miércoles, 17 de octubre de 2018

Chema Venegas, capítulo 7


Y Aurelio no estaba tan equivocado. A pesar de la inyección, al huerco del Chema no se le bajaba el dolor de cabeza, y le dolía tanto que hasta se había decidido a ir a despertar al tipo.

Para sorpresa del Chema, se tiró en su cama.

-Oye... oye- lo empezó a despertar. El hombre se movió, pero para taparse la cara- Oyeee- lo empezó a mover más fuerte.

-¿Qué?- no reaccionó del todo.
 
-Me siento mal...-

-¿Qué? ¿De qué o cómo?- gruñó medio sentándose.

-Pues me duele mucho la cabeza- pero enserio mucho- Me siento muy mal... - se quejó.
-Mijo, ¿no tienes una pastilla para que te tomes?-

-Si tuviera, no estaría aquí- el Chema maldijo por lo bajo, él no tenía nada de eso- Enserio me siento muy mal- gimoteó Leo- Pinche doctor, ni sirvió para nada-

-Pos no es en un rato-

-Gracias, siempre eres de tanta ayuda- se levantó enojado. De verdad se sentía mal, sino no hubiera ido a buscarlo.

-No, espérate- se levantó a fuerzas- Voy a ver si tengo algo-

Leo lo vio impaciente, enserio se sentía muy mal.

-Bueno-

-Acuéstate mientras-

-No- quería que se apurara.

-No me tardo entonces, aquí espérate-

-Sí, sí- ya que se apurara.

Pero sí se tardó un poco, había tenido que buscar hasta en los rincones más escondidos de la cocina.

-Mira, tengo esto- regresó más cansado.

-¿Y eso que es?-

-Pos una pastilla-

-¿Y qué es?- no le iba a dar cualquier cosa, ¿no?

El Chema leyó la caja.

-Que ketorolaco-

-¿Y no está caducado?-

-Estas cosas caducan?-

-Ay dios- le quitó la caja, ¿enserio el Chema era idiota o se hacía?

-Bueno, no creo que te mueras si te la tomas-

Leo lo miró bastante fastidiado.

-Gracias- soltó caminado hacia la puerta.

-Si te sigue doliendo, me avisas-

-¿Para qué? No es como que seas de gran ayuda- respondió el muchacho enojado.

Y antes de que se saliera, el Chema se percató de que en primer lugar no tenía chanclas, y segundo no traía el suéter puesto.

-No, pos así claro que te vas a seguir sintiendo mal y hasta peor-

-Ay ya déjame en paz- quien sabe de qué hablaba.

-Pues con tu verano-

-Que me dejes en paz ya-

-Ya te dije mil veces que le bajes a lo respondón si no quieres que te pegue en la boca-

-Pues ya déjame, me siento mal y no puedes hacer nada útil- salió dando un portazo.

El hombre rodó los ojos, pero se levantó y siguió al chamaco. De veras que puro drama con estos huercos.

-A ver, Leonardo, ya cálmate. Tómate la pastilla mejor-

-Eso voy a hacer- dijo enojado- Necesito agua-      

El Chema se le quedó viendo con cierta incredulidad, pero al final fue por el bendito vaso de agua y se lo llevó. No se creía que aún medio muriéndose y pidiéndole cosas, el escuincle se pusiera en ese plan.

Leonardo se tomó la medicina y mejor se fue a su cuarto, y es que su padre enserio no se portaba como cualquiera esperaría.

-Mijo, ¿te sientes mejor?- el hombre entró como una hora después. Vaya que había intentado volver a dormir, pero no había podido.

-No- suspiró Leonardo.

-¿No te tomaste la pastilla?-

-Sí me la tomé...- 

El tipo no sabía exactamente qué decir o hacer, la cosa era más fácil con Humbertito.

-No pos trata de dormir, igual y así se te quita-

-Eso trato- y es que también él quería que se le quitara.

-Pues sí, pero con el teléfono no se te va a hacer-

-Pues es que no puedo...-

-Enserio que qué gusto de andar pegados al aparato este- agarró el teléfono.

