Oliver Queen se encontraba sentado en el sofá de la sala viendo la televisión, revisando el reloj en la pared cada 5 segundos. ¡Eran ya las 10 de la noche y Mia no había llamado ni siquiera para avisar donde estaba!
De pronto su celular comenzó a vibrar como loco y entre eso, los nervios y la tensión, Oliver casi salta del susto. Una vez que se calmó, se llevó el odioso aparato al oído.
-Oliver Queen- saludó fríamente. La verdad no estaba de humor para nada ni nadie.
-Ollie, es Felicity-
-Hola, Felicity, ¿Pasa algo?- respondió él, obligándose a adoptar un tono más amable. No era culpa de su amiga que su vida fuese un total desastre en ese momento.
-Sí, de hecho. Al parecer una reunión entre algunos traficantes fue agendada para hoy-
-¿Qué? ¿A qué hora?- preguntó él, apagando la televisión y levantándose del sofá. No entendía cómo Felicity podía sonar tan tranquila al respecto.
-Yo no me preocuparía por eso… sino por quién se nos adelantó-
-Si alguien se nos adelantó, quizás debería agradecerle porque no puedo dejar solos a los muchachos-
-¿Y por qué no viene Dinah mientras tú te quedas con ellos?-
Oliver no pudo evitar cerrar fuertemente los ojos al escuchar el nombre de su ex y Felicity debió interpretar su silencio, porque no tardó mucho en proferir un tímido “oooh” seguido de mil disculpas.
-Ollie, lo siento. Te juro que lo olvidé, yo…-
-Felicity, está bien, en serio- le aseguró éste, aunque en realidad nada estaba bien en lo absoluto. Sentía como si le hubiesen clavado una de sus propias flechas en el pecho…
A pesar de que Dinah no estaba tan involucrada en el trabajo en equipo más que en el de la Liga, a veces se turnaban ella y Oliver cuando Felicity o Diggle llamaban. Resultaba bastante práctico pues si eran días de clase uno se quedaba en casa y así no tendrían que llevar a los chicos pero tampoco dejarlos solos.
-Sí… de nuevo, lo siento- se disculpó sumamente apenada, pero continuó antes de que Oliver pudiese hablar- Como sea, no creo que quieras agradecerle a esta persona en particular-
-¿Por qué? ¿De quién estamos hablando?- cuestionó el Vigilante, tomando las llaves de su auto y dirigiéndose escaleras arriba.
-¿Recuerdas a tu… conocida, Helena Bertinelli?- ahora sí la voz de la chica sonaba algo consternada… y con justa razón.
“Mierda”, pensó Oliver. Bien sabía él que Helena no significaba nunca nada bueno.
-Pensé que se había ido de la ciudad-
-Ha vuelto, y va camino al cierre del trato. Si yo fuera tú me apresuraría, Ollie. No sabemos de qué lado está en esta “reunión”-
-Voy para allá- colgó, deteniéndose frente a la puerta de la habitación de Roy.
Se guardó el celular en el bolsillo y abrió la puerta sin miramiento alguno, encendiendo las luces al entrar.
-Roy- le llamó, caminando hasta el extremo de la cama alejado de la puerta para quedar frente al muchacho. Se puso en cuclillas y le sacudió un poco el hombro- Roy, levántate-
-¿Qué?- se quejó el chico, molesto por haber sido despertado.
-Roy, tengo una emergencia… en la oficina- mintió. Así como estaba Roy de enojado no era prudente llevarlo a ninguna misión, podría ignorar sus indicaciones y salir lastimado o algo peor. Además, cuando se trataba de Helena prefería no tomar el riesgo- Necesito que te levantes para que cuides a Connor, él todavía no se ha dormido pero no tarda. Hay comida en la barra de la cocina y tengo mi celular encendido-
Roy se sentó en la cama, aun desemperezándose.
-Sí claro, una emergencia en la oficina. Apuesto a que vas a ver a una de tus “amigas” aprovechando que andas de soltero otra vez-
Oliver exhaló con cansancio. En parte sí iba a ver a una mujer, pero no era amiga suya y mucho menos iba a verla para lo que Roy se refería. Sin embargo, no tenía ni tiempo ni ganas para explicarse.
