jueves, 27 de septiembre de 2018

Hogar Roto, capítulo 4

-Me siento como un idiota-
Oliver suprimió un gruñido de exasperación pero volvió a tocar la puerta. Sabía que Roy odiaba vestirse formal pero ese era un evento al que no podía ir en jeans y una camiseta cualquiera. 
-Sí, bueno, yo también- admitió- Pero es un compromiso que ya había adquirido, Roy-
-Tú, no yo- fue la tajante respuesta.
El hombre exhaló cansado se tocó las sienes con los dedos  de una mano. Llevaba casi media hora recargado junto a esa puerta y todo porque Roy había decidido que no tenía ganas de salir.  
-Quizás- cedió un poco para no comenzar una discusión- Pero no podemos ir sólo tus hermanos y yo, todos los demás llevarán a toda su familia. Ya sabes que en esas reuniones cualquier cosa puede llamar demasiado la atención- quiso razonar con él. Estaba tratando de ser paciente pero…
 -No pienso ir a perder mi tiempo, así que ya lárgate tú si quieres-
Oliver cerró los ojos y comenzó a contar mentalmente hasta 1000 para intentar mantener la calma, aunque eso no sirvió de mucho pues sólo consiguió imaginarse a Roy tan petulante como sonaba; lo había visto tantas veces que la imagen mental ya no era problema.
-A ver, Roy, no me hables de ese modo, ¿sí?- perdió un poco la paciencia- Vamos a llegar tarde si no sales ahora mismo- reiteró.   
-Odio estas cosas, vestirme así hace que me sienta como un imbécil- 
¡Agh! ¡Pero que necio! 
-Roy- comenzó en una voz apenas controlada- No me importa cómo te sientas,  lo…-
-Ja! Si eso no lo tienes ni que repetir- bufó con una risa irónica- Lo tengo clarísimo-
Ay, grandioso…
-No me refiero a eso, ya lo sabes- replicó, sintiendo una leve punzada de culpa. Desde su ruptura con Dinah que Roy lo trataba como su peor enemigo. Después de lo de casa de Moira aún más, y eso estaba bastante difícil.  
-Como sea- respondió lo más pedante que pudo. 
Oliver volvió a tocar la puerta insistentemente. Ya tenía bastante con tener que ir como para además lidiar con groserías.
-¡Roy!-
-¡Ya te dije que no!- se escuchó como se tiraba sobre la cama- ¡Así que mejor déjame en paz!-
Eso era todo…  
Sin el más mínimo aviso, Oliver abrió la puerta con una patada que a los del FBI los hubiera ridiculizado.  
-¡Ya basta de tu actitud, Roy, ¿Qué demonios te pasa, eh?!- espetó tratando de mantener la poca paciencia que aún conservaba.
-¿Qué demonios te pasa a ti? No puedes entrar así a mi cuarto- contestó de lo más tranquilo.  
-Resulta que tu cuarto está en mi casa-  
El adolescente bufó y rodó los ojos con una sonrisa irónica.
-Desgraciadamente, ¿no?-   
Oliver se pasó la mano por el rostro. Ya no faltaba mucho tiempo para que comenzara el evento y no podía darse el lujo de retrasarse tanto en una discusión sin sentido.   
-Hijo, tenemos que irnos ya, entiende- 
Roy se rió.
-¿Tenemos? Eso me suena a manada- volteó a ver a Oliver con cierto desdén- Tú tienes, ni a mis hermanos ni a mí nos invitaron, así que el compromiso es tuyo- 
-La invitación es para toda la familia- enfatizó.
-Bueno, pues nuestra familia es un desastre. Diles que el nuestro es un hogar roto y ya- rodó los ojos. No era ciencia espacial, era algo obvio, Oliver debería saberlo- Y mejor déjalo muy claro porque yo ya no planeo volver a ir a ninguno de tus malditos compromisos-
Ahora sí Oliver se desesperó. 
-Sí, sí, puede ser que sea el peor padre del mundo y todo de lo que quieras tildarme pero eso no significa que puedas hacer tu santa voluntad. Dirijo una empresa y trato de disimular que no salgo por ahí haciéndole de Vigilante por las noches, así que si voy no es por gusto, hijito, se trata de mantener las apariencias- le explicó exasperado y un tanto sarcástico. Ya estaba cansado de rogarle, demonios, no se suponía que los padres le tuvieran que rogar a los hijos para que les hicieran caso, ¿o sí?   
-No me importa. Si tú puedes hacer tu santa voluntad, ¿por qué yo no?- 
En menos de cuestión de segundos, Oliver ya estaba ahí a lado suyo. Lo tomó del brazo y lo jaló muy fuerte para que se levantara.
-Pues porque aquí el padre soy yo, por eso- 
Roy rodó los ojos e hizo una mueca de fastidio. 
-¿Enserio? Ya ni me acordaba, como nunca estás-
Perfecto, justo lo que necesitaba…