-Dámelo- gruñó sin muchas ganas.

-¿Para qué? Ya duérmete-

Leonardo se acomodó en la cama.

-No me puedo dormir- se quejó.

-¿Y eso?- si ese niño dormía más de lo que comía.

-Me duele mucho, y tengo frío-

-Pos sí, en cueros cómo no vas a tener- agarró la colcha y se la aventó encima.

El niño estuvo dando vueltas y vueltas en la cama hasta que por fin se pudo dormir, y el Chema sorpresivamente se quedó ahí sentado todo el rato, tampoco es que tuviera muchas cosas que hacer si ya no podía dormir.

Al siguiente día Leonardo se sentía mejor pero no demasiado, y es que aún se sentía muy enfermo. Al despertarse, se encontró con que el Chema a fin de cuentas sí había podido dormir, pero se había jeteado ahí mismo en su cama. Leo se acomodó junto a él, la verdad tenía que aprovechar, ¿no?
Y así lo hizo unas cuantas horas hasta que sonó el teléfono del hombre. Éste se despertó momentos después e inmediatamente identificó el peso sobre su costado, así que hizo lo posible para tomar el teléfono sin molestar al chamaco.
Y aunque Leonardo sí sintió el movimiento, se quedó ahí fingiendo no haber despertado, nunca tenía momentos así con su papá.   

-¿Qué pedo, Rutila?- masculló de malas. Despertar con llamadas era lo peor- ¿Que qué cosa es hoy?-

-Es el cumpleaños del Humbertito- soltó, siempre contestaba horrible.

-Claro que no, me dijiste que faltaba como un mes-

-No mames, ve tu calendario, ¿Vienes o no?-

-¿A qué hora?-

-A la una-

-¿Tan temprano?-

-Pues es una fiesta de niños- aunque prácticamente no había tantos niños.

-¿Quiénes van?-

-Pues mi papá, mi tío, los de siempre, tampoco es un fiestón-

-Tú papá?- el Chema hizo una mueca.

-Sí, digo, si quieres venir, eh, sino pues como quieras-

-No pos sí, nada más deja veo al Leonardo que se sentía mal y no sé qué ayer-

-¿Que tiene?-

-Que le dolía la cabeza y la garganta-

-¿Y lo reviso un doctor?-

-Pos sí, pero a ver cómo sigue. Que traía la garganta infectada o no sé qué-

-Ay, pobre huerco- suspiró Rutila- Pues me avisas-

-Sí, yo creo que ahí les caemos-

-Bueno, pues. Nos vemos- colgó Rutila.

El Chema dejó su teléfono a un lado. Eso de no haber podido dormir bien se sentía peor que una cruda.

-Mijo- lo medio movió. No es como que el muchacho hubiera tenido cara de querer andar de fiesta la noche pasada, pero también era el supuesto cumpleaños del Humbertito.

-¿Qué?- se quejó ente sueños.

-Cómo te sientes? Esque me habló la Rutila- lo movió, pero no lo quitó. A él también le parecía bien poder estar cerca del muchacho sin andarse gritoneando.

-Pues- soltó el muchacho- Mejor...-

-¿Seguro?- no se veía tan mejor que digamos.

-Pues... me sigo sintiendo mal, y cansado, pero ya no me duele tanto la cabeza-

-No, pos si quieres duérmete otro rato y ya cuando me vaya te despierto a ver si quieres salir-

-¿A dónde vas a Ir?-

-Que dice la Rutila que es el cumpleaños del Humbertito-

-Ah ya... pues a lo mejor me siento mejor al rato- 

-Sí, pues ahí como veas- tampoco se lo iba a llevar todo mal.

-Bueno- soltó, pero igual no se movió, estaba bastante cómodo ahí con su padre.

El Chema también se quedó ahí acostado buen rato, la verdad que esos últimos días de andar batalle y batalle con el huerco ese lo tenían cansadísimo.
Leonardo se sintió un poco mejor, pero realmente no sabía si ir a la fiesta o no, aunque sino iba podría evitar al doctor y si iba con su padre a lo mejor se acordaba y lo avergonzaba frente a todos.