-No le abran a nadie que no sea Mia y no contesten el teléfono si no reconocen el número-
-Lo que sea-
En ese momento el celular de Oliver comenzó a sonar de nuevo y éste lo sacó para contestar, sentándose en el borde de la cama.
-Sí… sí, Felicity, ya voy… voy saliendo para allá- terminó la corta conversación, colgando el aparato y guardándoselo en el bolsillo.
-¿Con Felicity?- musitó Roy indiferentemente, recargado en el respaldo de la cama con las rodillas medio dobladas- No jodas, ella es decente-
Oliver se molestó, pero justo en ese momento no podía darse el lujo de quedarse con el joven a discutir, así que le pasó el brazo por el cuello para acercarlo. Ignorando las quejas del chico, le dio un beso en la frente antes de levantarse de la cama y caminar rumbo a la salida de la recámara.
-Cualquier cosa me llaman, procuraré no tardar mucho. Traten de no meterse en problemas-
Roy también se levantó, maldiciendo entre dientes. Estúpido Oliver y sus estúpidas salidas nocturnas.
Oliver pasó por la habitación de Connor antes de bajar las escaleras. El niño estaba jugando un videojuego en la consola, sentado en el piso de su habitación.
-Connor, hubo una emergencia en la oficina. Te quedas con Roy, y por favor, pórtense bien- le avisó rápidamente, poniéndose en cuclillas a su lado para darle un beso en la cabeza.
-Que te vaya bien- respondió Connor rodando los ojos.
Genial, simplemente genial… de seguro Connor pensaba lo mismo que Roy.
-No tardo- prometió Oliver, levantándose y saliendo de la habitación de su hijo menor.
Se dirigió directo a la puerta principal, la cual abrió para encontrarse de cara con Mia, quien tenía la llave en mano lista para meterla en el cerrojo.
-¿De dónde vienes? ¡¿Tienes idea de lo tarde que es?!- exigió saber Oliver al verla, olvidándose momentáneamente de lo demás. En parte se sentía aliviado pues al menos su hija ya estaba en casa pero, por otro lado, era ya de noche y ni siquiera sabía en dónde había estado la chica durante toda la tarde.
Mia se le quedó viendo con demasiada tranquilidad para alguien que estaba siendo regañado, como si no se acabase de creer que Oliver se estaba tomando el atrevimiento de reprenderla.
-Relájate, Ollie, que ni es tan tarde. Son como las 10 u 11. Además, no hice nada malo, tan sólo fui a una fiesta con Megan y Zatanna- replicó la jovencita, entrando a la casa como si no se hubiese ausentado durante horas.
-Mia, no te mandas sola. Al menos pudiste haber llamado para avisar- la regañó, molesto de que se lo estuviese tomando todo tan a la ligera como si él estuviese exagerando.
-Sí llamé- contestó, deteniéndose para mirarlo por encima del hombro- a Roy y a Connor-
Oliver apenas se estaba preparando para contestar, pero su teléfono comenzó a sonar… de nuevo.
-¿Vas a salir?- inquirió su hija, sentándose en el sofá- ¿Quién es la pobre tonta esta noche?-
El Vigilante le dirigió una mirada furiosa, pero no contestó su pregunta.
-Tú y yo vamos a hablar de esto luego, señorita- le advirtió, saliendo de la casa y cerrando la puerta tras él.
Ella giró los ojos con mucho fastidio.
-Tú irás a hablar, yo puedo pensar en al menos mil cosas más interesantes que hacer-
.
-¿Qué haces tú aquí?-
La conocida silueta giró lentamente sobre sí, bajando un poco su arma. Oliver pudo distinguir una inconfundible y amplia sonrisa en el rostro de la joven mujer, quien no había cambiado en nada desde la última vez que se habían visto hace algunos años.
-¿Qué pasa Arrow?- inquirió ella burlescamente- ¿Acaso no te alegra verme?-
-Esta ciudad no es tu territorio, Huntress- le informó secamente.
-¿Por qué? ¿Por qué soy una asesina?- la última palabra la pronunció con una sonrisa retorcida y un tono que no se quedaba para nada atrás- Según tengo entendido, dos de tus engendritos también lo son y ellos sí que patrullan aquí-
Oliver se tensó al escucharla. No le agradaba en lo absoluto la idea de que Helena estuviese tan bien informada acerca de su familia, mucho menos de los historiales de Mia y Roy.
