como para que el más grande no pudiera ponerse de pie en ciertos lugares.
Sin embargo, aunque los dos salieron relativamente pronto, el más chico sí se había asustado y pegado en el brazo, así que salió berreando.
-¿Pero por qué no?- se hizo para atrás para jalarlo más fuerte.
-¡Porque no!- se volvió a soltar enojado.
Pero para mala suerte de los muchachos, ambos estaban demasiado cerca de la orilla del río y Humbertito se tropezó con la raíz de un árbol, entonces en lugar de casi caerse ahora sí se cayó y directo al agua.
Leonardo tampoco lo pensó demasiado y se echó por su hermanito.
El río estaba lo bastante hondo como para tapar al más pequeño, pero no tanto como para que el más grande no pudiera ponerse de pie en ciertos lugares.
Sin embargo, aunque los dos salieron relativamente pronto, el más chico sí se había asustado y pegado en el brazo, así que salió berreando.
-Ya cálmate- le dijo
muy preocupado cuando lo ayudó a salir- Ya estás afuera...-
-¡Ya déjame! ¡PAPÁ!-
-¡Ya déjame! ¡PAPÁ!-
-Ya cálmate!- le
gritó asustado, pero sólo lo hizo llorar más.
Lo que hizo regresar
a su padre corriendo, ya que había ido al carro.
-¡¿Qué pasó?!- cargó
a su hijo pequeño.
-Nada, fue un
accidente- respondió Leo.
El niño se le abrazó
al cuello, aun berreando muy fuerte.
-Leo me tiró- quizás
no era la historia completa, pero en ese momento ni siquiera lo estaba pensando
bien, seguía muy asustado.
El Chema lo abrazó
fuerte y le empezó a acariciar la espalda.
-¡¿QUE TÚ QUE?!- lo miró.
-¡¿QUE TÚ QUE?!- lo miró.
-¡No lo empujé!- se defendió
-¡Sí me tiraste!-
-¡Claro que no,
escuincle mentiroso!- gruñó enojado.
Pero eso sólo
empeoró las cosas en cuanto a los berridos del niño. Él no estaba mintiendo por
mentir, para él su hermano lo había tirado, ni siquiera había visto la raíz del
árbol y no sabía por qué estaba tan enojado con él si sólo había querido que lo
acompañara a nadar.
-Ay ya cállate- gritó enojado, yéndose de ahí. Sí se sentía culpable, pero no era su culpa y no era justo.
-Ay ya cállate- gritó enojado, yéndose de ahí. Sí se sentía culpable, pero no era su culpa y no era justo.
-Ya me quiero ir-
-Vámonos a la casa
pues- le dijo su padre, estaba furioso, pero no sabía qué había pasado.
El hombre recogió
todo como pudo con el huerco cargando y se subió a la camioneta de malas y
aparte sin poder prender el aire acondicionado porque no se fueran a enfermar
los chamacos.
-Tranquilo, mijo, ahorita llegamos, nos bañamos y vemos una película- esperaba que eso tranquilizara un poco al huerco.
-Tranquilo, mijo, ahorita llegamos, nos bañamos y vemos una película- esperaba que eso tranquilizara un poco al huerco.
-Yo me quiero ir con
mi mamá-
Chingada madre...
-Bueno, en lo que te bañas le hablo pa que vaya por ti- tampoco lo iba a obligar.
-No, llévame ya-
El hombre tuvo que
respirar profundamente y soltó:
-Vamos pues-
El niño ya no habló
en todo el camino, de hecho se quedó dormido no mucho después.
-Qué chingados
pasó?-
-Pues nada, se
tropezó y se cayó, pero estaba diciéndome que nadara pero no quería, entonces
me agarro el brazo, se lo quite y el mocoso se cayó, ¡yo no hice nada!-
El Chema maldijo
entre dientes.
-¡Ya te había dicho
que tuvieras cuidado, Leonardo! ¿Casi se te cae en la casa y ahora se te cayó
en el río?-
-¡NO FUE MI CULPA! ¡Entiende!-
-¡NO FUE MI CULPA! ¡Entiende!-
-Te dije que le
bajaras a tu actitud o no?-
-¡Ya te dije que no
le hice nada al mocoso!
