domingo, 7 de octubre de 2018

Paseo Familiar, capítulo 3


El camino de regreso estaba siendo por demás incómodo para el Chema, el Humbertito no dejaba de verlo como si fuera el diablo y el Leonardo no dejaba de chillar como si le hubiera metido la golpiza del siglo.
Total, entre los dos lo estaban haciendo sentir la peor mierda del mundo cuando pos no, había mucho peores.

El hombre rodó los ojos desde su lugar en medio en el asiento de atrás, porque hasta eso Rutila había tenido que manejar porque Leonardo no le soltaba el brazo. El Chema se pasó la mano libre por el rostro, enserio que era un pedo con esa familia…

-Bueno, ya estuvo, chamacos. Duérmanse o algo- el capo soltó rato después. El Humbertito lo seguía barriendo de repente, y el Leonardo, aunque ya no estaba chillando como si el mundo se le fuera a acabar, seguía moqueando y traía una cara peor que si fuera un perro pateado.

El Humbertito, quien seguía bastante impresionado, por decirlo de algún modo, se recargó en la ventana, pero el otro niño seguía con una expresión lastimera que hasta pena daba voltearlo a ver.

-Ya mijo- al final decidió dar el brazo a torcer y lo acercó por los hombros- Ni te pegué tan fuerte tampoco-

El muchacho aprovechó, porque vaya que NUNCA pasaba, y se recargó en su papá porque esque enserio no era justo que eso fuera lo más parecido a un abrazo que el tipo le había dado nunca cuando con Humbertito se la pasaba pegado y contento, es decir, él ni siquiera era tan insoportable como el Chema decía… Con esto en mente, no pudo evitar que los ojos se le volvieran a humedecer, y esque no sabía si eso lo hacía sentir más triste que enojado o al revés.

Cuando Leonardo escondió el rostro en su costado y le pasó el brazo por la parte delantera del torso, el Chema exhaló pesadamente y le puso la mano del brazo libre en el cabello porque para acabarla el huerco estaba empezando a sollozar otra vez, a lo mejor no tanto como camino a la camioneta, pero igual…

-A ver, chamaco, cálmate que no pasa nada-

-Esque…- soltó con esfuerzo un momento después.

-¿Esque qué?- no pos sí quería saber, porque esas escenitas no eran de todos los días. 

Pero en lugar de contestarle, el chiquillo comenzó a alterarse otra vez y el Chema no hizo más que maldecir por lo bajo.

-Mijito, ya tranquilo que ni te voy a entender así- él ni experiencia tenía en esos casos, el Humbertito era bien tranquilo, ya hasta dormido iba, y pos Leonardo había sido más un dolor de cabeza, como bien castroso y hostigoso desde el día uno, pero era la primera vez que le armaba uno de esos panchos.

El huerco lloriqueó, y sonaba tan agüitado que hasta se sintió peor el tipo.

-No es justo- soltó al fin.

El Chema rodó los ojos. ¿Así que todo eso porque le había soltado unas nalgadas “injustamente”? Enserio que el hombre no sabía porqué todo tenía que ser tan jodidamente complicado con ese chamaco, si fuera el Humbertito no estaría batallando tanto nomás para entender qué le pasaba o porqué reaccionaba de tal o tal modo. Tratando de pensar en qué haría si se tratara del Humbertito, el hombre subió al niño a su regazo, y pues no sabía si le iba a molestar o no, pero al parecer no porque luego luego le aventó los brazos al cuello y le enterró la cara en el hombro. Después de tomarse un momento para intentar pensar, rodeó a su hijo más grande con los brazos y empezó a acariciarle el cabello.

-Ya, mijo, tranquilo… Mira, pos a nadie nos gusta que nos regañen, pero no es para que te pongas así, no pasa nada- pero en lugar de ir asimilando lo que le estaba diciendo, Leonardo negó con la cabeza- Sí, mira, no puedes estar de hocicón ni respondón y tú llevabas ya varias, y pos eso no. Yo te quiero mucho, pero...-

A pesar de que el chamaco le apretó más fuerte el cuello, el Chema alcanzó a escuchar que mascullaba algo que sí le llamó la atención.

-A ver, ¿qué dijiste?- pos lo que le faltaba.

Leonardo rodó los ojos. No se quitó porque enserio tenía que aprovechar, su papá jamás lo abrazaba y mucho menos lo cargaba, pero eso no quería decir que estuviera saltando de gusto sólo porque el tipo se había dignado a tocarlo para otra cosa que no fuera jalonearlo o pegarle.

-Que ni que fuera mi hermano- porque Leonardo no era ni tonto ni ciego ni sordo. A él le constaba que su hermanito era bastante agradable y ni pesaba estar con él, y que a lo mejor él no era tan simpático como Humbertito, pero tampoco estaba padre que su papá se la pasara hablando de eso y restregándoselo en la cara.

-No mames, Leonardo, ¿pos de qué fregados hablas?- pero el escuincle nomás se encogió de hombros y el Chema, con tal de no volver a armar arguende, no hizo más que poner los ojos en blanco- Ay luego hablamos en la casa, chamaco, trata de dormir que falta buen rato- por la carretera principal se hacía mucho tráfico a esa hora, y habían tomado otro camino porque por obvias razones preferían evitar todo el gentío.

Mientras que la simple petición le parecía al niño de lo más difícil justo en ese momento, tampoco tardó mucho. A pesar de lo extraño que le resultaba el estar tan cerca de su papá y además por tanto tiempo, no se sentía mal en sí, y esque con razón Humbertito se la pasaba como chicle con el tipo. Quizás si las cosas fueran algo diferentes, Leonardo actuaría igual, pero no es como que tampoco se la fuera a pasar mendigando algo que no querían darle a una persona que tampoco lo quería tan cerca.

Aún bastante triste y resignado, el más grande de ambos niños pronto se quedó dormido, dejando de nuevo a su padre preguntándose si se trataba de algo enserio o era algún tipo de chantaje para hacerlo sentir mal por haberle dado ese jalón de oreja por respondón.

-No, pos gracias por la ayuda, mija- le soltó a Rutila cuando estuvo seguro de que ambos huercos estaban completamente dormidos.

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