-¡Oliver!- espetó Thea con suma indignación, sentándose en la cama- ¡¿Qué rayos haces?!-
El joven la miró, pero no supo que responderle de inmediato, así que Roy lo hizo por él.
Ollie abrió los ojos de par en par. Ahora sí que había sentido el complot a más no poder.
Thea lo miraba anonadada. Se había sentado en la cama, pero lucía lista para saltar y ponerse de pie en cualquier momento.
-¿Y eso?- se alarmó- ¿Qué pasa contigo, Oliver?- le reclamó ahora.
Oliver la miraba incrédulo, y no volvió en sí hasta que sintió a Roy patearle el brazo.
-¡Déjame!- lloró, evidentemente molesto. El niño no se esforzó ni un poco en fingirse arrepentido.
-¿Qué qué pasa conmigo?- repitió, ignorando a su pequeño hijo- ¿Qué pasa con Roy? Lleva semanas sin escuchar nada de lo que digo y todo el día de hoy no me ha obedecido en lo absoluto-
-Es un niño- le recordó su hermana, pronunciando las palabras con lentitud e indignación para que le quedaran bien claras a Oliver.
-Precisamente, es un niño y no puede hacer lo que le venga en gana- replicó él tratando de armarse de paciencia e ignorar los pequeños puños de Roy en su costado.
-Escucha, Oliver…- comenzó Thea.
-No, escucha tú- le interrumpió el Arquero, perdiendo la paciencia- ¿No te gusta la idea de que castigue a Roy? Bien. A mí tampoco, pero alguien lo tiene que criar, y dado que el padre, el que pasa con él las 24 horas de cada día, soy yo, creo que me corresponde la tarea, ¿no te parece?-
Thea se quedó en silencio, fulminándolo con la mirada. ¿Cómo se atrevía Oliver a ponerle un dedo encima a su querido sobrino?
-No creo que Oliver Queen, el delincuente juvenil más fiestero de toda la historia de Star City, sea el indicado para reprocharle a Roy su “mal comportamiento”- replicó furiosa, lanzándole dagas con la mirada.
-Mira, hermanita, no me vas a hacer cambiar de opinión. Si quieres vete, si quieres quédate, pero no cambiarás nada- dictaminó, desviando la atención hacia el insolente muchachito en su regazo, quien seguía propinándole puños y patadas en el costado a diestra y siniestra-Y tú, jovencito, mejor tranquilízate porque si no vas a verte en esa misma posición muy seguido en este viaje-
Roy escuchó la “amenaza” y comenzó a desesperarse, ¿Por qué su tía Thea no lo ayudaba?
En lugar de tranquilizarse, sus puñetazos se volvieron más frenéticos. El niño estaba utilizando los ataques más efectivos que le habían enseñado en su clase de Artes Marciales, pero nada lograba dejarlo en libertad! De haber sido su oponente un joven de unos 13 o 14 años, Roy ya le hubiera ganado y dejado varios moretones de recuerdo, pero la dura realidad es que estaba tratando de zafarse de Green Arrow, quien tenía más músculo que muchos de los mejores atletas profesionales.
Oliver puso los ojos en blanco ante la obstinada conducta del chico y con la pierna derecha inmovilizó las de Roy, cansado de las patadas del crío. Puso una mano en la espalda del niño para mantenerlo en su lugar y comenzó de nuevo a soltar fuertes palmadas, haciendo caso omiso a las protestas de su hermana.
-¡Oliver!- le reclamó la furiosa chica- ¡Oliver Queen, detente!-
Pero él no le escuchó… a pesar de que Roy parecía apoyar al 100% las palabras de Thea.
-AUU… ya!- exigió aun con muchos pantalones. Le hablaba con tanto carácter que Ollie no sabía si sentirse orgulloso u ofendido.
-Tienes que aprender a obedecer, Roy. Cuando digo a dormir, es a dormir- le dijo finalmente, sin dejar en paz la dolorida parte trasera del chiquillo.
-¿Así reaccionas cuando no tiene sueño? ¡Por favor!- exclamó Thea, sentada en su cama y cruzada de brazos. No le gustaba para nada ver aquello, pero no quería dejar a su pequeño sólo con Oliver así como estaba.
El joven no le prestó mucha atención. Sabía que su hermana no lo comprendía, ¿pero cómo habría de hacerlo? Era muy fácil llegar un rato por las tardes, permitir al niño hacer lo que quisiera y luego irse al anochecer, dejándole a los demás el trabajo difícil.