-¡Bueno, como sea! Igual ya se chingó este pedo-
-¡Bueno, como sea! Igual ya se chingó este pedo-
-Para lo que me
importa- dijo enojado- No fue mi culpa-
-Pues debería de
importarte, ya no vamos a ver a tu hermano hasta la otra semana-
-Ay ya deja de
estarme chingando- se cruzó de brazos. Él no había hecho nada.
-Ya cállate mejor-
se estacionó de malas afuera de la casa de Rutila y le marcó.
-Cállate tú- rodó
los ojos.
-¿Qué pasó?-
preguntó Rutila al otro lado de la línea.
-Ábreme, ¿no?-
Rutila ya no
preguntó más, quién sabe qué habría pasado, pero después de unos minutos bajó a
abrir.
-¿Qué pasó?
-¿Qué pasó?
-Pues no sé, se
cayeron al agua y el Humbertito se asustó-
-¿Se cayeron?-
preguntó Rutila y vio a Leo en la camioneta.
-Pues eso dicen-
-Pues eso dicen-
Rutila no sabía que
pensar.
-¿Y tú dónde estabas, eh?-
-¿Y tú dónde estabas, eh?-
-Bajando algo del
carro, Rutila, voltée y ya estaban todos empapados. No mames, ni que los
hubiera dejado solos para ir por cervezas-
-Pues sí pero bueno,
esas cosas pasan, digo tampoco es culpa de nadie, supongo. ¿Pasas a dejar al
Humbertito en su cama?- igual lo tendría que despertar, pero quería ir a hablar
con Leo aunque sea unos minutos.
El Chema estaba tan de malas que estuvo a nada de decirle "Hazlo tú", pero mejor fue por el niño y lo metió a la casa.
El Chema estaba tan de malas que estuvo a nada de decirle "Hazlo tú", pero mejor fue por el niño y lo metió a la casa.
Cuando se metió,
Rutila se acercó al carro.
-Hola- le dijo a Leonardo.
-Hola- le dijo a Leonardo.
-Hola- no quería ser
grosero, pero tampoco tenía muchas ganas de hablar.
-¿Que tienes morro?-
le preguntó un poco preocupada.
-Nada, ¿tú?-
-Nada, ¿tú?-
-Nada, ando
preocupada por ti-
-Sí, seguro... Yo no
tiré al Humbertito, eh, él solo se cayó-
-¿Y cómo, eh? Esque
tu papá no me dijo nada-
-Pues él me estaba
jalando y me solté y se tropezó. Y no sé por qué no te dijo nada si le conté
exactamente lo que había pasado-
-Porque así es ese
wey, ni le hagas caso, los accidentes pasan -
-¿No me puedo quedar
aquí?-
-Si, el problema es
el Chema... Tú eres muy bienvenido aquí-
-Pero esque ni le caigo bien, mejor que se lleve al Humbertito y yo me quedo aquí- masculló cansado.
-A mi hijo no lo llevan a ninguna parte, pero yo también quiero que te quedes. Yo le dije pero esque es un terco-
-Pero esque ni le caigo bien, mejor que se lleve al Humbertito y yo me quedo aquí- masculló cansado.
-A mi hijo no lo llevan a ninguna parte, pero yo también quiero que te quedes. Yo le dije pero esque es un terco-
-Pues de perdido tu
hijo le cae bien-
-Pues ya está todo, morra, vengo por el Humbertito el siguiente viernes- regresó su ex.
-Pues ya está todo, morra, vengo por el Humbertito el siguiente viernes- regresó su ex.
-Me voy a quedar con la Rutila-
soltó de repente Leonardo, bajándose del carro.
Me gustaron mucho las historias de Chema :)
ResponderBorrarEnorabuena por el blog yo no sé qué serie es no la he visto pero si le daría de palos a ese papá por necio y una cosa más estaría bien que pusierais el nombre de la autora o autor de cada historia
ResponderBorrarMe encanta está historia, el Chema es bien terco, pero me mata de risa jajajaja cállate la pinche boca como le habla a la pobre Rutila, pero sí Leo no quería ir no lo debió obligar. No he visto la historia real, pero se nota como te metes en el personaje imagino que son así como los describes y pues tu ortografía es genial, Mejor dicho la de ambas la tuya y de London.
ResponderBorrarNo way! jaja, acabo de empezar el show "El Chema" en Netflix. Tenemos gustos parecidos. LOL. I'm excited to read this story :)
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