-Mijo, ¿entonces qué?- el Chema le preguntó rato después.

-Mejor me quedo... no me siento tan bien-

-¿Qué tienes o qué?-

-Pues no sé, estoy cansado-

-¿Pero nomás eso?-

-Pues sí... pero enserio muy cansado-  

-Ah, pero pues te duermes allá, digo, si ya te sabes la casa-

-No, prefiero quedarme aquí, porque aparte el doctor dijo que no saliera-

-Pos sí, pero si no te sientes mal y cumple años tu hermanito…-

-Pues es que sí me siento mal, sólo no tan mal-

-Bueno, pero si te sientes mal, pos te puedes meter a la casa, aparte van a estar todos tus primos y ellos-

-¿Mis primos?-

-Sí, pos los primos de tu hermano son tus primos- o tíos, lo que fueran- El Victor y ellos-

Leonardo no estaba tan de acuerdo.

-Pues sí, pero no tengo ganas-

-Pero tu hermano te va a extrañar-

-Ya qué- no quería ir- Pues vamos- 

***

-¿Y eso que andas por aquí?- Rutila saludó a Leonardo cuando llegó- ¿Cómo sigues o qué te han dicho?-

-Pues me siento mejor, gracias -

-Pues mira, si te sientes mal o algo, me avisas y te pasas a acostar o le marco a algún doctor-

-Sí, gracias, Rutila- le sonrió incomodo- Perdón por lo del otro día...-

-No te apures, seguro con la cruda ya lo pasaste lo suficientemente mal-

Claro, sólo la cruda.

-Sí, un poco- respondió- ¿Dónde está el Humbertito?-

-Allá jugando con Isidrito, ven, te los enseño-

Pero lo que encontraron fue a dos niños comiéndose el pastel con las manos.

-Humbertito, ¿por qué no están usando los tenedores que les dí?-

El huerquitó más güero que estaba con el hijo de Rutila agarró un puñado directo del pastel.

-Ay Dios- dijo cansada- No hagan eso-

Mientras el Humbertito hacía caso como Dios mandaba, el otro niño se metió todo a la boca.

-No seas aburrida-

-Hey, hey, bájale morrito- le dijo Rutila- Mejor hazme caso-

El niño se limpió la mano en el vestido de su hermana.

-¡Isidro, no! No seas grosero-

-¿Y este huerco tan agradable qué?- el Chema se había puesto a estacionar la camioneta, pero regresó justo a tiempo.

-¡Papá!- gritó su hijo pequeño y se le fue encima.

-Es Isidrito, te acuerdas, ¿no?- preguntó Rutila limpiándose.

-Sí, que horror- masculló el Chema cargando al suyo. Ese otro niño se veía bastante malcriado.

Rutila no le hizo caso y llevó a su hermanito a lavarle las manos, sino ensuciaría a todo el mundo.

-¿Cómo te la estás pasando, mijito?- el Chema no era ojete, pero mil veces era más fácil cargar a Humbertito y platicar con él que intercambiar tres frases con su otro chamaco.

-¡Bien!- le dijo el niño muy emocionado- Te voy a enseñar mis regalos-

-Ándale, vamos- lo bajó y se dejó llevar de la mano. Él le había llevado un sobre con dinero.

Mientras tanto, Leonardo se encontró con Victor.

-¿Qué onda, wey?-

-Que onda- lo saludó Victor un poco menos aburrido al verlo. Sí le gustaba estar con Luzma y Carlitos, pero si jugaban fútbol o cualquier cosa y ellos perdían, luego luego se ponían a chillar.

-¿Y que se supones qué haces en estas fiestas de morritos o qué?-

-Pues aburrirte. Digo, pudiera entrar y ver la tele, pero les encanta "estar en familia"-

-Que hueva, quien lo diría, ¿eh?-

-¿Qué cosa?-

-Que quieren estar en familia- respondió Leo- Es una familia bastante rara...-

-Ay ya sé, montón de ridículos-

-Pero ya qué. Mi papá no lo  dijo así, pero casi me obligó a venir-

-¿Qué pasó, mijo? ¿Quién es tu amigo y por qué andan tan alejados?- el tío de Victor no se aguantó la curiosidad.

