miércoles, 31 de octubre de 2018

Tomar la medida, capítulo 1


-¿Y luego, Victor? ¿Se aventaron muchos goles o qué?-



El muchacho asintió bastante satisfecho de sí mismo.

-Sí, mi Zopi, bastantillos- lo primero que habían hecho Leonardo y él al entrar a clases había sido inscribirse al equipo de soccer de la escuela, y la verdad es que sí les estaba gustando mucho. A Victor siempre se le había dado bien eso del fútbol, pero el hecho de que se hubiera metido también Leonardo hacía todo mil veces más divertido.

-Para mí que estos chamacos nos están choreando, ¿que no, Zopilote?-

-¿Pero qué pasó, Torito? Si cuando andes de humor para perder nomás dinos y nos echamos una cascarita- sonrió el hijo del Chacorta.

-No wey, ¿cómo nos vamos a poner al brinco con viejitos? No mames- repuso el Leonardo socarronamente.

-Yyyyy sí es cierto. De malas, señores-

-¿Pos qué pasó, chamacos? ¿Cómo que viejitos?- repeló luego luego el Zopilote.

-Sí, escuincles, tampoco se pasen-

-Ay bueno, ya. Al rato en el patio a ver quién gana-

-Ja, sí tú, ¿Y la chamba qué?-

-Dile al Chema que te di la tarde libre-

Ahora sí los dos jefes de seguridad se carcajearon. Pasar por los chamacos siempre era lo más entretenido de la tarde.

-Oilo, Zopi, el pudiente ya dijo-

-¿Pues qué? Es un rato nomás-

-Ay, chamaco- se intentó calmar el Toro- Pos hasta parece que no conocieras a tu jefe-

Leonardo rodó los ojos.

-No, pues sí es cierto... Que hueva, ¿no le puedes dar otra vuelta a la ciudad para no llegar pronto?-

-Vato, eres bien pinche exagerado, hablas como si el Chema fuera así bien perro y yo siempre que voy a tu casa te veo el cuarto más chingón que la última vez- comentó Victor.

-Sí wey, porque nomás le pido las cosas cuando ya está bien pedo, sino a todo le pone mil trabas. Ya quisiera yo que fuera así de chido como el Chacorta que ni se pone de pesado-

-Ay no chingues- Victor se rió- Estás pero bien perdido, sí se pone pero pos ni le sigo buscando, nomás le digo que sí y ya-

-¿Culo o qué?-

-Bien que tú también te la pasas bien calladito cuando el Chema te dice algo-

-Pues sí, porque no le entiendo ni madres a veces- rodó los ojos- De repente dice unas cosas bien raras y no sé ni qué me quiso decir o qué contestarle, sale con expresiones así que en mi vida he oído y luego se enoja si le pregunto. Es como "Lo siento, wey, soy chilango," ¿Pues cómo quiere que me sepa esas frases que se aventaban en su monte?-

-¿Qué pasó, chamaco? ¿Pos como que en el monte?- si el Toro también venía de por allá.

-Pues sin ofender, Torito, pero sí, a veces dice unas cosas que por más que le busco ni le entiendo. ¿Como qué dijo la otra vez? Creo que "iba bien cuachalote" o algo así... Wey yo jamás en la pinche vida había escuchado eso, claro que me le quedé viendo con cara de pendejo y todavía se enojó-

El Toro se rió.

-Ay ese Chema. Si no creas, chamaco, se las ha visto negras estos meses-

-Pues quién le manda a estar de wilo-

El Zopilote soltó una carcajada.

-Aprovecha que no te está escuchando, escuincle-

-Estoy acostumbrado- soltó presuntuoso. A lo mejor al principio había sido fastidioso, pero Leonardo le estaba agarrando la onda y el gusto a las ventajas de que el Chema no tuviera ni la menor idea de cómo criar hijos. Sí lo había medio sacado de onda los primeros días que nadie lo pelara, pero se había dado cuenta que tampoco era tan desagradable el no tener que hacer tarea nunca, poder dormirse a la hora que quisiera, comer lo que se le diera la gana cuando se le diera la gana y además tener ahora un hermanito como el Humbertito y primos como Victor. Además, si bien el Chema era bastante sangrón con eso de no salir sin avisar y sin mil escoltas siguiéndolo, al menos dejaba que el Humbertito y sus "primos" se la pasaran en la casa y viceversa. La Rutila no estaba del todo de acuerdo en todas las libertades que al parecer el muchacho tenía, pero era obvio que al Chema le daba bastante hueva hacer algo para cambiar eso.

-Pos aprovecha ahorita, eh, que ya ves que la Rutila no está muy contenta con eso- señaló Victor, a lo que el otro muchacho no pudo evitar rodar los ojos. Rutila le caía muy bien, pero tampoco estaba padre que quisiera aguarle lo único bueno de vivir con el tipo.

