miércoles, 26 de septiembre de 2018

Integrando una Familia

Hace casi dos meses que Roy le había llamado papá, y desde entonces lo hacía como si no tuviera nada de extraordinario, como si fuera lo más normal del mundo. Pero Oliver tenía muy claro que no era así, cualquier palabra que lo hiciera sentir tan feliz no podía ser normal.
Cabe mencionar que a lo largo del año y medio en el que habían vivido juntos, Oliver había utilizado el castigo físico en tan sólo dos ocasiones… si es que se le podía llamar así a aquellas patéticas tundas que no consistían en más de 3 palmadas ridículamente leves. En su tiempo, aquello había sido suficiente para que el niño recibiera el mensaje y se comportara. Sin embargo, Roy tampoco era tonto y al parecer se había dado cuenta de que Ollie no tomaría medidas más drásticas. Además de que esas “tremendas zurras” no las sentía ni el aire, y el chiquillo lo sabía.
Como si fuera poco, la presencia de Thea le daba al chico una sensación de seguridad que ni el enojo de Oliver superaba. Era como si su tía le proveyera de un escudo protector o algo así.
El Arquero estrella de la Liga de la Justicia jamás se había sentido tan feliz como en aquella etapa de su vida. Justo en ese momento no podía ni imaginarse su vida sin Roy, sería simplemente inconcebible…
Sin embargo, aquella nueva experiencia conllevaba tanto miedo como alegría. Nunca nadie lo entrenó para criar a un niño, especialmente a uno tan activo, porque ese era otro factor importante ahora para Ollie: estar en constante estado de alerta.
Antes de adoptar al crío, Oliver estaba siempre atento a sus alrededores. No obstante, ese instinto se había amplificado a la milésima potencia desde que Roy estaba con él. Para empezar, ninguna casa, por más segura que el dinero pudiese hacerla, era cien por ciento confiable como para que un niño hiperactivo de siete años la explorase sin supervisión alguna. Hasta ahora los múltiples accidentes habían resultado en algunas lámparas y vasijas rotas, un par de caídas desde alturas no tan peligrosas y algunas manchas de manos sucias o de suelas de tenis en uno que otro mueble alto que el chico había decidido escalar.
En un principio, Roy hacía lo posible para que su guardián no lo reprendiera, con el miedo de ser enviado de regreso al orfanato en el que había ido a parar después de la muerte de Brave Bow hace más de tres años. Ahora, al contrario, se sentía seguro y sabía que su lugar en aquella familia era permanente. ¡Aquello sonaba excelente, claro!... pero no todo era miel sobre hojuelas al respecto. Roy ya no tenía miedo a que lo echasen, por lo que tampoco tenía miedo a demostrar su verdadero potencial a la hora de crear caos y realizar todo tipo de trastadas que, aunque no dañaban a nadie más, sí que metían a Oliver en múltiples aprietos.
El joven padre, por su parte, se estaba cansando de ello. Cada vez que le decía a Roy que no hiciera algo, era como si sus palabras le entrasen al niño por un oído y le salieran por el otro. Simplemente ya no le era tan relevante la opinión del Arquero mayor respecto a su conducta.
No hay que malinterpretarlo; a Oliver Queen le alegraba profundamente que su hijo considerara aquél como su hogar… es simplemente que no sabía cómo llamarle la atención sin hacer que volviese a sentirse inseguro respecto a su relevancia en la vida del Arquero, es decir, ¿Qué tal si, al tratar de reprenderlo, decía o hacía algo tonto que destruyese el autoestima de su hijo y lo llevase a pensar que a fin de cuentas no era realmente importante, necesario o querido ahí?
La verdad es que la situación del heredero de las Industrias Queen era complicada, es decir, ¿Cómo regañas a tu hijo de siete años para que entienda de una vez por todas pero sin hacerlo sentir mal?
Justo entonces, un estridente sonido que identificó como uno de los estantes con adornos de cristal y jarrones al caer al piso lo sacó de sus pensamientos.
Rodando los ojos, exhaló en un intento de mantener la calma.
Estaba claro que las cosas no podían seguir así. Tenía que hacer algo inmediatamente, antes de que las cosas se salieran de control aún más. 
Cuando apenas se proponía ponerse de pie, su celular comenzó a vibrar. El cansado joven acercó el aparato para ver el número en el identificador y, al hacerlo, no supo si sonreír o llorar.
