El camino de regreso estaba siendo por demás incómodo para el Chema,
el Humbertito no dejaba de verlo como si fuera el diablo y el Leonardo no
dejaba de chillar como si le hubiera metido la golpiza del siglo.
Total, entre
los dos lo estaban haciendo sentir la peor mierda del mundo cuando pos no,
había mucho peores.
El hombre rodó los ojos desde su lugar en medio en el asiento de
atrás, porque hasta eso Rutila había tenido que manejar porque Leonardo no le
soltaba el brazo. El Chema se pasó la mano libre por el rostro, enserio que era
un pedo con esa familia…
-Bueno, ya estuvo, chamacos. Duérmanse o
algo- el capo soltó rato después. El Humbertito lo seguía barriendo de repente,
y el Leonardo, aunque ya no estaba chillando como si el mundo se le fuera a
acabar, seguía moqueando y traía una cara peor que si fuera un perro pateado.
El Humbertito, quien seguía bastante
impresionado, por decirlo de algún modo, se recargó en la ventana, pero el otro
niño seguía con una expresión lastimera que hasta pena daba voltearlo a ver.
-Ya mijo- al final decidió dar el brazo a
torcer y lo acercó por los hombros- Ni te pegué tan fuerte tampoco-
El muchacho aprovechó, porque vaya que
NUNCA pasaba, y se recargó en su papá porque esque enserio no era justo que eso
fuera lo más parecido a un abrazo que el tipo le había dado nunca cuando con
Humbertito se la pasaba pegado y contento, es decir, él ni siquiera era tan
insoportable como el Chema decía… Con esto en mente, no pudo evitar que los ojos
se le volvieran a humedecer, y esque no sabía si eso lo hacía sentir más triste
que enojado o al revés.
Cuando Leonardo escondió el rostro en su
costado y le pasó el brazo por la parte delantera del torso, el Chema exhaló
pesadamente y le puso la mano del brazo libre en el cabello porque para
acabarla el huerco estaba empezando a sollozar otra vez, a lo mejor no tanto
como camino a la camioneta, pero igual…
-A ver, chamaco, cálmate que no pasa nada-
-Esque…- soltó con esfuerzo un momento
después.
-¿Esque qué?- no pos sí quería saber, porque esas escenitas no eran de todos los días.
Pero en lugar de contestarle, el chiquillo
comenzó a alterarse otra vez y el Chema no hizo más que maldecir por lo bajo.
-Mijito, ya tranquilo que ni te voy a
entender así- él ni experiencia tenía en esos casos, el Humbertito era bien
tranquilo, ya hasta dormido iba, y pos Leonardo había sido más un dolor de
cabeza, como bien castroso y hostigoso desde el día uno, pero era la primera vez que
le armaba uno de esos panchos.
El huerco lloriqueó, y
sonaba tan agüitado que hasta se sintió peor el tipo.
-No es justo- soltó al fin.
-No es justo- soltó al fin.
El Chema rodó los ojos. ¿Así que todo eso porque
le había soltado unas nalgadas “injustamente”? Enserio que el hombre no sabía
porqué todo tenía que ser tan jodidamente complicado con ese chamaco, si fuera
el Humbertito no estaría batallando tanto nomás para entender qué le pasaba o
porqué reaccionaba de tal o tal modo. Tratando de pensar en qué haría si se
tratara del Humbertito, el hombre subió al niño a su regazo, y pues no sabía si le
iba a molestar o no, pero al parecer no porque luego luego le aventó los brazos
al cuello y le enterró la cara en el hombro. Después de tomarse un momento para
intentar pensar, rodeó a su hijo más grande con los brazos y empezó a
acariciarle el cabello.
-Ya, mijo, tranquilo… Mira, pos a nadie
nos gusta que nos regañen, pero no es para que te pongas así, no pasa nada- pero
en lugar de ir asimilando lo que le estaba diciendo, Leonardo negó con la
cabeza- Sí, mira, no puedes estar de hocicón ni respondón y tú llevabas ya varias, y pos eso no. Yo te quiero mucho, pero...-
A pesar de que el chamaco le apretó más
fuerte el cuello, el Chema alcanzó a escuchar que mascullaba algo que sí le
llamó la atención.
-A ver, ¿qué dijiste?- pos lo que le
faltaba.
Leonardo rodó los ojos. No se quitó porque
enserio tenía que aprovechar, su papá jamás lo abrazaba y mucho menos lo
cargaba, pero eso no quería decir que estuviera saltando de gusto sólo porque
el tipo se había dignado a tocarlo para otra cosa que no fuera jalonearlo o
pegarle.
-Que ni que fuera mi hermano- porque Leonardo
no era ni tonto ni ciego ni sordo. A él le constaba que su hermanito era
bastante agradable y ni pesaba estar con él, y que a lo mejor él no era tan
simpático como Humbertito, pero tampoco estaba padre que su papá se la pasara
hablando de eso y restregándoselo en la cara.
-No mames, Leonardo, ¿pos de qué fregados
hablas?- pero el escuincle nomás se encogió de hombros y el Chema, con tal de
no volver a armar arguende, no hizo más que poner los ojos en blanco- Ay luego
hablamos en la casa, chamaco, trata de dormir que falta buen rato- por la
carretera principal se hacía mucho tráfico a esa hora, y habían tomado otro
camino porque por obvias razones preferían evitar todo el gentío.
Mientras que la simple petición le parecía
al niño de lo más difícil justo en ese momento, tampoco tardó mucho. A pesar de
lo extraño que le resultaba el estar tan cerca de su papá y además por tanto
tiempo, no se sentía mal en sí, y esque con razón Humbertito se la pasaba como
chicle con el tipo. Quizás si las cosas fueran algo diferentes, Leonardo
actuaría igual, pero no es como que tampoco se la fuera a pasar mendigando algo
que no querían darle a una persona que tampoco lo quería tan cerca.
Aún bastante triste y resignado, el más
grande de ambos niños pronto se quedó dormido, dejando de nuevo a su padre
preguntándose si se trataba de algo enserio o era algún tipo de chantaje para
hacerlo sentir mal por haberle dado ese jalón de oreja por respondón.
-No, pos gracias por la ayuda, mija- le
soltó a Rutila cuando estuvo seguro de que ambos huercos estaban completamente
dormidos.
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