Leonardo lo miró de arriba abajo, ya había escuchado de él, obviamente, pero no lo conocía en persona.

-Soy Leonardo-

-¿Cómo estás, mijo? Qué bueno que viniste- se moría de curiosidad- ¿Y tu papá qué? ¿Dónde anda?-

-Estoy bien, gracias- que chismoso ese wey- Supongo que anda con Rutila o con el Humbertito-

-No, sí es cierto, pero pos vengan a sentarse para platicar con ustedes, de aquí a que nos volvamos a juntar-

Leonardo miró a Victor sin saber que decir. 

-Sí, pues vamos…- 

-Ay no, no queremos, que hueva- repeló Victor. Una cosa era estar sentado ahí cuando no tenía nadie con quién hablar y otra estar ahí aplastado con su amigo sin poder platicar agusto.

-Ándenle, si la familia no se reúne seguido, ¿no, carnal?- aprovechó que iba pasando Chacorta.

-Sí, anden, váyanse para allá pa que platiquen con los demás- respondió.

-Pero esque guácala con sus pláticas seniles, pa, que flojera- Victor hizo una cara de desagrado.

-Pues ni modo, ándale- lo apresuró.

Victor refunfuñó por lo bajo.

-Pos ya qué- a seguir viendo caras.

-No sea rejego, mijo, para que nos cuenten que de su escuela y esas cosas con las que siempre andan fregando ustedes los chamacos- insistió el Aurelio.

Leonardo los siguió a la mesa, aunque más bien andaba buscando a su papá con la mirada, lo botaba ahí como si nada.

-¿Qué pasó, parientes?- el Chema llegó con el huerco cargando.

-¿Qué onda, Chema?- respondió Chacorta- Nada, aquí con estos morros- 

-¿Y qué tal?- esperaba que todo bien, una cosa era que el Chacorta ya supiera de las jetas y actitudes del muchacho, y otra muy diferente era que lo supiera también el Aurelio.

-Pues muy bien, eh- respondió Aurelio-¿Y tú?- 

-También, también... No, pos Rutila y el Chacorta ya lo conocían, pero este es Leonardo, mi chamaco- se sentó a lado del aburrido muchacho sin bajar al Humbertito.

-No pos está bien, yo lo veo muy bien- respondió Aurelio-¿Cuánto tiempo lleva contigo?-

-Poco, como menos del año-

-Pues está bien, ¿no? ¿Tú cómo te sientes, mijo?- respondió Aurelio.

-Supongo que bien- se encogió de hombros.

-Ah pérate pérate, ¿cómo está eso de que supones? Pos estamos en confianza, mijito, pura familia-

-Pues sí, está bien dentro de lo que cabe-

-Ah caray, no pos a estos chamacos de ahora no les parece nada. ¿Cómo que dentro de lo que cabe? Pos si la casa de tu papá está bien grande-

-Pues... también donde vivía- ¿y qué quería que le dijera?

-Sí, pero pues supongo que es mejor vivir con tu papá, digo-

-Yo te veo muy tranquilo y bien platicador- lo interrumpió el Chema- Mientras tu huerco ahí anda comiéndose el pastel del piso- y es que el otro chamaco, el tal Isidrito, acababa de tirar el pastel al pasto.

-Pues lo está cuidando la Rutila- respondió Aurelio bastante tranquilo.

Tanto el Chema como el Chacorta se quedaron viendo la escenita... Si fuera de ellos el escuincle ese...
Y es que vaya berrinche, pero Aurelio no estaba tan decidido a nada.

-¡Ya déjame en paz, Rutila!- le gritó el más pequeño de sus hermanos.

-No me andes gritando, escuincle castroso- ella se hartó y le soltó un manazo que luego luego lo hizo llorar.

-¡AUUUU! No me pegues- le devolvió el manotazo y soltó un grito.