¿Por qué Thea siempre estaba presente de una manera u otra cuando el crío hacía algo?
Se levantó de su silla y rodeó el escritorio de su estudio para asomarse a la puerta abierta. Después de echar un vistazo sólo para comprobar que no se escuchase algún tipo de grito de dolor o el ruido de más objetos rompiéndose, se fue a sentar de nuevo, preparándose mentalmente para hablar con su hermana.
El cansado playboy se llevó el celular a la oreja y contestó la llamada.
-¿Sí?-
-¡Pero qué ánimos los tuyos, hasta se contagian!- comentó sarcásticamente su hermanita.
-Pues me alegro de compartir mi felicidad contigo- contrarrestó Oliver- ¿Necesitabas algo?-
-¿Cómo?, ¿Qué no puedo llamarte sólo para saludar y charlar un rato?- contestó ella con una voz de lo más inocente, haciéndose la ofendida.
Oliver giró los ojos. Ese papel no le quedaba a Thea.
-¿No?- respondió un tanto inseguro, pues no quería prolongar demasiado la conversación y cortarle la plática a Thea era una tarea sumamente difícil; tenía que escoger con precisión sus palabras.
-¡Ay, pero qué amargado!- bufó la chica- En fin. Cuento largo corto, ¡Nos vamos de vacaciones!-
-¿Te vas con mamá de vacaciones?-
La pregunta del Arquero denotaba un tono más escéptico que interesado. La verdad es que no veía la razón por la cual él debía de estar al tanto. No es cómo que su madre y hermana se fuesen a ir permanentemente.
Sin embargo, alzó una ceja con curiosidad al escuchar a su hermanita suspirar exasperada al otro lado de la línea.
-No. ¿Acaso tengo que explicarte todo? Mamá se va a ir de vacaciones con sus amigas, por lo cual yo me quedaría sola en casa-
Ahora Oliver sonrió con burla.
-¿Me estás diciendo que te le pegaste en sus planes?-
-¡Claro que no!- replicó con suma indignación- Por mí encantada de que me dejara la casa sola durante dos semanas, pero al parecer Moira decidió que eso no va a pasar-
-¿Y qué planea? ¿Contratar una niñera?- se burló Oliver.
-Si te consideras a ti mismo una niñera, pues entonces sí- le contestó, y con tan sólo escuchar su tono de voz, Oliver estaba seguro de que la joven estaba sonriendo.
A decir verdad, no le molestaba que Thea se quedase con ellos, no sería nada que nuevo. Lo que sí le llamaba la atención es que la chica le hubiese llamado sólo para decirle eso, sobre todo que sonase tan emocionada; vale que su hermana quisiera mucho a Roy, pero algo le decía a Oliver que esa no era la razón de tanto entusiasmo en la joven millonaria.
-¿Entonces esa es tu idea de vacaciones? ¿Quedarte en mi casa?- le cuestionó aun sin comprender del todo.
Thea, por su lado, sintió unas ganas tremendas de hacer un face-palm ahí mismo en honor a su hermano.
-No puedo creer que aún no captes- se lamentó, pero procedió a explicarse de todos modos- Mamá dijo que no me va a dejar quedarme sola después de lo que pasó la última vez-
Ollie sonrió. La última vez había sido lo mejor. Una fiesta inolvidable en la Mansión Queen.
 En aquella ocasión, Oliver había llamado a Tammy- la adorable chica que a veces trabajaba como la niñera de Roy cuando él tenía que quedarse hasta tarde en la oficina y Dinah estaba ocupada- quien se hizo cargo del chico hasta que Oliver y Dinah regresaron al día siguiente. 
No era algo que normalmente hiciese, pero Thea les prometió que la fiesta estaría buenísima… y no les mintió. En un principio Oliver había pensado que podría aburrirse siendo el mayor allí, pero resultó estar equivocado; al parecer su hermana tenía bastantes amigos y amigas mayores que ella, y el joven empresario se encontró con muchos de sus amigos de la universidad.
Simplemente estuvo muy buena.
-Qué lástima- fue todo lo que se le ocurrió decir.
-Sí, qué mal, pero ni modo, ¿qué se le va a hacer?- contestó ella- Entonces Moira dijo que me quedaría contigo. Supone que no darás una fiesta ni harás nada “tonto”, como dijo ella, ahora que tienes un niño ahí-
-¡No daré una fiesta así con mi hijo de siete años en casa!- aclaró algo precipitadamente.