-No del modo en que tú lo haces- recalcó para que Helena reparase en los 9 cadáveres alrededor suyo- Ellos no asesinan a sangre fría así como así. No cuando tienen de otra, al menos…-
La sonrisa de la chica cayó un poco en lo que parecía más bien una mueca comprensiva.
-Mi intención no era venir aquí a combatir el crimen ni nada por el estilo- aclaró con cierto sarcasmo- Pero me enteré y me pareció la manera perfecta de llamar tu atención-
Bien, esa última frase a él no le había gustado nada.
-¿Qué planeas?- la interrogó con desconfianza.
-No te preocupes, Ollie- replicó, barriéndolo con la vista de pies a cabeza- Yo tan sólo vine a un compromiso mañana. De hecho, estoy bastante segura de que tú también estas invitado, ¿no es cierto? Alguna fiesta de uno de esos riquillos estirados de Star City, no recuerdo de quién pero de lo que sí estoy segura es de que nos veremos ahí- le sonrió seductoramente- A menos que prefieras que nos ignoremos, claro está-
Oliver se quería dar una fuerte bofetada. No podía creer que en verdad estuviese considerando que Helena y él fuesen juntos al evento del día siguiente… pero, bueno, ¿en realidad alguien podía culparlo? ella siempre le había parecido una mujer muy atractiva.
-Yo he cambiado, Oliver- soltó de pronto, sin perder su natural porte y comenzando a alejarse dando elegantes y refinados pasos- No he vuelto a Star City como la misma persona impulsiva que solía ser-
-Eso puedo verlo- se mofó el Arquero, observando las manchas de sangre en el asfalto.
La chica de descendencia italiana señaló entonces hacia un callejón, al cual él se acercó precavidamente.
-Los otros eran sólo guardaespaldas. Me atacaron y no tuve de otra más que demostrarles a no meterse con un Bertinelli- la escuchó decir mientras sus ojos se acostumbraban a la penumbra.
En las paredes del obscuro callejón pudo distinguir varios cuerpos humanos. Todos ellos se encontraban estampados contra el muro, obligados por una flecha incrustada en alguna parte de su cuerpo… uno que otro ya hasta había perdido la consciencia a causa del dolor.
-Lo hice con la ballesta que me regalaste, tú sabes, sólo para asegurarme de que ninguno escapara…- Oliver no pudo evitar reparar en el orgullo que destilaba su voz, como el de un artista admirando su obra- Pero al fin y al cabo están vivos, ¿no?-
.
-¡Niños, ya volví!- anunció pesadamente.
En muchas ocasiones no recibía respuesta alguna, pero tanto silencio a cambio no era normal ni para él. Le preocupaba.
-¡Muchachos!- repitió pero de nuevo no obtuvo nada.
Oliver sacó una navaja de su bolsillo y comenzó a recorrer la casa lo más sigilosamente posible. No encontró nada en la planta baja, así que se dirigió hacia las recámaras en el segundo piso. Cada segundo que pasaba llenaba su mente con más pensamientos escalofriantes acerca de lo que podría estarle pasando a sus pobres, inocentes e indefensos hijos… bueno, bueno, a sus hijos.
¡Recorrió las recámaras de los tres chicos pero no encontró a nadie! Cada baño, cada closet… ¡Nada! No había nadie, ¡demonios!
A punto de colapsar en pánico, entró al último lugar que aún no había inspeccionado: su propia habitación.
Su ritmo cardiaco disminuyó muuuuy considerablemente y la presión en su pecho se esfumó de golpe. Vaya que esos momentos previos habían sido los más angustiosos de su vida. Se volvió a guardar la navaja en el bolsillo y gradualmente la expresión de alivio dio paso a una sonrisa, leve pero genuina y cálida.
Invadiendo su cama se encontraban los tres, más que dormidos y todos en diferentes direcciones.
La televisión y la lámpara de la mesa de noche se encontraban encendidas y la cama aún estaba medio hecha.
Oliver sacó varias cobijas del armario y cubrió a cada uno tan bien como pudo, lo cual no era tan fácil dado que el pie de Connor se encontraba cerca de la oreja de Roy y la cabeza de éste casi encima de un brazo de Mia.
Les dirigió una última sonrisa antes de apagar ambos aparatos y salir de su propia habitación, rumbo a la de Connor. No era lo mismo pero era mejor que uno de los sofás de la sala.
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