-¡DÉJAME!- berreaba el niño por toda la casa mientras la jalaban del brazo como si nada… O al menos eso fue hasta que el tal Titi sintió los afilados dientecillos encajarse en su brazo con osadía.
-¡AGH!- el hombre se abstuvo de soltarle el manazo en la cara que se merecía. En verdad que no sabía cómo Catalina se había descuidado al punto de quedar embarazada- ¡YA ME TIENE HARTO, USTED!- lo soltó con tal brusquedad que bien pudo haberlo aventado.
El chiquillo alcanzó a medio reaccionar, pero el impulso fue tan fuerte que igual cayó de sentón.
-Entonces regréseme a casa de mi abuela, que nadie le pidió que me sacara de ahí- repeló frunciendo el ceño. Todavía que le había tenido caminando toda la tarde, se daba el lujo de empujarlo.
-Pues no, yo ya le dije que aquí no se va a hacer lo que usted quiera- ya le había aclarado mil veces que a la casa de su abuela, era de su abuela; él vivía donde vivían sus Padres, y sus Padres (o al menos él) vivían ahí- Así que se calma ya o lo calmo yo-
Y esque el Titi no sabía qué se había imaginado cuando se llevó al niño a vivir con él… No, corrección, más bien se había imaginado a Catalina cuidándolo, porque se los había llevado a los dos… Enserio que tenía que quererla muchísimo como para no sólo perdonarle que le estuviera jugando chueco en ese momento, si no como para además seguirla queriendo como loco aún entonces.
En fin, muy independientemente de lo que se había imaginado o no, ciertamente jamás pensó que estaría levantando a un peladito berrinchudo, desobediente y altanero. Justamente habían tenido que regresarse temprano de la última finca porque el chiquillo se había aventado un numerito de los que a él le encantaban… Con decir que había sido tanto el show que ni siquiera los escoltas de su socio habían podido disimular las muecas de desaprobación. Y esque el crío no tenía excusa; lo había cargado, le había pedido a la cocinera de su amigo que le diera el niño algo de cenar, lo había dejado acariciar a los perros de la finca, y de repente resulta que se aventaba un berrinche nivel Dios me amas por qué no lo había dejado irse solo al jardín a jugar…
-A mí no me importa lo que hayas dicho. Esta no es mi casa ni tú eres nadie para decirme qué hacer- se atrevió a repelar Gabriel.
-¿Qué no soy nadie? Soy tu padre y aunque no te guste-
-¡Pues no!- Le gritó con los pantalones que en verdad dejaban asombrado al narcotraficante- ¡Ni me gusta ni eres nada mío!-
El Titi se felicitó mentalmente cuando en lugar de voltearle la cara al chiquillo majadero ese, tan sólo un le soltó un manazo en la boca… Quizás con un poco más de fuerza de la necesaria, pero tampoco es que no se lo mereciera.
-Se calla YA, que bueno fuera que no fuera nada suyo… No estaría aquí atrapado con usted- aunque eso último fue más que nada para sí, el niño alcanzó a escucharlo y no le agradó en lo absoluto el sentimiento tan feo que le dio… Comenzó a sentir como pesado en el pecho y ardor en los ojos, y antes de que pudiera reaccionar ya le había vuelto a encajar los dientes en el brazo al hombre.
El Titi se soltó para nada contento.
-¡QUE YA, GABRIEL, YA!- rugió antes de agarrar el brazo del niño y a arrastrarlo hasta el sofá, donde se sentó y casi casi lo arrojó sobre su regazo.
Si bien el Titi se lo había llevado con él y estaba dispuesto a hacerse cargo de él, tampoco iba montada tantas majaderías hasta que el crío tuviera 18 años. Le había aguantado desplantes, berrinches y groserías, pero no más. Estaba clarísimo que nunca nadie le había puesto un hasta aquí al chiquillo malcriado ese, pero si ni Doña Hilda ni al blandengue de Albeiro ni la desobligada de Catalina habían tenido mano dura con el niño, pues él sí.
Por otro lado, si el Titi (al menos según él) sabía perfectamente lo que estaba haciendo, no era el mismo caso con Gabriel. Si el niño le hubiera dado tiempo de tan siquiera considerar la situación, se hubiese sentido del todo confundido… A él nunca nadie le había levantado la mano ni siquiera para soltarle un manazo hasta hace unos cuantos minutos, así que no tenía ni la menor idea de lo que se proponía su supuesto Padre hasta que sintió el primero de muchos pesados golpes en su parte trasera.
-¡AAAUUUU!- eran ese tipo en momentos los que hacían que el Titi se alegrara de no tener vecinos. Pero que escandaloso…
Quizás de no haber estado tan enojado, hubiera podido ponerse a considerar que quizás le estaba soltando la mano muy pesada al niño, o que a lo mejor con unas cuantas como advertencia le bastaban, pero la verdad es que estaba furioso, cansado, ¿Cuál cansado? Más bien HARTO, y no le apetecía mucho ponerse a considerar al niño…
-¡YAAAA!- el hombre rodó los ojos exasperado. Si algo tenía que reconocerle al crío era lo obstinado… Se veía el trasero rojo y seguía grite y grite.
-Ya usted- soltó unas más fuertes ahora en los muslos del mocoso- Ya basta de tanto problema, que me tiene aburrido- ignoró los chillidos de dolor- No me interesa dónde quiere estar ni con quien. Se va a quedar aquí y lo que yo digo, se hace-
El Titi siguió como si nada hasta que cayó en cuenta del alarmante silencio, y esque el niño ese ya llevaba rato que había dejado de gritar para ponerse a llorar a moco tendido. No es que no fuera un niñito bastante orgulloso, pero era precisamente eso; un niñito al que le acababan de soltar su primera paliza y bastante fuerte, cabe mencionar, y le podía más el dolor que nada.
Fue en ese momento que el hombre al fin hizo una pausa y se dio cuenta que tenía la mano un poco adolorida también. Se quedó como anonadado un momento antes de al fin decidirse a bajar un poco el pantalón del niño sin realmente saber qué esperar…
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