domingo, 21 de octubre de 2018

Chema Venegas, capítulo 9


El Chacorta colgó con mucha pena, ya eran varias en las que el Victor se ponía de imprudente.

Mientras tanto Leo seguía llorando con muchas ganas y es que aunque le dolía la mano no quería la inyección y el pendejo de su padre le había apretado la mano horrible.



-A ver, chamaco- el Chema entró al cuarto- Enséñame la mano-

-Déjame en paz- respondió enojado.

-Que me enseñes la mano-

-¿Para?-

-Pos te voy a soltar unos manazos por rezongón y castroso, ¿cómo ves?-

-¡Yaaaa! Déjame en paz- comenzó a llorar más.

El Chema rodó los ojos y lo agarró del brazo para ver la mano derecha a ver si era la fregada.

-¡Ya suéltame!- berreó el muchacho.

-¿Cual mano es la fregada?-

-Ya déjame tranquilo-

El Chema le soltó una punzante palmada. No estaba para berrinchitos estúpidos.

-Ya me marcó el Chacorta, ¿cuál mano es la que te fregaste?-

-¡Auuuuu!- se quejó el morro- Esta...- le extendió la mano.

Y sí se veía inflamada la muñeca...

El hombre le soltó tres palmadas aún más pesadas.

-¡Estas cosas se dicen, escuincle!-
 
-AUUUUUU- comenzó a sollozar nuevamente- ¡Ya!-

El Chema se detuvo pero no le soltó el brazo. Igual yo le había dicho al Toro que trajera al doctor.
-A ver, ¿a ustedes quién les prestó esas motos?-

-Yaaaa- dijo el muchacho, ¿para qué le hacía preguntas estúpidas?- Obviamente nadie, ya déjame-

-No estés de respondón que te doy otras. Y ya cálmate, ya viene el doc a ver qué pedo con tu mano-

-¿Pues para qué me preguntas tonterías- sorbió mocos, él intentaba calmarse pero es que no podía, le dolía muchísimo

-Tonterías las que ustedes hacen, mijito- eso era el colmo- Bueno, ¿no piensan o qué?-

Leonardo ya no le dijo nada, seguían siendo puras preguntas de estúpidas.

-¿Y qué quieres que te diga?- dijo entre lágrimas.

-Sabes qué? Nada, muy enfermo para unas cosas pero para las pendejadas ahí vas-

-¡Que ya!-

-Es la última puta vez que te juntas con el Chacortita ese-

-Pues bueno, ya déjame tranquilo- le dolía mucho como para que le estuviera gritoneando.

-No pos tengo que esperar a que llegue el doctor-

-Pues espéralo afuera-

-¿Mande?-

-¡Que te vayas, sólo te la pasas gritándome!

-Ya bájale, y no me corras de mi propia casa, escuincle igualado-

-Pues déjame tranquilo- siguió llorando, su padre era el pendejo más insensible del mundo.

El Chema se pasó la mano por el rostro.

-A ver, cálmate... Es que ya ni joden, mijo, estas cosas se dicen-

-Pues por algo no te las digo- dijo él. No estaba enojado con Víctor, seguro el tipo no podía ni caminar.

-Por lo que sea, tengo que saber, ¿o apoco ibas a quedarte sin usar la mano para siempre?-

-Pues no sé- ni siquiera se había puesto a pensar en eso.

-No, pos no- huercos pendejos- Y todavía que dijeras "pos no la uso y no me duele", pero te apuesto que sí-

Leonardo sorbió mocos aún bastante sentido con su padre, pero ya no le dijo nada.

-Y ya quita esa cara, que si me hubieras dicho antes nos habríamos ahorrado muchas situaciones-

-Pues te hubiera dicho si no te pusieras súper loco cada vez que te digo algo-

-Pues esque puras pendejadas haces tú... A ver, ya cálmate, voy por hielo-

Leo se recostó en la cama intentando calmarse ya.

-Aquí está. No te muevas- le tenía que poner el hielo despacio si no quería más berridos.

El muchacho obedeció, no quería volver a ver al estúpido doctor.

-No, mijito, pos sí se ve muy mal-

-Ya sé- no entendía cómo no se había dado cuenta cuando se la había aplastado.

El Chema negó con la cabeza. Enserio que esos huercos no pensaban...

-¿Cómo sigues de la garganta?-

-Pues mejor- dijo ya más tranquilo.