-Pues córrele a sentarte- le soltó una nalgada. Ya no quería al huerco ese brincando por su casa.

-¡No quiero!- le pegó otra vez a ella- ¡Ya déjame en paz!

-Ya, Isidro, estoy hasta la madre- le soltó una palmada mucho más fuerte- Y córrele con mi papá, ya-

-No quiero- respondió enojado- ¡Déjame en paz!-

-¿Quieres que ya no te invite a jugar?-

-Ya déjame- se cruzó de brazos.

Rutila lo cargó de malas y se lo llevó con los otros adultos.

-Ten- se lo dejó a su papá. El Niño se abrazó a él enojado.

-Rutila me está molestando-        

-Claro que no, escuincle, ¿quieres que te dé otras por mentiroso y teatrero?- le advirtió su hermana.

-¡Papá!-gimoteó el mocoso

-Rutila, no mames, deja en paz a tu hermanito-

-No mames tú- le soltó Rutila -Está haciendo un berrinchote y no le dices nada-

-Está chiquito, no sabe-

-No, si ya te tiene la medida, pero ya como quieras pa, es tu chamaco-

El niño escondió la cara en su papá

-Ya mejor vámonos-

-No, mijo, si es el cumpleaños del Humbertito, mejor váyanse a jugar-

-Ya no quiero, Rutila se la pasa molestándome, hasta  dijo que ya no me iba a dejar venir- puso un puchero.

-¡Pues sí, si te la pasas destruyendo la casa!-

-¡Igual ya no quiero venir a tu casa tonta!-

-Ya cállate, escuincle- Rutila le soltó un zape.

-¡AUUUU!- comenzó a llorar de nuevo- ¡Papá!-

-No pues que gusto convivir en familia- no se contuvo el Leo.

Su padre le dio un pellizco.

-¡Au! Yo no dije nada malo- se quejó el muchacho, pero quitó el brazo.

-¡Ya me quiero ir!- gritó el niño pequeño

-¡Ya me quiero ir!- siguió gritando el morrito.

-Yo también...- soltó Leo.

-No nos vamos a ir, es la fiesta de tu hermano- menos mal el niño se había ido a jugar con Carlitos y Luzma y no lo había escuchado.

-Ni se va a enterar,  aparte está de flojera escuchar niños llorando todo el día-

-Bueno, igual vamos a quedarnos-

-No quiero- y esque entre los berridos del mocoso, la enfermedad, las preguntas de Aurelio y todo, ya se había fastidiado.

-Nimodo, que nos vamos a quedar. Ya váyanse a otro lado si quieren- hasta él quería alejarse del huerco insoportable ese.

-¿A la casa?-   preguntó Leo de mal humor.

-Sí, a la de Rutila- a la sala o a algún lado.

-¿Y si te espero en la camioneta?-

-¿Tantas horas?- porque iban a estar ahí buen rato- Ni de pedo. Métete a la casa si quieres-

-No quiero-

-Bueno, quédate aquí pero no nos vamos a ir-

-Me voy a ir a la camioneta-

El Chema le dirigió una mirada que claramente amenazaba con bajarlo a nalgadas si se atrevía a llevarle la contraria y aparte enfrente de todos.

Leonardo lo miró enojado.

-Yo te dije que para qué venía, ni siquiera me siento bien, y tú ah…- se corrigió- A fuerzas querías traerme-

-Si no te sientes bien, vete a acostar o algo-

-A la camioneta...-

-Que no-

-¿Por qué no? ¿Qué te quita?-

-Porque no, mejor vete a acostar de perdido al sillón-

-Que no, en la camioneta mejor-

-Tú sabes, Leonardo- era una de esas respuestas engañosas.

Leonardo se le quedo viendo feo pero ya no insistió.

-¡Te dije que me quiero ir!- para llamar su atención, el Isidro soltó un buen manazo en el rostro de su padre.

-Hey- le dijo Aurelio agarrándole las manos-Ya, nos vamos a ir al rato-

-YAAAA-

-Ya tú- le dijo Aurelio serio- Porque te voy a dar, eh-

El niño soltó un berrido y comenzó a tratar de bajarse. Todos eran unos pesados.