Roy no dejaba de llorar, más por rabieta que por dolor. Quería que Ollie lo dejara en paz, pero ya no sabía cómo lograrlo, lo había gritado millones de veces! Ni se había portado taaaaaaaaan mal! Tan sólo había estado jugando un rato…
Oliver, por otro lado, levantó un poco la pierna izquierda y comenzó a repartir palmadas en los muslos de su joven hijo. Ojala el muchacho comenzara pronto a demostrar un poco de humildad, lo menos que el Arquero quería era prolongar demasiado ese episodio.
-¡Ash, eres increíble!- espetó Thea y, si no fuera por su tono y expresión, hubiese podido pasar por un cumplido. La joven se puso de pie más que enojada y salió de la habitación.
Al escuchar el portazo, Roy se sintió un poco menos seguro… bueno, se sintió totalmente vulnerable. Su tía se había ido y Oliver no lo soltaba… además empezaba a dolerle ¡y mucho! Ya ni siquiera sabía cuántas veces le había pegado Ollie, pero a sus siete años le parecieron demasiadas.
Pronto, al verse y sentirse totalmente sin escape, comenzó a llorar enserio. También dejó de pegarle a Oliver con los puños, al fin y al cabo él ni parecía sentirlos- lo cual era muy desmotivador, de hecho-.
El joven notó el cambio de actitud en Roy, pero le dio 15 palmadas más de todos modos. Si algo quería Oliver era que al niño le quedara bien claro que debía cambiar su comportamiento y considerar consecuencias.
Roy se sentía muy mal. No sólo había hecho enojar a Ollie, sino que también por eso se había ocasionado una discusión entre éste y Thea, de seguro Oliver ahora sí estaba muy enojado con él y no lo perdonaría, odiaba pelear con su hermana. ¿Qué tal si ahora sí Oliver decidía que ya se había cansado de él y lo regresaba al orfanato en la reserva? Con esto en mente, Roy empezó a llorar aún más, tanto que ni se dio cuenta cuando su tutor se detuvo.
Oliver se dio cuenta de que Roy no se levantaba pero dejó que se quedara así un momento, pensando que quizás seguía molesto. Sin embargo, pasaron varios minutos y el llanto no cesaba. Algo preocupado, inclinó un poco la cabeza para echar un vistazo al niño, pero éste tenía el rostro escondido entre los brazos.
El joven levantó a Roy y lo sentó en su regazo, ignorando el quejido de dolor que emitió el chiquillo, quien se trataba de limpiar las lágrimas con las mangas de su pijama, aunque era inútil porque seguían brotando abundantemente de sus ojitos tristes. Su padre lo rodeo con un brazo, acercándolo a él y con el otro le acariciaba la espalda y el cabello con mucho cariño.
La verdad es que si alguno de sus compañeros de secundaria o preparatoria lo viese, no creerían que era él ni con una prueba de ADN. ¿El playboy más joven y fiestero de Star City con un hijo de siete años? Y, sin embargo, ahí estaba… y no con cualquier niño, sino uno más tremendo que él, sí señor, más valía que Oliver se fuera preparando, porque con Roy Harper iba a saber lo que es bueno.
Por más que Ollie intentaba tranquilizarlo, los sollozos de Roy se hicieron más fuertes hasta que estaba llorando a moco tendido. El Vigilante en un momento dado se alarmó, ¿Qué tal si estaba enfermo? No le había pegado taaaaaan fuerte como para que se pusiera así. Nervioso, se puso de pie con Roy en un brazo, mientras que con su mano libre le frotaba la espalda tiernamente.
-¿Hijo, qué pasa? ¿Estás enfermo?-
Roy contestó algo, pero estaba un poco cabizbajo, limpiándose la nariz y las lágrimas.
-No te entendí- replicó Oliver, tratando de no sonar tan desesperado como se sentía.
-Lo siento, papá- lloró Roy entre sollozos, y antes de que pudiera responder, el niño continuó- Por favor, papi, no me envíes de vuelta- le pidió antes de estallar de nuevoen incontrolables lágrimas.
-¿De vuelta?- parpadeó confundido- ¿De vuelta a dónde?-
-¿Cómo?- ahora sí, el pequeño levantó el rostro con incredulidad. Se veía más triste que un perrito regañado bajo la lluvia- ¿No quieres regresarme al orfanato?-
Ahora fue el turno de Oliver de mirarlo perplejo.
-¿Qué?- llegó a pensar que era una broma de mal gusto o exageración, pero al ver la seriedad en los lacrimosos ojos de su hijo negó con la cabeza- No, Roy, claro que no. ¿Por qué haría eso?- contestó, y la mano que antes frotaba la espalda de Roy pasó ahora a uno de los lados de aquel rostro lleno de lágrimas.