-¿Sí te querías regresar a la casa por eso o por la mano?-

-Por las dos-

-No pos para decirle al doctor que qué pedo con las inyecciones que no están jalando-

-Sí, te dije que no tenía sentido que me inyectara-

-No, tu excusa fue que dolían un chingo, ¿y pos eso qué?-

-Como sea, ya no quiero que me ande inyectando-

-Bueno, ya, nomás falta la de mañana-

-No me importa, no quiero-

-Bueno, eso es aparte. Oye mijo, le dije al Humbertito que mañana lo íbamos a sacar-

-No quiero, vete tú con él- ¿su papá estaba pendejo o qué?

-Pérate, ¿por qué te pones así?- ¿ahora qué chingados había hecho?

-Pues porque estás viendo y no ves... Me siento súper mal y tú quieres que ande ahí perdiendo el tiempo-

-No pos perdón. Lo de tu mano se supone que ahorita lo arregla el doctor-

-Pues no creo, así como la infección, ¿no?-

-Es diferente, Leonardo, no mames-

-No me importa, me siento igual de mal-

-Bueno, o me lo traigo a la casa o no sé-

-Como quieras...-

-Pero pos lo traigo para que esté también contigo. Con eso de que nos salimos antes de su fiesta-

-Pues porque me sentía mal, mejor deberías llevarlo a él a pasear y yo me quedo aquí- obviamente no se iba a mover de ahí.

-Sí, seguramente- ya parecía que lo iba a dejar todo enfermo ahí- ¿Por qué siempre te pones en ese plan cuando sale el Humbertito en la conversación?-

-No me pongo en ningún plan, no es él, ¿pero por qué tengo que ir si me siento mal?-

-No, por nada- si no se podía partir en dos.

Leonardo se calmó un poco más. Le seguía doliendo muchísimo, pero ya no estaba llorando.

Cuando llegó el doctor y le revisó la mano, al menos no tenían que estarlo agarrando como con las jeringas.

-Auuuuuu- se quejó cuando el doctor le revisaba la mano.

-Cálmate, Leonardo- ni le estaban haciendo nada.

-Don Chema, su hijo presenta un esguince de muñeca, pero requiere una férula para inmovilizarla al menos dos semanas-

Leonardo gimoteo.

-Pero es un buen...-

-En dos semanas debo volver a revisar la lesión para verificar que no sea necesario más tiempo de reposo-

Se veía que el chamaco iba a repelar, pero el Chema le cayó la boca.

-Y ni te quejes, antes di que no te pasó otra cosa-

Leonardo hizo una cara pero ya no  dijo nada.

Mientras el doctor ponía la férula y seguía explicando, el Humbertito no estaba para nada contento.

-Yo no quería que se fuera mi papá- le chilló a su madre.

-Ya sé, Humbertito, pero pues tu hermano se sentía mal-

El Niño puso un puchero.

-¡No es justo!

-A ver, mijo, lo importante es que vinieron a pasar el día contigo. Además, tenemos que ser considerados, ¿cómo le decimos que se quede si está enfermo? No, mijito, hay que entender-
Sabía que ninguno de los dos niños estaba acostumbrado a tener hermanos y pues a compartir padres o atención, pero tenían que irse haciendo a la idea. El Humbertito ya no podía tronar los dedos y tener ahí al Chema a los tres segundos, y menos ahora que Leo vivía ahí con él.

-Hum- abrazó a su mamá- ¡Pero con Leo siempre está y aquí nunca viene!-

-Pues él te dijo que podías irte con ellos y no quisiste, Humbertito. A ver, mijo, si tú quieres, te puedo llevar. No siempre que quieras estar con tu papá voy a estar yo- le parecía excelente que el niño la extrañara, pero no podía estar siempre ella ahí.

-Pero es que él quiere que me vaya toda la semana y yo no quiero- puso un puchero.

-Pues te llevo y le digo que sólo unos días, pero él no se podía quedar, también tiene que cuidar a tu hermano-

-Mejor que me traiga mañana en la noche-tampoco quería unos días. No le encantaba estar en la casa de su papá, era muy grande- Pero dile que me duermo con él-

-Pues no creo que tenga problema... A ver, ya, ve por tu pijama y ropa para mañana-

El niño le sonrió y fue corriendo a su cuarto.

Rutila le marcó al tipo nada más para que supiera que iban.

-Chema-

-¿Qué pasó?- contestó.

-¿Cómo sigue el Leo? Humbertito se quedó preocupado- medio mintió.

-Pues puras pendejadas con el mocoso este, el Victor y él agarraron unas de tus motos y se cayeron, y uno tiene lastimado el pie y el mocoso éste trae un esguince en la mano-

Rutila se pasó la mano por el rostro.

