Roy apagó la luz y se acostó en su cama, sin poder evitar sentirse algo defraudado. Al cerrar los ojos para intentar dormir fue peor, pues sintió vacío, un vacío que lo carcomía por dentro. Trató de ignorarlo y dormir…Trató, mas no lo logró.
Resulta que la soledad era un poco difícil de ignorar, Roy lo descubrió después de un par de horas sin poder conciliar el sueño, lo cual era completamente injusto; Oliver era el imbécil ahí. Roy no tenía por qué pasar una noche de insomnio, no es como si se la mereciera. Enserio, ¿qué le pasaba? No es como que lamentara lo que había dicho antes, es decir, ¡Oliver había hecho puntos para ello toda la maldita semana! Aunque entonces… ¿por qué se sentía tan mal?... Quizás, tan sólo quizás, había sido la forma en que se lo había dicho. Roy era todo un experto alejando a la gente con palabras odiosas.
Genial… como si en verdad necesitase sentirse aún más solo…
Se sentó en la cama y negó con la cabeza, tratando de alejar esos pensamientos idiotas. Él no era el del problema ahí.
Se sentó en la cama, intentando con todas sus fuerzas no llorar. Distraerse en lo que fuera de la sensación de ardor en sus ojos… Y fallando miserablemente. Joder… Ya conocía al imbécil de Oliver, ni siquiera sabía por qué seguía sintiéndose tan mal cada vez que el tipo le hacía algo así.
“Apuesto que al estúpido ese ni le importa”, pensó Roy para recordarse que aquello no valía su frustración, no valía la pena.
-No es importante, estoy bien yo solo- se repetía a sí mismo, comenzando a respirar más rápido, pero no tanto como para hiperventilar, previniendo que se le escapase algún sollozo y éste facilitara el escape a las lágrimas.
No tardó mucho en volver a respirar normalmente y una vez que lo hizo se tiró sobre su costado en la cama, cerrando los ojos. Esta vez sí que estaba lo suficientemente cansado como para permitir a su mente divagar hasta quedarse dormido, cayendo en un sueño sin sueños.
Oliver, por otro lado, no estaba muy contento con la actitud de malcriado que Roy había tenido aquella noche, a decir verdad, le resultaba bastante grosero. Sin embargo, no tenía tiempo para pensar en ello. Esa noche tenía una cena con Dinah en Star City y tenía que conducir hasta allá, es decir, llevaba días sin verla. Días… hasta él se sorprendía de haber aguantado tanto.
Después de cerrar todas las puertas y ventanas, Oliver salió rumbo a la habitación de Roy y entró sin hacer ruido. Iba a cerrar la ventana por si llovía de nuevo, porque seguro Roy ni había pensado en eso antes de dormirse.
Al entrar, se encontró con que el muchacho estaba ya más que dormido y tapado casi hasta la cabeza con la colcha azul esa que Tommy le había regalado. Sí, bueno, no era sorpresa que tuviera frío, parecía hasta noche de invierno y Roy con la ventana abierta.
Oliver cruzó la recámara silenciosamente y se dirigió a la ventana para cerrarla bien. Una vez que lo hubo hecho, caminó hasta la cama y se sentó en la orilla de ésta un momento para revisar que Roy estuviese bien tapado y no a medias o con un pie fuera de la colcha.
No fue hasta ese momento que se dio cuenta de lo alto que estaba el muchacho y no pudo evitar sorprenderse. ¿En qué momento Roy había crecido tanto? Hace poco aún era un niñito… Bueno, aunque a decir verdad tampoco era taaaan grande, es decir, quince aún era pequeño, ¿no?
El hombre pudo haberse quedado pensando muchísimo tiempo más de no haber sido porque en ese momento sonó la alarma de su reloj. Se apresuró en apagarlo para no despertar al chico y fue cuando no pudo evitar notar la hora. Demonios, sólo había tenido que ir y cerrar la ventana, no ponerse a filosofar ahí…
Besó la frente de su hijo rápidamente y salió cerrando cuidadosamente la puerta tras él, para después bajar las escaleras de dos en dos. Pegó una nota en el refrigerador y tomó las llaves del auto, más que ansioso por ver a su novia.
Roy, por su parte, no pasó la mejor noche del mundo. Amaneció cansado, como si en vez de dormir durante horas hubiesen sido sólo unos cuantos minutos y con ganas de no despertar hasta que ya fueran a regresar a Star City. La verdad es que no sabía por qué, no es como si la escuela fuese tan mala, o como si no hubiese hecho “amigos” ya, pero por lo menos en casa podían visitarlo sus amigos del equipo o él visitarlos a ellos o verse todos en la base, así no tendría que seguir jugando al adolescente normal. No obstante, en aquella mugrosa ciudad ni siquiera había zeta tubes, ya que allí no vivía nadie que hiciese uso de ellos regularmente.