Era una pregunta retórica, en realidad. Oliver estaba seguro de que por nada del mundo haría tal cosa. No obstante, el niño se esforzó y se las arregló para responder entrecortadamente por los sollozos y el hipo que amenazaba con emerger.
-Porque te hice enojar y siempre lo hago-
Oliver en otros tiempos no hubiera sabido dar una respuesta adecuada, pero ese día sí. Quizás de tanto convivir con Dinah en la Liga y patrullando Star City ya se le había pegado algo de su psicología…. Aunque ella fuese psiquiatra, pero qué más da, Ollie no estaba muy seguro de la diferencia, de todos modos.
- A ver, Roy, dime la verdad: Hay ocasiones en las que te desespero o te enoja lo que hago, ¿verdad?- le preguntó muy tranquilo.
Roy sollozó levemente, dejando salir sin querer un pequeñísimo hipo. No quería hacer enojar aún más a Oliver, pero él mismo le había pedido que le dijera la verdad.
-Sí- respondió temblorosamente.
-Y si pudieras- contestó él, limpiándole cariñosamente las lágrimas con la mano- ¿dejarías de ser mi hijo cuando no te gusta cómo actuó?-
-Pues… no- respondió de nuevo con una mezcla de sollozo leve e hipo, sorbiendo los fluidos nasales.
Oliver fingió una expresión contrariada, deteniendo su mano en la mejilla del niño y mirándolo a los ojos.
-¿Por qué? Si tu acabas de decir que en ocasiones te desespero o te hago enojar-
-Porque te quiero mucho- contestó- y… porque te extrañaría- completó mientras sus ojos se llenaban de nuevo de lágrimas. Genial, ahora que estaba consciente de lo mucho que iba a extrañarlo, la idea de que lo enviasen de nuevo al orfanato le parecía aún más triste.
-Pues es lo mismo conmigo- le explicó Oliver- No podría vivir sin ti, hijo- confesó, besándole la frente y dejando evidentemente sorprendido al pequeño.
-¿Enserio?- preguntó con incredulidad, una vez que salió de su asombro.
Oliver trató de mantenerse serio para que Roy no pensara que se estaba burlando, pero al final no lo logró y le dedicó una leve pero sincera sonrisa.
-Claro- le aseguró.
Enseguida, Oliver fue sorprendido por el niño, quien echó los brazos alrededor de su cuello, rodeándolo con fuerza. El hombre no tardó mucho en devolver el gesto con su brazo libre. ¿Cómo se le había podido ocurrir a Roy semejante barbaridad? Antes de ser padre, su vacía vida consistía en alcohol, fiestas, dinero ilimitado para gastar egoístamente en él, alucinógenos leves, nada de responsabilidades… en fin, todo tipo de cosas con las que un joven soltero y recién graduado de la universidad sueña, pero no volvería a eso por nada del mundo si es que implicaba no tener a su hijo con él. El sentir a Roy recargar la mejilla contra su hombro lo sacó de sus pensamientos.
-Habrá ocasiones en las que me moleste o tenga que castigarte- le explicó, recargando la mejilla en la cabeza del chico- pero eso no significa que vaya a dejar de quererte, Roy. Pff- bufó, sonriendo un poco- como si eso pudiera pasar-
Roy quiso sonreír también, pero al final no pudo evitar seguir llorando un poco. Había sentido mucho miedo de perder a su nueva familia. Ya no recordaba casi en nada a sus padres, pero sí recordaba muy bien cuando Brave Bow había muerto, y era la experiencia más horrible por la que había pasado… no quería volver a sentirse así de solo jamás.
Oliver no dejó de abrazar a su hijo, pero movió un poco la mano para alcanzar a acariciar el cabello de Roy.
-Ya, cachorro, todo está bien, no hay necesidad de derramar más lagrimas- le decía, y siguió tratando de calmarlo hasta que ya no lo escuchaba llorar.
Pasado rato, Oliver decidió asomarse un poco para ver mejor el rostro de Roy, curioso por tanto silencio.
Dormido. El crío estaba dormido. Oliver exhaló con cansancio. ¡Todo había empezado sólo porque Roy no se quería dormir y ahora lo había dejado a él despierto! El lado inmaduro de su ser lo instaba a despertar al niño para que probara una cucharada de su propia medicina, pero su lado racional le dio una patada en la espinilla al lado inmaduro. Si despertaba al chico tan sólo ganaría a un Roy cansado y de mal humor, si lo dejaba dormir hasta angelito parecía.
-Espero que estés contento-
Aquél tono en la voz de Thea jamás era buena señal, pensaba el joven padre, mirando a su izquierda para verla de pie en el marco de la puerta.
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