-Bueno, ahorita que vaya paso a saludarlo-

-¿Vas a venir?-

-Sí, pero ni te emociones- ya se sabía ese tonito- Voy a dejar al Humbertito, que siempre sí se quiso ir para allá-

-Ah, pos eso esperaba, ni que quisiera que te vinieras pa acá, morra-

Sí, como no. Si el Chema le proponía matrimonio mínimo tres veces al año.

-Dice que nomás hoy, y que se duerme contigo-

-Pos está bien si eso quiere el chamaco, eh-

-Sí. Oye, y quiero que también vaya la nana, ¿cómo ves?-

-No mames, Rutila, no. Sí puedo cuidar al chamaco un día, ¿pa que quiero a la vieja esa aquí?-

-Pues esque... Mira, no puedes solo con Leo y...-

-No empieces con pendejadas, que ahuevo que puedo-

-¿No me acabas de decir que se cayó de la moto?-

-Pues sí, pero aun así puedo. Si el morro no se va a levantar de la cama-

-Ay Chema... Mira, no quiero cargarte la mano. A lo mejor un ratito con el Humbertito, que está pequeño, sí puedes muy bien... Pero se me hace como otra cosa andar cuidando dos huercos al mismo tiempo cuando aparte uno de ellos anda enfermo-

-Ay no chingues, Rutila. Ya te dije que me lo traigas, no necesito a la nana, y si no confías mejor ven tú pa acá, yo no quiero a esa vieja aquí-

-Bueno, agarro mis cosas y voy para allá- no le dio tiempo de decir que era sarcasmo antes de colgar. “Pinche vieja loca”, pensó antes de entrar otra vez al cuarto de Leonardo, donde seguía el doctor.

-Pues muchas gracias, doctor- el Chema le entregó un fajo de billetes- Ahi disculpe la hora-

-No se preocupe, Don Chema, cuando quiera, y espero que el muchacho se mejore-

El Chema volteó a ver al escuincle, quien no estaba muy contento.

-¿Cómo se dice?- si tampoco quería que todo mundo dijera que andaba educando un chamaco majadero.

-Gracias- refunfuñó Leonardo.

-Doctor, aprovechando, dice mijo que de la garganta se siente igual, ¿pos y las inyecciones qué?-

-Pues a lo mejor está agravándose- dijo el doctor.

-Claro que no- replicó Leonardo.

-¿Cómo? ¿Y eso por qué?-

-No lo sé, a lo mejor no está bien cuidada, yo creo que mejor serán cinco inyecciones, o sea tres más- dijo el doctor.

-¡Nooo!- gritó Leonardo.

-Está bueno. Aquí lo esperamos mañana-

-De acuerdo, buenas noches- salió de ahí.

-¡No! ¡Ya te dije que no quiero más inyecciones! ¡No es justo!-

-Ya te dije que se trata de que te mejores, no de lo que quieras-

-¡Pues no me importa!- esperaba que los medicamentos para el dolor que le habían dado hicieran efecto rápido.

-Cálmate, Leonardo, no vamos a volver a discutir de lo mismo- se sentó en la cama bastante cansado.

-Pues es que no quiero más estúpidas inyecciones-

-Ya sé, mijo, ¿pero pues qué hacemos?-

-No es justo- se lamentó el muchacho.

-Si no quieres inyecciones, deja de andar descalzo todo el día-

-Nunca ando descalzo-

-Siempre, y más desde que el doctor te  dijo que no- como le encantaba a ese huerco llevar la contraria.

-Claro que no- se tapó.

-Bueno, ya, eso luego lo platicamos. Trata de descansar un rato- le acomodó la cobija.

-Me duele todavía mucho...-

-Ya sé, pero pos por eso necesito que te cuides mejor- trató de acercarlo. Quién sabe cómo se fuera a poner si el chamaco siempre lo quería lo más lejos posible

Pero para sorpresa de él, se le abrazó.

-Bien...-

¿Y ese milagro?

-No pasa nada- lo siguió teniendo ahí a lado- Puros doctores contigo-

-Así me tratas…-

El Chema rodó los ojos. Pinche huerco dramático.

-Ya tranquilo- le comenzó a acariciar la espalda. Si se veía que había sido un día complicado para él, pero al escuincle le gustaba la mala vida.

En poco rato las pastillas le ayudaron al muchacho y se quedó perdidamente dormido, y es que vaya que había sido agotador ese día.