-¡Isidro, ya bájale!- le ordenó su padre.

-¡Ya me quiero ir!- soltó con muchos pantalones.

-No me importa, y ya estate o enserio te voy a dar para que te estés-

El chiquillo se tiró al piso y el Chema hizo un muy mal trabajo intentando disimular su risa. Aurelio levanto al pequeño de un tirón y le dio una serie de palmadas.

-Te dije que ya le bajes-

-¡AUUU! ¡NO!- le soltó un manazo. Su papá nunca le pegaba, ¿pues qué se creía?

Pero Aurelio se lo regresó.

-No me pegues, Isidro, y te calmas, ¿o qué?-

-¡Deja de pegarme! ¡Ya me quiero ir!- se sentó a llorar al piso.

Aurelio respiró profundo y cargó a su hijo para llevarlo dentro de la casa.

-Ya vámonos a la casa, papi- se le enredó al cuello.

-Todavía no, pero ya te tienes que calmar. Es el cumpleaños de tu primo, no nos podemos ir-  

-¡No me quiero quedar!-

-Cálmate- le dijo serio su padre- Yo a gritos no entiendo nada-

-Pues llévame a la casa- lo miró feo.

-Pues primero te calmas y le pides una disculpa a tu hermana y al Humbertito- 

El niño negó con la cabeza.

-No, no le hice nada-

-Claro que sí, estás de majadero, y si nos vamos también va a ser grosero, así que sí te vas a disculpar-       

-No- negó con la cabeza- No quiero, Rutila empezó-

Aurelio lo miró serio.

-Bueno, pero con Humbertito sí-

-Ya que- Humbertito sí le caía bien, Rutila era la que siempre se ponía de pesada.

-Bueno, ya cálmate- le limpio la cara y lo acercó, y esque aunque él no quería irse, tampoco iba a tener mucho sentido que estuvieran ahí si iba a estar de berrinchudo.

-Pues esque siempre me anda molestando- se le abrazó.

Aurelio lo cargó sin dejarlo de abrazar.

-Ya no le hagas caso-

-¡Pues siempre está fastidiando! No deja jugar agusto- a él le gustaba brincar, correr y trepar cuando le diera la gana tranquilo, no escuchando los gritos tan feos de su hermana.

-Ay hijo, esque está medio zafada, pero ahorita jugamos nosotros en la casa-

-¡Pero yo quiero jugar aquí con Humbertito, Carlitos y Luzma!-

-Entonces cálmate y ve a jugar con ellos, yo hablo con la Rutila-

-Esque sí me gusta jugar contigo, pero tú ya eres grande- se limpió con la manga de la playera.

-No te preocupes, sólo ya no pelees con la Ruti, ahorita yo hablo con ella-

-Bueno-

-Bueno- le dio un beso en la frente y lo bajó para que se pudiera ir a jugar- Y no quiero groserías ya, eh-

-Pero esque no soy yo-

-Bueno, pero si la Rutila te dice algo, me dices, no le digas nada tú, ¿está bien?-

-Sí- sorbió mocos.

-Bueno, pues ya vete a jugar, córrele-

El niño salió corriendo y le sacó la lengua a Rutila burlonamente mientras corría rumbo a los demás niños. 

3 comentarios:

  1. Ayy, qué genial encontrar siempre un nuevo capítulo. Ya estoy mal acostumbrada, jajjajaja :-):-):-):-)

    Muy, muy lindo de verdad leerlas

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  2. Pobre leito mendigando cariño yo creo que tenían que arrancar la cabeza de un puñetazo al cherma por insensible

    Yo también me estoy acostumbrando mal

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  3. El Isidro se merece unas cuantas por majadero! me rió que siempre ponen a la Rutila como lo peor jajaja pobre que si desubicada, zafada, histérica jajajaja. Jajaja que risa con el cumple. El Chema se aguantó la risa, lo que sí que no se pa que se llevo a Leo si estaba enfermo, pero cuando le dio ese pellizco me hizo gracia

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