domingo, 28 de octubre de 2018

Chema Venegas, capítulo 14


Al llegar, como por designio divino, ahí estaba el Chema. Resulta que ese había sido un día bastante flojo y no tenía mucho que hacer.



-Hola- le dijo Leo sin muchas ganas.

-¿Qué pasó, mijo? ¿Cómo te fue?- bajó lo que estaba leyendo.

-Uhmm pues no me gustó la escuela, bueno, sí está bien y eso, pero... quería mejor decirte que si no quieres- Rutila ya lo había puesto a pensar- Pues que mejor yo te ayude con los negocios y eso-

-¿Que qué?- lo vio como si hubiera dicho que quería comer cucarachas.

-Pues quiero aprender...-

-¿Pos cómo ves que no?-

-¿Por qué no?-

-Puedes ir conmigo y eso, pero no vas a andar viviendo de esto, ¿qué te pasa?-

-¿Cuál es el problema? Aparte, tampoco de lo que disque estudie-

-Pos el problema es que sí puedes hacer otra cosa, órale, mientras más opciones mejor- tampoco era tan pendejo como para no saber que era peligroso.

-Pero es que yo no quiero, papá- respondió.

-Siéntate aquí- le señaló muy firme la silla de al lado.

-¿Para qué?- se cruzó de brazos

-Que te sientes, quería hablar bien contigo-

-¿De qué?-

El hombre rodó los ojos, hasta parecía que el chiste era llevar la contraria.

-Mira, mijo, la verdad es que para esto de la escuela me viene valiendo si tú quieres o no-

Leo rodó los ojos, él también quería hablar bien.

-Nunca escuchas nada- le reprochó- ¿Desde cuándo te interesa la escuela? Ni se te había ocurrido meterme, eres un hipócrita-

-¿Qué dijiste?- se puso serio enseguida.

-Que eres un hipócrita.

El Chema le iba a soltar un manazo, pero Rutila le detuvo el brazo disimuladamente.

-Ya le vas bajando... Si no te metí luego luego a la escuela es porque se te ocurrió aparecerte de un día para otro como si nada y he tenido mil cosas que hacer-

-Ay sí, un año-

-Pos sí, como si no hubiera tenido que cambiar toooodoooo aquí porque se te ocurrió llegar así de repente. Si eso no tarda tres días-

-Ay, qué casualidad que Rutila llega y lo resuelve en menos de un día-

-¿Y por qué no eres más directo?-

-Pues ya te lo dije, eres un hipócrita, ni se te hubiera pasado por la mente si Rutila no te lo hubiera dicho, así que no es justo que me obligues-

-Pos que suerte que no tengo que ser justo-

Leonardo frunció el ceño

-Vete al carajo- él había seguido el consejo de Rutila a pesar de su advertencia, pero con él jamás se podía hablar.

Eso ya era el pinche colmo.

-Bájate los pantalones-

-Estás loco- si ahí estaba Rutila, y aparte con la mano así apenas y se los había podido poner. Caminó a la puerta de la cocina para salirse prácticamente corriendo.

-¡LEONARDO!- pero el muchacho no se detuvo.

-Ahora sí se va a llevar una chinga- se levantó furioso. Rutila no metió las manos por el morro porque en parte sí se lo merecía, no sabía escuchar.

-¡Leonardo, ¿qué chingados te pasa?!- el Chema entró al cuarto del chamaco.

-¡Pues nunca escuchas nada!-

-¡Pos si no te gusta que te digan qué hacer, no sé ni pa qué viniste!-

-Pues tienes razón, mejor me largo-

-Espérate, que no te pedí eso-

-Pues me vale un pepino, sólo me vine a meter donde no me querían por pendejo- sí había dicho eso.

-No es eso, es que a cualquier lugar al que vayas hay reglas-

-Pues no me importa, ya me voy-

-No seas ridículo, no te vas a ningún lado- tenía 14 años, era un escuincle todavía- Y mejor cálmate que no te quiero pegar-

-Claro que sí, así como llegué me puedo ir- se cruzó de brazos.

-Pues pobre de ti donde tenga que salir a buscarte otra vez-

-¡Te odio!-

-Ya cállate, no quieres nada tú. No mames, Leonardo, ya ni sé qué hacer contigo-

-Déjame tranquilo, eso haz-

-O mejor empieza a hacer caso y nos ahorramos problemas-

Leo rodó los ojos.

-Pues deja de inventar cosas que tengo que hacer-

-No estoy inventando ni madres, son cosas que tienes que hacer-

-¿Desde cuándo?- gruñó.

-No voy a discutir algo que ya sabes-

-¡Bien! Voy a ir a la maldita escuela, ya déjame-

El Chema lo tomó del brazo y le soltó una palmada resonante.

-Y pobre de ti donde me vuelvas a hablar como si fuera tu pendejo-

-AUUU- gruñó enojado- Me estas lastimando la mano.

-Sí, ahora resulta, ¿no?- si era el otro brazo.

-Ya suéltame- dijo enojado.

El Chema le soltó otra por el tono y lo soltó.

-No es posible que tenga que batallar más contigo que con el Humbertito, caray-

-Pobre de ti- frunció el ceño.

-No empieces-

Leo bufó enojado.

-¿Yo? ¿Qué me tienes que andar diciendo eso? Me vale si con Humbertito batallas menos, es porque él no te tiene todo el día detrás diciéndole que para qué llegó si no iba a hacer lo que se te pega la gana-

-¡Yo no he dicho eso!-

-¡Claro que sí!-

-¿Sabes qué? Ya estuvo, no dije ni pienso eso, así que bájale-

-¡Sí lo dijiste!-

El Chema se pasó la mano por el rostro.