Pero no mucho después, llegó el Humbertito.

El Chema dejó al adolescente bien acomodado y bajó con su hijo pequeño.

-Hola, chamaco- lo cargó

-¿Por qué te fuiste de mi fiesta?-

-Porque tu hermano se sentía mal, pero que bueno que te quisiste venir a quedar-

-Pero esque él siempre está de malas o enfermo, papá, no es justo-

-Ya, pero estar enfermo no es su culpa, y cuando esté sólo de malas no le hagas caso y ya-

-Sí, como no- tener hermanos no estaba resultando tan divertido como lo hubiera pensado.

-Ya, no pongas esa cara, vienes a pasarte un día con nosotros y vamos a estar bien-

-Eso espero- se le recargó en el hombro- Con eso de que ya nada más estás con Leo-

-No digas eso, mijito, yo los quiero a los dos igual-

-Pues es de verdad-

-No es, pero ya no hay que discutir, no viniste a eso-

-Sí, Humbertito, ya no seas dramático- Rutila volteó a ver al Chema- Siempre no me voy a quedar... Te lo encargo mucho, eh-

-Uy, pues ya me había emocionado, eh- dijo el Chema.

-Pues sí te creo. Cuidas a los niños-

El Chema se rió.

-¿Y por qué no te vas a quedar, eh?-

-Porque Humbertito tiene que entender que no siempre voy a poder estar ahí pegada-

-Pos te tardaste, aunque deberían venirse los dos pa acá, sería más fácil, ¿no te gustaría mijo?-

-¡Sí, a mí sí!- Humbertito se emocionó luego luego.

-¿Ya ves, deberías quedarte?-

-Sí, mamá, hay que quedarnos-

-Ándale, Ruti- le guiñó el ojo.

-Ay, ni empieces de naco, Chema-

-Si te lo digo en buen plan, sería más sencillo-

-¿Para quién?-

-Para todos-

-¿Y cómo o qué? Ilumíname-

-Pues así yo te ayudo con el Humbertito y estamos juntos todo el día con los dos-

-¿Qué me estás proponiendo?-

-Que se vengan pa acá- ¿Hablaba chino o qué?

-¿Cómo roomies?-

-Como lo que quieras, morra, si yo lo hago por el Humbertito-

-Seguramente a Leo le va a encantar la idea- acababa de tener a su papá como para compartirlo con la ex.

-Pues yo creo que sí, quería vivir contigo, ¿no?-

-Ay conmigo, no con los dos-

-Pero pos ahora tendría lo mejor de los dos.

-Lo voy a pensar- no sabía porqué el Chema siempre la hacía decir pendejadas.

-No entiendo que tienes que pensar, morra-

-No sé, pues cosas, Chema. ¿O no te acuerdas de la última vez?-

-Ay Ruti, no vivas en el pasado-

-Ay pos como no fuiste tú el secuestrado-

-Ruti, ya, que vamos estar muy bien juntos-

-¿Tú crees? ¿Con el carácter que te cargas?-

-Ahuevo que sí-.

-Ay Chema-

-Ya deja de andarte haciendo la difícil, hablo enserio-

-...Lo podemos intentar una semana-

-Pues yo creo que se hará todo-

-¿Todo?-

-Pos si, ya ándale- le sonrió- ¿Verdad, mijo?-

-Sí, mamá, nos traemos al Pompeyo-

-¡Exacto, mijito!- le besó la mejilla el Chema- Quédate, mi cama es suficientemente grande pa los tres- 

-¿Y Leo?- se abofeteó mentalmente por siquiera considerar lo que le decía el tipo ese.   

-Pos Leo está durmiendo, pero también cabe-

-Mira... No sé-

-Aparte ya es tarde y vas a salir de aquí, no es seguro-

-Bueno, ya, está bien-

-Pa que veas, me voy a dormir con el Leo, pa que no andes diciendo-

-Bueno, te llevas al Humbertito porque se quería dormir contigo-

-Bueno pues- se podían dormir ellos en el sofá cama que había ahí para no incomodar a Leo, no se fuera a lastimar más la mano.

-Mañana voy por mis cosas para ver estos días qué tal-

-Pos está perfecto-

-Sólo estos días-


2 comentarios:

  1. Emocionada por leer cómo seguirá!!!! Y pobre Leo !! Encima se ganó dos inyecciones más !!

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  2. Haber si la rulita lo cambia y es más cariñoso con Leo cómo lo hizo hoy y con los chicos a claras está celosos uno de otro

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