Oliver lo soltó fastidiado también.
-Ay, Dios, ya cállate y vamos. Lo último que necesito es que empieces con tus chantajes. Hago lo que puedo- recalcó la última oración- Tengo que trabajar, ¿no? De algún modo tengo que mantenerlos a ustedes 3-   
 -Cállate tú, Oliver- contestó despectivamente- Y si no quieres mantenerme, pues no lo hagas- resopló- Para lo que me importa-            
-¡No dije eso! Enserio que últimamente estás insoportable-
-Pues nadie te está obligando a estar aquí conmigo. Vete si quieres-
-Ya te dije que no me corras de mi propia casa, Roy-
-¿Puedes culparme? Yo tampoco te soporto ya-
-En ese caso mejor te irías tú, a ver si a Thea sí la soportas- Oliver respondió completamente exasperado. 
-¿Thea?- replicó confundido pero logrando aparentar cierta indiferencia- ¿De qué mierda hablas ahora?- 
-Si no me soportas a mí, bien puedes irte a casa de mi hermana un tiempo en lo que te vas calmando porque con esa actitud no se puede ni hablar contigo- explicó harto- Por si no lo sabías, uno también se puede hartar de ti-
Roy no lo admitiría ni bajo tortura pero el sólo escuchar eso le provocó un enorme nudo en la garganta. Últimamente se sentía tan miserable que bien podría volver a inyectarse porquerías como la heroína sin sentirse ni un poco mal al respecto, casi como en los viejos tiempos… si no tuviera a Mia y Connor, probablemente ya lo hubiera hecho sin pensarlo dos veces. 
-¿Y lo que quieres decirme es que vas a regalarme? Porque ya estás harto de mí y eso, ¿no?- replicó más a la defensiva que nada. Oliver hablaba como si vivir con él fuera lo mejor del mundo.
-No, Roy- se exasperó- Yo…- 
-¿No? Entonces sólo me estás echando de tu jodida casa de locos-
Oliver gruñó por lo bajo. ¿Cómo es que Roy siempre lograba sacarlo de sus cabales?
-¡Que no! ¡Demonios, ¿por qué siempre lo ves todo a la defensiva?!-
-¡¿Por qué siempre logras cagar mi día?!-
-¡Porque tú haces lo mismo!- espetó perdiendo del todo la calma, pero instantes después rectificó un poco- ¿Sabes qué? No tiene caso seguir discutiendo porque sólo voy a decir más estupideces como esa-  
-¡Es lo que haces siempre de todos modos! Y si no quieres seguir discutiendo, pues lárgate- le señaló la puerta. Si antes Roy estaba herido, pues ahora estaba furioso.
Pero Oliver también… No importaba cuanto tiempo pasara o como quisiera explicarle las cosas, Roy solamente parecía detestarlo más y a ese paso las cosas no iban a acabar nada bien.
-Mira, Roy, yo sólo lo había pensado sin siquiera considerarlo enserio pero está claro que con esta actitud tuya yo ya no puedo lidiar! Estoy harto de tus rabietas, de tus groserías y de tus estupideces de adolescente egoísta! Si decidía en realidad pedirle a Thea que te llevara unos días con ella, planeaba que tú y yo lo habláramos con calma, pero simplemente ya no te aguanto! Así que a ver si Thea, que tanto te comprende según tú, puede hacer que te ubiques!- 
Roy no se lo podía creer. Oliver iba enserio… 
-Pues entonces jódete- repuso con veneno en la voz- Me largo con Thea y ya, que al cabo me tienes hartísimo tú también. Con una mierda…- 
-Ya te dije que no me hables así, que…-
Pero entonces Roy perdió la fachada de tranquilidad. ¡¿Enserio?! ¡¿Oliver lo estaba prácticamente sacando a patadas de su casa y lo que le preocupaba era cómo le hablaba?!   
-¡De ahora en adelante yo te hablo como se me pega la gana, que al cabo ya ni siquiera voy a vivir en tu casa estúpida!- le gritó fuera de sí.
El cambio en el volumen de la voz de Roy fue tan radical que su padre se quedó perplejo por un momento.
No fue hasta que el muchacho pasó junto a él rumbo a la puerta, que Oliver al fin reaccionó y lo detuvo del brazo.  
-¿A dónde crees que vas?- le preguntó lo más tranquilamente posible, considerando lo enojado que estaba.         
-A la puta fiesta- contestó Roy con profundo desdén y una penetrante mirada de odio- ¿Qué no se trata de eso esta familia? ¿de mantener las apariencias?- jaló muy fuerte su brazo y se soltó de él. 


Antes de que el hombre pudiera elaborar una respuesta decente, Roy ya se había ido, decidiendo que no valía la pena estar ahí discutiendo ni un segundo más.  

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