Se levantó de la cama y caminó desanimadamente rumbo a la cocina, donde tenía la esperanza de encontrar aunque fuera un poco de la comida que Ollie había llevado la noche anterior, porque a esa hora él ya no alcanzaría a prepararse nada para desayunar y de seguro Oliver no había hecho nada tampoco.
Al no ver comida a la vista, decidió revisar en el refrigerador, pero lo que encontró fue más importante que un simple desayuno.
“Típico, jodidamente típico”, pensó, arrancando la nota hecha a mano, la cual por cierto se notaba que habían escrito con prisa.
Que se retrasaran una hora en ir por él a la escuela era pasable, que lo dejaran sólo en casa toda la tarde e incluso días se soportaba, pero mandarlo al diablo desde incluso antes de que amaneciera era cinismo puro.
Bueno, por lo menos Oliver se había tomado la agotadora molestia de dejar una mugrosa nota.
“No se vaya a cansar”, despotricó mentalmente el joven.
En ese momento volvió a sonar la alarma de su celular que le indicaba que ya faltaban sólo tres cuartos de hora para que comenzaran las clases.
-Que no jodan, ni de broma voy hoy. Al fin y al cabo, no es como si a alguien le importe una mierda lo que hago con mi día- masculló amargamente, tirándose en un sofá también.
Y era verdad, realmente Oliver le podía preguntar cosas como “¿Y qué tal tu día?” o “¿Te fue bien hoy?” pero se conformaba con cualquier respuesta por más superflua que ésta fuese.
Con Thea era diferente, principalmente porque ella realmente lo escuchaba, aunque no siempre podían verse tanto como les gustaría. Lástima… en ese momento ella era el único miembro de su familia que le caía bien.
Se sostuvo la cabeza con las manos, tratando de encontrar algo que hacer con su día libre…
Para empezar, decidió que no tenía por qué quedarse allí todo el día solo como un hongo, así que envió mensajes de texto a los chicos de la escuela que había conocido esa semana. Les dijo que tenía el día totalmente libre y ellos casi al instante se le unieron al plan de faltar a la escuela, invitándolo a conocer los lugares divertidos de la ciudad. Salir a esas horas implicaba ir a los lugares buenos como cines, clubs, parques de diversiones cuando no estaban atiborrados de gente, además también significaba perder clases y, para las nuevas amistades que Roy había hecho, cualquier oportunidad de perder clases era invaluable.
A las diez y media, a más tardar, ya se encontraban todos vagando por el centro de la ciudad. Roy les echó un vistazo a los demás. No faltaba quien se drogara o terminara ebrio en las fiestas. Incluso uno metía vodka a la escuela en botellas de agua. Aquello era más que conveniente para él, mientras menos santurrones fueran todos ellos, menos inmoral lo harían sentir. Como sea, tampoco es que los considerara en verdad sus amigos ni nada por el estilo. Eran buena onda pero apenas los conocía… aunque bueno, eso no significaba que no pudiera salir con ellos a divertirse un rato y e incluso fumar algunos porros.
No obstante, la mañana de su padre no estaba resultando tan llevadera. Al menos no desde que cierta llamada de la escuela de Roy tuvo lugar durante su desayuno con Dinah.
-¿Está usted segura de que se trata de él? Podría referirse a otro chico con nombre parecido, Roy no tiene motivos para faltar a clases- insistió al teléfono, más molesto por haber sido interrumpido que por la “ridícula” acusación- Bien, de todos modos hablaré con él para aclarar la situación, simplemente no me parece que sea el mismo muchacho del que estemos hablando- dictaminó con cierta indiferencia, colgando el celular.
Dinah, sentada frente a él, lo miraba con preocupación.
-¿Está todo bien con Roy? Era de su escuela, ¿no es así?-
-La directora dice que no fue hoy- explicó, enojado con aquella mujer por haber arruinado el buen humor de Dinah. Últimamente no se habían visto mucho y hubiera preferido pasar aquellos momentos a gusto con ella- Pero eso es ridículo, ni siquiera está enfermo, así que no tiene por qué faltar -
-Llámalo, quizás no se sienta tan bien realmente- sugirió, consternada. Ella quería mucho al chico.
-Seguro está bien. Debe ser un error del incompetente personal de la escuela esa-
-¿Y qué tal si amaneció enfermo? ¿Cenó algo ayer?- replicó, un tanto molesta por la falta de interés que mostraba su novio.
Oliver, reconociendo que, en efecto, Roy no había cenado casi nada la noche anterior, decidió llamar. La primera de muchas llamadas sin contestar de Ollie en el celular de Roy.
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