-Igual ya sabes que el Chema está bastante agusto así, yo no creo que vaya a cambiar nomás porque le dice la Rutila... O bueno, quién sabe, ya ves que es bien mandilón con esa morra-

-Te pasas, vato. Me cae que si mi papá me escucha hablando así de él, me va como en feria- se rió el Victor.

-Pues como quiera te digo, a mí el Chema ni me pela, entonces no me va a escuchar-

-Pos servidos, chamacos, ya llegamos- El Zopilote se estacionó afuera de la casa del Chacorta.

-Traten de no meterse en pedos de aquí a la noche- soltó el Toro antes de subirse a la camioneta en la que había llegado. El Chema lo había mandado a recoger al chamaco pero le había dicho que se regresara apenas lo dejara en la casa del Victor. Esa noche harían carne asada ahí con el Chacorta y había varias pendientes que tenían que terminar antes.

Los dos muchachos entraron ya no tan animados, se supone que después del entrenamiento harían la tarea ahí y después podrían tontear un rato hasta la carne asada. Obviamente era menos entretenida la idea de hacer tarea que la de jugar videojuegos hasta la noche, así que Leonardo mejor se había puesto a perder el tiempo en su teléfono en lo que esperaba que Victor terminase.

-¿Qué pasó, chamacos? ¿Cómo les fue?- llegó el Chacorta rato después.

-Bien, pa, hoy todo bien- el Victor sí lo medio volteó a ver pero trato de no distraerse mucho de la tarea, no es que le encantara la clase de biología tampoco.

-Bien, señor- el Leonardo no se sentía tampoco tan confianzudo todavía como para andarle diciendo tío.

-Mira que bueno, ¿Y la tarea cómo va?-

-Ahí la llevamos- repuso el Victor.

-¿Y tú?-

Leonardo se sacó un poco de onda, no estaba acostumbrado a que le preguntaran de la tarea, pero se repuso rápido.

-No tengo tarea-

-Ah caray, ¿pero no están en el mismo salón o qué?-

-Sí, pero esque hice mi tarea en receso- mintió muy naturalmente

-Mira, que aplicado- no le creía ni madres- Ya en un rato prendemos la lumbre, chamacos-

-Sí, ¿te ayudamos?-

-Pos fíjate que estaría bueno. Yo les voy a decir como y ustedes lo prenden y van a andar checando la carne. Allá los espero afuera-

-Sí, pa-

-Sí, señor Chacorta-

*

-Oye Chema- el Chacorta aprovechó al rato que los chamacos estaban viendo la carne y ellos tomándose unas cervezas- ¿Tú no has visto si al Leonardo le encargan mucha tarea? Esque últimamente el Victor sí trae bastante-

El Chema le dio otro trago y se quedó pensando un momento.

-Pos sí, digo, yo creo- estaban en el mismo salón, ¿no?

-Pos esque yo no vi que hoy hiciera nada- sabía que era viernes, pero no era la primera vez que iba con el Victor en la tarde y "hacía la tarea en receso" o "no le encargaban".

-Sí, pariente, pos es viernes-

-Pos arre, mi Chema, yo te aviso porque no es el único día que viene y no hace nada, pa que luego no digas que tú ni enterado-

-Pero qué lío por unas tareta, pos yo pienso que las ha de hacer ahí en la casa-

-A ver, vato, ¿Cómo está eso de que tú piensas?- Rutila, quién hasta entonces había dejado que el Chema la tuviera cerca con el brazo sobre sus hombros, se medio separó para verlo bien- ¿No le revisas la tarea o qué?-

El hombre soltó una carcajada.

-Ni que tuviera seis años, mija, no mames- tenía trece o así.

-Ahí sí me disculpas, Chema, pero estás mal. A los escuincles, y más de esa edad, hay que traerlos bien cortitos porque sino se te trepan, le agarran la maña a uno y ahí sí te encargo, luego va a estar bien difícil pa que hagan lo que uno les dice. Si no te pones bien firme desde ahorita, al rato te va andar repelando y hasta llevando la contraria-

El Chema no es que estuviera muy preocupado, el chamaco sí era medio rejego y casi siempre andaba con jetas, pero tampoco es que se hubiera atrevido a llevarle abiertamente la contraria...

-Si no nos crees, nomás mira- la Rutila le señaló con un movimiento de cabeza a donde los más pequeños habían estado jugando hace rato, y habían porque apenas el Aurelio había ido a decirles que ya dejaran de jugar y fueran a lavarse las manos para comer, el Isidrito le había armado un panchote que todavía no se aplacaba.

-Pos sí, mija, pero a mí ninguno de mis hijos me va a"hallar el modo"- hizo comillas con los dedos- Para eso lo que importa es que lo respeten a uno, no que anden pensando en si les van a revisar la tarea o no-

-Bueno, tú sabes, nomás luego no te andes quejando que porque el Leonardo hace lo que le da la gana, pos para qué andas ahí dándole la rienda suelta- se sentó más separada. Con ese vato no se podía...

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