-¡Lo sé! Ni tú llegas a esos extremos-
-Sí quieres podemos hacer algo más decente- sugirió, aunque sin mucho ánimo.
-¿Cómo las fiestas aburridas de tu amigo Bruce?-
Aunque era divertido salir con Bruce Wayne cuando éste estaba en su modo playboy divertido y carismático, ambos herederos de las Industrias Queen sabían lo aburridas que resultaban el tipo de fiestas de la alta sociedad que el Príncipe de Gotham se veía obligado a ofrecer para mantener la fachada. Muchas veces ellos mismos habían tenido que asistir a las que su madre o ciertos socios de la empresa ofrecían.
En ocasiones los tres jóvenes coincidían en alguna reunión y se salvaban mutuamente del aburrimiento, pero resultaba tediosísimo cuando no tenían tanta suerte.
Oliver no pudo evitar pensar en lo afortunados que eran Roy y Dick. No se habían visto obligados a asistir más que a un par de reuniones de este tipo debido a que eran muy jóvenes para salir tan tarde de casa… Suertudos.
-Tienes razón. Una fiesta “decente” es una idea pésima, pero ¿qué más podemos hacer?- inquirió él.
-Si me dejases terminar te lo diría- se quejó su hermana, aunque sonando un poco más animada- Bien, mamá me dijo que tengo que quedarme contigo, ¿Cierto?-
Oliver asintió con la cabeza, recordando un par de segundos después que no lo podía ver por el celular.
-Sí- le respondió verbalmente.
-No dijo dónde- sugirió disimuladamente.
Oliver se puso tenso.
-Ah. No, no, no, no, no. No vamos a hacer ningún viaje, Thea-
-¿Por qué no?- replicó, sonando decepcionada e inconforme.
-¡Pues porque… porque ni siquiera sabemos a dónde iríamos!- objetó.
-Podemos llegar al departamento que tenemos en la ciudad que quedaba a unas cinco horas de aquí- sugirió rápidamente.
No cabía duda, pensaba Oliver, Thea ya lo tenía todo planeado.
-¿Qué tiene de especial esa ciudad?-
-Nada, pero está lo suficientemente lejos de aquí como para que pueda relajarme y descansar. Vamos Ollie, estoy en vacaciones de verano- insistió- aún falta más de mes y medio para que comiencen de nuevo las clases y no quiero quedarme en Star City sin hacer nada-
Oliver apenas iba a contestar cuando fue interrumpido de nuevo.
-Además, así puedo llevar a Roy a diferentes partes y, mientras yo lo entretengo, tú descansas-
Oliver ahora sí se rió.
-Sí, claro-
-¿Qué?- reclamó con el orgullo herido- Te apuesto a que ahora que está de vacaciones en la escuela, ya no sabes ni qué hacer con él todo el día ahí en la casa. Yo puedo cuidarlo-
-No creo que te resulte tan sencillo. Igual no podría dejarte toda esa responsabilidad-
-Bien, quizás no- acordó ella- pero sería más relajante para ti si en vez de cuidarlo en casa, donde seguro ya estás más que harto, nos vamos a otro lugar. Quien sabe, igual y él también ya se asfixió allí, y salir lo tranquiliza-
-Thea, tengo un trabajo. No puedo tomar vacaciones cada vez que me entre en gana- mintió él, tratando de sonar serio, a pesar de lo inmensamente tentador que sonaba salir de la ciudad y olvidarse de todo por unos días.
Sin embargo, su hermana no se creyó la ridícula excusa. Oliver era uno de los dueños de Industrias Queen, podía hacer lo que quisiera sin que nadie le dijese nada.
-Pues yo creo que necesitas un respiro- continuó ella.
Oliver, totalmente fastidiado ya, reunió toda la voluntad que le quedaba para contestar.
-Pues yo creo que no. No necesito descansar de nada, aquí todo está bajo control-
En eso se escuchó otro ruido sumamente estruendoso, aún más fuerte que el anterior. Oliver se quedó paralizado de la impresión, hasta que en medio del sepulcral silencio se escuchó un leve “ups”.
Exhaló con pesadez, hundiéndose en la silla con ganas de no tener que moverse más. Finalmente, habló de nuevo a su hermana.
-¿Y cuándo nos vamos?-

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