-Ya estuvo-

-Claro, que fácil es lavarte las manos-

-No, ¿quieres que te traiga cortito? Pos está bueno, vamos a estar pegados todo el mugroso día-

-Pues con tal de no ir a la escuela…-

-Después de la escuela-

Leonardo gruñó.

-Como sea-

-Y pobre de ti donde andes de jeta-

-Porque obvio estoy que brinco de la felicidad-

-Es lo que querías, ¿no?-

Leonardo rodó los ojos.

-No entiendes nada- suspiró- No sé ni para que vine, extraño a mi madre- lo ultimo lo dijo más para sí que para el tipo.

-Pos mira... Esque no tienen que estar las cosas así-

-Claro- se rió.

-Es enserio-

-¿Y cómo? ¿Callándome y aguantándome a todo lo que diga el amo y señor?-

-Estás exagerando-

-Claro que no-

-Claro que sí... Suenas como si te tratara de la patada-

-¿Y según tú me tratas muy bien?-

-Pos sí, la verdad los trato muy bien-

-Ay ya déjame-

-Ya mejor vamos abajo a que comas-

-No tengo hambre, gracias-

-Órale, chamaco, que no te estoy preguntando-

Leo hizo un gesto enojado.

-Ya que-

-Y sin jetas, por favor-

Leo lo fulminó con la mirada.

-Ya voy-

-Y cálmate-

Leonardo salió del cuarto bastante enojado

-¿Qué te dije?!- gruñó cuando el muchacho azotó la puerta.

-Ya no me molestes- dijo, si ni estaba haciendo nada.

-¡Ya lárgate a la cocina!-

Leonardo obedeció ya sin retobar y se sentó en la mesa de mal humor.

Poco después llegó la pizza que habían pedido, es decir, tampoco es como que el Chema fuera a cocinar.

El ambiente era evidentemente tenso... Mientras que el Chema pensaba que el chamaco debería darse de santos de que no le había dado unos cuerazos bien dados, el otro estaba más que cagado por lo que según su padre nadie había dicho.

Leo medio comió, no le encantaba la pizza, pero ya no quería que lo estuvieran fastidiando, ni siquiera Rutila, ella le caía bien, pero no quería otra mamá.

-¿Y a qué hora pasas por el Humbertito o qué?- soltó el Chema de repente.

Rutila miró el reloj.

-Yo creo que ya en diez minutos me voy por él-

-Sí, a ver si quiere que hagamos algo más tarde-

-Estaría bueno. Si no tiene tarea, a ver qué hacemos, y sino le podemos ayudar con la tarea- se levantó- Ya me voy mejor, que no vaya a haber tráfico-

-¿Sabes qué? Mejor voy yo- ni ganas de quedarse a solas con el chamaco más grande.

-No se puede, sólo me dan al chamaco a mí, pero ahorita vengo-

-Bueno, no te tardes- ya que- ¿No te quieres llevar a Leonardo?-
 
-No te preocupes, me voy a mi cuarto, yo tampoco quiero estar aquí, eh- se levantó.

Rutila negó con la cabeza y el Chema rodó los ojos.

-No, y eso que no le di los fregadazos que se había buscado-

-A lo mejor le hacen falta, yo que sé, tú y el son igual se tercos- tomó sus llaves- No lo mates antes de que vuelva-

El Chema rodó los ojos. Todos en esa casa lo hacían sonar como el ogro del cuento.

Leo se fue a su cuarto bastante indignado.

-Ponte a preparar todo para mañana-

-Ay que molesto eres, ¿qué se supone que prepare?-

-Busca una mochila de perdido-

-Pues sólo tengo esa- la señaló- Listo-

-No pos con ese ánimo-

Leo sólo lo miro feo, ¿el chiste era estar molestándolo?

El Chema exhaló pesadamente.

-Ven-

-¿Para qué?-

-Que vengas, no te voy a pegar- sonaba a la mentira más grande del mundo.

-No, ¿para qué?- si pendejo no era.

-Enserio no te voy a hacer nada, nomás quiero hablar unas cosas contigo-

-No te creo, no soy idiota-

Nos pos eso quién sabe...

-Es enserio, chamaco, ya no quiero que andemos peleando- si sí era una chinga.

-¿Pues para que quieres que vaya? Aquí te escucho bien-

Ay sí, para que lo dejara hablando solo cuando le diera la gana.

-Mira, si no quieres no- total...

-Pues no quiero- hace menos de diez minutos ni siquiera quería verlo,¿ y ahora quería hablar?

-Pos está bueno- él muy estúpido a punto de pedirle disculpas y el huerco pendejo en su plan.

Leo se estiró en la cama, se volteó y continuó con su celular. Se acababa de tomar el medicamento, entonces ya le estaba dando sueño.



Esperemos les esté gustando, comenten porfis :3

3 comentarios:

  1. Cómo no avanzó él los pasos que lo separaban del chico y lo abrazaba un poco Hubiera sido lindo.... Pero bueno, me gusta cómo va, lo adolescente que es Leo y lo impaciente de su papá. Leo se salvó yo pensé que le cocinaban el trasero a palmadas, se ve que Chema va cambiando.
    Sigan pronto si ?!! Que me encanta !!!

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  2. Si coincido con Camila y la manía de echarle en cara que se presenta en su casa se lo ha dicho nada montón de veces como si no se hubiera alegrado de conocerlo ,leo tendría que darle un susto y irse de la casa unos días para que el Chema valore al chico y otra cosa siempre anda alabando al Humberto diciendo que es mejor

    Pero aún así me encanta leer sigue pronto

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  3. Este leo tiene muy malos modos, y me parece que el Chema mucha paciencia, yo también creí que se las dama hasta que pedía clemencia, se nota que esta pidiendo una chinga a gritos.

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